LECTIO DIVINA DEL EVANGELIO DEL DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR (CICLO C)

VERDAD – LECTURA

Lc 22,14—23,56

La liturgia de este Domingo de Ramos nos ofrece la narración de la Pasión del Señor según la versión del evangelista Lucas. Lo más conveniente es leer y releer el texto para que sea uno con nosotros, meditarlo en nuestro corazón, poner en práctica la enseñanza de Jesús. Por eso, no queremos extendernos mucho en dar una explicación del texto. Él habla por sí sólo. Simplemente algunas pinceladas que nos ayuden a orar con el mismo.

En el relato lucano de la Pasión del Señor podemos apreciar como se consuma todo lo que Jesús ha predicado durante su existencia terrena.

En la última cena, podemos ver como Jesús nos ofrece un ejemplo clarísimo de servicio, y como han de llevarlo a cabo todos aquellos que estén dispuestos a seguirle: “Entre vosotros, no ha de ser así, sino que el mayor entre vosotros será como el más joven, y el que mande como el que sirve.” (Lc 22,26).

En el Monte de los Olivos, nos muestra cómo en las dificultades lo más conveniente es ponerse en las manos del Padre y orar (Lc 22,39-46). El Padre nos confortará, nos dará su fuerza, vendrá en nuestro auxilio. Jesús está orando ante el Padre para que nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro testimonio no decaigan.

La pasión no es otra cosa sino la lucha entre el bien y el mal. Lucha que han de llevar a cabo, también, los discípulos del Maestro. Han de ser valientes, para vencer al mal, lo mismo que Jesús es valiente ante el sanedrín, ante los golpes, ante los azotes, ante el duro camino al calvario.

En la cruz, Jesús se entrega total y conscientemente para la salvación de la humanidad, para librarla de los lazos de la muerte y regalarles la vida eterna. Perdona sin condiciones a aquellos que le están infligiendo sufrimiento y lo están crucificando.

Es muy posible, que algún momento de nuestra vida, también, nosotros seamos perseguidos, Jesús nos da ejemplo de cómo afrontarlo: perseverando en su seguimiento, perdonando a los que nos persiguen y haciendo el bien a todos, hasta nuestro último aliento de vida.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Cómo te comportas con los demás, con las personas que están a tu alrededor, con aquellos con los que convives? ¿Eres el que sirve o el que manda?
  • ¿En momentos de dificultad acudes al Padre para que te conforte, para que te ayude, para que te sostenga?
  • ¿Eres valiente para testimoniar el evangelio, la misericordia del Padre y la bondad de Jesús? ¿Eres consciente de que el Espíritu en esos momentos está viniendo en tu ayuda? ¿Lo invocas?
  • ¿Quieres y asumes ser testigo de Jesús, de su pasión muerte y resurrección? ¿De que manera puedes dar testimonio del Señor en tu vida cotidiana?

VIDA – ORACIÓN

Hoy os invitamos a orar con la letra de la canción Antes de ser llevado a la muerte de Tirso Vaquero.

ANTES DE SER LLEVADO A LA MUERTE,

VIENDO JESÚS SU HORA LLEGAR,

MANIFESTÓ SU AMOR A LOS HOMBRES

COMO NO HICIERA NADIE JAMÁS.

Toma en sus manos pan y les dice:

“esto es mi cuerpo, todos comed».

Y levantó la copa de vino:

«esta es mi sangre que os doy a beber».

Cuerpo bendito que se reparte,

por mil caminos hecho manjar:

buscas a todos para sanarlos.

Tú le devuelves al hombre la paz.

«El que se precie de ser mi amigo,

siga mi ejemplo, siga mi amor,

salga al encuentro de mis hermanos,

dando la vida lo mismo que Yo».

Cuerpo de Cristo, cuerpo entregado,

muerto en la cruz por nuestra maldad,

grano de trigo resucitado,

germen de vida de la humanidad.

LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR (CICLO C)

VERDAD – LECTURA

Isaías 50,4-7

4El Señor Dios me ha dado una lengua de experto para que yo sepa responder al cansado. Cada mañana me despierta el oído para escuchar como un discípulo.

5El Señor Dios me ha abierto el oído y yo no he resistido, no me he echado atrás.

6He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a quienes me mesaban la barba; no he hurtado mi rostro a la afrenta y a los salivazos.

7El Señor Dios viene en mi ayuda; por eso soporto la ignominia, por eso he hecho mi rostro como pedernal y sé que no quedaré defraudado.

Nos encontramos hoy con un fragmento del llamado “tercer cántico del siervo de Yahveh”, que comienza afirmando que la palabra de Dios es la fuente de toda liberación. El siervo de Yahveh recibe un misión por parte de éste, y se mantendrá fiel en todo momento a esta misión, aunque ello le acarree dolor y sufrimiento, incomprensiones y ultrajes. El siervo será maltratado como le ha ocurrido a los profetas anteriores a él.

El siervo es aquel que sabe escuchar antes de transmitir la Palabra, al igual que el discípulo lo hace con el maestro que le enseña; pero esto no lo hace por voluntad propia, puesto que es Dios quien le ha abierto el oído.

Sin duda alguna, y desde una lectura cristiana, prefigura lo que le ocurrirá a Jesucristo en su pasión, muerte y resurrección. Cristo, fiel a la voluntad del Padre, también se entregó voluntariamente al dolor, al sufrimiento y a los ultrajes de los hombres. Llegó a la entrega total ofreciéndose por la salvación de todo el género humano. Pero, ya sabemos, que no se quedó todo en el sufrimiento, el dolor o la muerte, pues Jesucristo resucitó de entre los muertos al tercer día. Con lo cual, nos abrió a todos nosotros la puerta de la vida eterna.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • Dios también da a cada uno de nosotros la misión de transmitir su Palabra. Pero antes es necesario escuchar, ¿De qué manera te estás abriendo para escuchar su palabra durante esta Semana Santa?
  • En muchas ocasiones ser testigos de Jesús nos traerá sufrimientos, dificultades, dolor, ¿estamos dispuestos a afrontar todo esto con la ayuda de Dios?
  • ¿Eres consciente de que el dolor, el sufrimiento o la dificultad no tiene la última palabra? ¿Eres testigo de esperanza y resurrección en tu vida diaria?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 69

2Sálvame, Dios mío, que las aguas me llegan hasta el cuello;

3me hundo en cenagal sin fondo y no puedo hacer pie; he llegado hasta el fondo del agua y me arrastra la corriente.

4Estoy extenuado de gritar y totalmente ronco, mis ojos se han consumido de esperar a mi Dios.

[…]

7Señor omnipotente, que yo no sea la vergüenza de los que en ti confían, que no sea el deshonor de los que a ti te buscan, oh Dios de Israel.

8Por ti soporto los insultos y mi rostro se cubre de vergüenza,

[…]

14Pero yo, Señor, te elevo mi plegaria, ésta es la hora en que me debes ser propicio; escúchame, Dios mío, por tu inmensa bondad, pues tú eres la verdadera salvación.

[…]

17Respóndeme, Señor, pues tú eres todo bondad y amor, con tu inmensa piedad vuelve hacia mí tus ojos;

18no retires el rostro de tu siervo, estoy muy angustiado, respóndeme deprisa.

19Ven junto a mí, defiéndeme, líbrame de mis enemigos.

“Tampoco yo te condeno” Lectio divina para el V Domingo de Cuaresma (Ciclo C)

VERDAD – LECTURA

EVANGELIO (Jn 8,1-11)

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer, se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que no tenga pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio. Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor». Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».

Los fariseos y sumos sacerdotes han mandado a los soldados de la guardia del Sanedrín para que prendan a Jesús, pues muchas de las cosas que enseña van en contra de la ley de Moisés. La gente está dividida. Unos piensan que Jesús es un profeta; otros que es el mesías; otros que es un “cantamañanas”, que quiere aprovecharse de la situación. Los soldados vuelven ante los sumos sacerdotes y los fariseos, sin prender a Jesús, pues “nadie habló jamás como ese hombre” (Jn 7,46).

Los fariseos y sumos sacerdotes discuten acerca del origen del artesano de Nazaret.

A continuación, nos encontramos el relato que hoy nos ofrece la liturgia de la Palabra.

Jesús se retiró al Monte de los Olivos. Un lugar al que solía retirarse, con frecuencia, para orar.

Al amanecer vuelve al templo, y continúa enseñando a la gente que se sentaba a su alrededor para escucharle.

En eso, irrumpen en escena los fariseos y los escribas. Llevan con ellos a una mujer que, parece ser, ha sido sorprendida mientras cometía adulterio.

La colocan allí en medio, entre Jesús y la gente, a la vista de todos. Según la ley, esa mujer debe ser apedreada hasta morir (Lev 20,10; Dt 22,22.24). Aunque según estos textos, y con la ley en la mano, debían ser ajusticiados ambos: hombre y mujer.

Preguntan a Jesús, considerados por muchos como maestro, acerca de la aplicación de esta ley. A decir verdad, respondiera lo que respondiera, iban a condenarlo; de una manera u otra, estaba en un aprieto. Si pedía aplicar la ley, podrían decir a la gente que no era tan misericordioso como predicaba que se debía ser. Si pedía no aplicar la ley, tampoco resultaba ser bueno, puesto que se ponía en contra de la ley. La verdad es que la situación era cuanto menos complicada.

Sin embargo, Jesús parece no inmutarse y comienza a escribir en el suelo. Dicho gesto ha recibido innumerables interpretaciones, acerca de las cuales, los expertos no se ponen de acuerdo. Algunos interpretan que lo que escribió Jesús fue la respuesta a su pregunta; otros aluden a un pasaje de la profecía de Jeremías, donde dice que los nombres de aquellos que se separan de Yahvé serán escritos en la tierra, con lo cual el viento o la lluvia lo harán desaparecer (cf. Jer 17,13). Según Secundino Castro, en su obra Evangelio de Juan, podría interpretarse como que, al igual que la Ley entregada a Moisés fue escrita por el dedo de Dios en la piedra, ahora Jesús escribe la suya en la tierra; es una Ley que tiene en cuenta la debilidad de la persona y se le da la oportunidad de borrar su pecado; es una Ley para el hombre, que es terreno frágil. Jesús no ha venido a condenar, sino a salvar (pág. 188s).

Ante la insistencia de los acusadores, Jesús se levanta y les dice: «El que de vosotros no tenga pecado que tire la primera piedra». Y continuó escribiendo en la tierra. Jesús pone el foco de la discusión en otro lugar. Hace que los acusadores se examinen a ellos mismos a la luz de la ley.

Los acusadores se van escabullendo, empezando por los más ancianos. Comienzan a marcharse los que más autoridad tienen, los más respetados, los considerados mejores. Todos somos pecadores; por tanto, ninguno estamos en condiciones de condenar a nadie.

Nadie ha condenado a la mujer. Jesús tampoco. Pero, este hecho no quiere decir que Jesús sea un permisivo; el ser humano tiene que hacer un esfuerzo para no pecar, para no quebrantar la Ley, cuyo primer mandamiento es el amor a Dios y al prójimo.

«Vete, y no peques más». La Ley de Jesús, la Ley de Dios, tiene en cuenta la debilidad del ser humano y se basa en el principio de la misericordia. Condena el pecado, pero tiene misericordia con el pecador. Invita a la mujer a la conversión. La restituye como hija de Dios y la compromete a que no peque más.

CAMINO – MEDITACIÓN

• ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?

• ¿Qué me dice la actitud de los fariseos y de los sumos sacerdotes acerca de mi propia vida?

• Pensar que uno es justo y no comete falta alguna, es un pecado en que cualquiera de nosotros puede caer. Reviso mi vida respecto a este punto.

• ¿En qué momentos de tu vida te conviertes en acusador/a? ¿De qué manera lo haces? ¿Qué te mueve a hacerlo?, ¿el cumplimiento estricto de la Ley?, ¿ayudar al hermano a cambiar?, ¿la misericordia?

• ¿Acoges a todas las personas, especialmente a los excluidos de nuestra sociedad, sin etiquetarlas, sin juzgarlas, tratando de ayudarlas a crecer?

• ¿Qué cambios has de realizar en tu vida para acoger a los excluidos de la sociedad, de la comunidad?

• Acoger no quiere decir ser permisivo; hemos de mostrar y ofrecer la Ley de Jesús, lo cual implica esfuerzo, pero desde el amor. ¿Lo tienes en cuenta en tu vida cotidiana?

VIDA – ORACIÓN

• Bendito y alabado seas, Padre, por haber escrito tu Ley en nuestro corazón y ofrecernos tu amor y misericordia.

• Gracias, Jesús, por interpretarnos la Ley desde el amor y habernos entregado el mandamiento principal: «Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo».

• Ayúdanos, Espíritu Santo, a perdonar al hermano y a no convertirnos en acusadores intransigentes. Que busquemos siempre el bien de la otra persona, presentándole la vida y la vivencia de Jesús de Nazaret, “sin algodones”, pero con amor y misericordia, poniendo siempre a la persona en el centro.

“MIRAD QUE REALIZO ALGO NUEVO” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO V DE CUARESMA (CICLO C)

VERDAD – LECTURA

Isaías 43,16-21

16Esto dice el Señor, el que abrió en el mar un camino, un sendero en las caudalosas aguas; 17el que hizo avanzar carros y caballos y un imponente ejército: ahora yacen tendidos para no alzarse más, se apagaron como una mecha que se extingue. 18¡No os acordéis de antaño, de lo pasado no os cuidéis! 19Mirad, yo voy a hacer una cosa nueva; ya despunta, ¿no lo notáis? Sí, en el desierto abriré un camino, y ríos en la tierra seca. 20Las bestias del campo me glorificarán, los chacales y las avestruces, porque yo daré agua en el desierto, y ríos en la tierra seca, para abrevar a mi pueblo, a mi elegido. 21El pueblo que yo he formado celebrará mi gloria.

El Señor nunca deja de sorprendernos. Y así lo hace en este fragmento del libro del profeta Isaías. Este pasaje pertenece al llamado deuteroisaías o segundo Isaías; ya que la autoría del libro se atribuye a un discípulo del Profeta que, con toda probabilidad, vivió la experiencia del destierro en Babilonia, aproximadamente en el siglo VI a.C. Éste pretende transmitir un mensaje de esperanza, estimulando al pueblo para que mantenga la confianza en Dios y en el retorno a la Tierra Prometida.

Y ese es precisamente el mensaje que comunicar en este pequeño fragmento que hoy nos ofrece la liturgia.

Comienza el texto con el recuerdo de la presencia y la ayuda que Yahveh prestó a su Pueblo durante la  liberación de Egipto.

Pero no hay que centrarse en el pasado, ese es el consejo que Dios da a Israel. Hay que mirar el presente para proyectarse en el futuro, porque Él va ha nacer algo nuevo, que ya se puede intuir, ¿no lo notáis?

Nada tiene que ver con los acontecimientos o de con las actuaciones de Dios en el pasado. No podemos anclarnos en él. Si hemos de recordar, pero actualizando la acción salvífica de Dios. Lo que está ocurriendo y lo que va a ocurrir es algo mucho más grandioso; porque todo el universo está involucrado en esta transformación en favor del Pueblo de Israel.

Una vez más, podemos ver la misericordia, el amor y la cercanía de Dios hacia su pueblo y, por supuesto hacia nosotros. Un anticipo de la salvación y la felicidad plena que nos traerá Jesús de Nazaret. Y junto con Israel podemos celebrar la gloria de Dios.

 CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Tratas de mantener la esperanza y la confianza en Dios en tu vida diaria?
  • ¿Intentas transmitir esa esperanza y confianza en Dios a los que te rodean?
  • ¿Anclas tu vida en el pasado, en lugar de proyectar tu futuro teniendo en cuenta el presente que estás viviendo?
  • ¿Crees que Dios está construyendo para ti y para la humanidad un futuro nuevo? ¿Qué señales percibes a tu alrededor?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 122

1El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién podré temer? El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿ante quién puedo temblar?

2Cuando me asaltan los criminales para destrozarme, son ellos, mis opresores y enemigos, los que tropiezan y sucumben.

3Aunque un ejército acampe contra mí, mi corazón no teme; aunque una guerra estalle contra mí, estoy tranquilo.

4Una cosa pido al Señor, sólo eso busco: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida para gustar la dulzura del Señor y contemplar la belleza de su templo.

5Él me dará cobijo el día de la desgracia, me esconderá en lo oculto de su tienda, me subirá a lo alto de la roca;

6así mi cabeza dominará a los enemigos que me cercan, en su tienda podré ofrecer sacrificios entre aclamaciones, cantando y ensalzando al Señor.

7Escucha, Señor, mi grito suplicante, ten compasión de mí, respóndeme.

8De ti mi corazón me ha dicho: «Busca su rostro»; es tu rostro, Señor, lo que yo busco;

9no me ocultes tu rostro, no rechaces con cólera a tu siervo; tú eres mi auxilio, no me abandones, no me dejes, oh Dios, salvador mío.

10Mi padre y mi madre me han abandonado, y el Señor me ha recogido.

11Enséñame, Señor, tus sendas y guíame por el camino recto, pues me están acechando;

12no me entregues al capricho de mis perseguidores, pues se han alzado contra mí testigos falsos que respiran violencia.

13Yo estoy seguro que he de ver los bienes del Señor en el mundo de los vivos.

14Espera en el Señor, ten ánimo, sé fuerte, espera en el Señor.

LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO IV DE CUARESMA «LAETARE» (CICLO C)

VERDAD – LECTURA

Josué 5,9a.10-12

9El Señor dijo a Josué: «Hoy os he quitado de encima la humillación por parte de Egipto». 10Los israelitas acamparon en Guilgal, y celebraron la pascua el día catorce del mes por la tarde, en la llanura de Jericó. 11Ese mismo día comieron panes sin levadura y trigo tostado; pero desde el día siguiente empezaron a comer los productos de la tierra. 12Desde ese momento el maná dejó de caer y los israelitas, desde aquel año, se alimentaron de los productos de la tierra de Canaán.

Un pequeño fragmento del libro de Josué el que nos ofrece hoy la liturgia, en el que se nos narra cómo después de un largo y agotador viaje por el desierto, el pueblo israelita llega a las “puertas” de la Tierra prometida.

Dios le recuerda como los ha librado de la esclavitud de Egipto y cómo ha establecido con él una alianza. Como signo de estos acontecimientos, en el santuario de Guilgal, celebran la pascua. Una celebración llena de esperanza, pues Yahveh no abandona a su pueblo, sino que está siempre dispuesto a ofrecerles  la felicidad plena, basta que aquel se mantenga en comunión con Él. La celebración de la Pascua está íntimamente ligada a la historia de la salvación.

A partir de entonces, a punto de entrar en la Tierra prometida, Israel comienza a alimentarse de los frutos de la tierra, no volvió a alimentarse del maná que durante cuarenta años había caído del cielo. Comienza así una nueva etapa para los israelitas llena de esperanza, de abundancia y plenitud en plena unión con Dios.

 CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Recuerda cómo Dios te ha liberado de todas aquellas ataduras que te oprimían y sigue liberándote?
  • ¿Cómo celebras la presencia de Dios en tu vida?
  • También contigo Dios quiere comenzar una nueva etapa de esperanza, abundancia y plenitud, ¿cómo la acoges?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 122

1¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»!

2Ya estamos en tus puertas, oh Jerusalén:

3Jerusalén, la bien edificada, la ciudad bien unida.

4Allí suben las tribus, las tribus del Señor, según la norma de Israel, para alabar el nombre del Señor.

5Allí están los tribunales de justicia, los tribunales de la casa de David.

6Pedid la paz para Jerusalén: «Que vivan tranquilos tus amigos,

7que reine la paz dentro de tus muros y la tranquilidad en tus palacios».

8Por mis hermanos y compañeros, diré: «La paz esté contigo».

9Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo la felicidad.

“Convertirse y dar fruto” – Lectio Divina Domingo III de Cuaresma (Ciclo C)

VERDAD – LECTURA

Lc 13,1-9

En aquel momento llegaron algunos anunciándole a Jesús que Pilato había matado a unos galileos, mezclando su sangre con la que las víctimas que ofrecían en sacrificio. Jesús les dijo: “¿Pensáis que esos galileos eran los más pecadores de todos los galileos porque sufrieron eso? Os digo que no y, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. ¿Creéis que aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató eran los únicos culpables entre todos los vecinos de Jerusalén? Os digo que no. Todos pereceréis igualmente si no os arrepentís”.

Les contó esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viña; fue a buscar higos en ella, y no los encontró. Dijo al viñador: Hace ya tres años que vengo a buscar higos en ella no los encuentro. Córtala. ¿Por qué va a ocupar un terreno inútilmente? El viñador dijo: Señor, déjala también este año; yo cabaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da higos; si no los da, la cortas”.

El evangelio que nos ofrece la liturgia en este tercer domingo de cuaresma, podemos dividirlo en dos partes. En la primera parte, Jesús comenta dos acontecimiento de la vida cotidiana y aprovecha para invitar a sus contemporáneos, también a nosotros, a la conversión; dichos acontecimientos son la masacre protagonizado Pilato y el accidente acaecido en la torre de Siloé. La segunda parte es la parábola de la higuera estéril.

Para situarnos adecuadamente en el contexto de este pasaje, hemos de decir que nos encontramos camino de Jerusalén. Algunas personas se acercan a Jesús para contarle el acontecimiento acerca de la masacre perpetuada por Pilato en contra de algunos galileos y como éste mezclo la sangre derramada por aquellos con la sangre de los sacrificios, lo cual aprovecha Jesús para comentar el hecho. Para la mentalidad judía de la época, la ausencia de catástrofes, males o incidentes desagradables era señal de la aceptación, aprobación o beneplácito de Dios. Jesús quiere dejar claro que Dios no es un Dios tapa-agujeros, guardián del orden público o adversario del hombre, el Dios cristiano es un Padre misericordioso que ama al ser humano, que quiere lo mejor para él y le otorga libertad para actuar, pensar y ser. Ni aquellos hombres, ni Dios son responsables de la catástrofe acontecida. Ahora bien, como cualquier ser humano puede alejarse de Dios, hecho que no lleva implícito en ningún momento el castigo, pero si lleva implícita la conversión. De ahí, la pregunta de Jesús: “¿Pensáis que esos galileos eran los más pecadores de todos los galileos porque sufrieron eso?” y su respuesta: “ Os digo que no”. E invita a los que lo escuchan a la conversión.

Reforzando esta idea, Jesús cuenta una parábola: la parábola de la higuera estéril. En ella, el dueño de la viña simboliza a Dios, la higuera es el Pueblo de Israel y el viñador es Jesús. Dios “se ha cansado” de las infidelidades del Pueblo; el viñador pide al dueño que le dé un poco más de tiempo y cuidará más y mejor a la viña. Jesús siempre querrá darnos una segunda oportunidad y nuestro Padre Dios siempre nos está esperando. Nuestra conversión, cambio de vida, nos llevará también a dar testimonio.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?
  • ¿Cuál es la imagen que tienes de Dios? ¿La de un dios lejano, la del dios relojero del universo que interviene en todo momento, la del dios policía que te está vigilando continuamente, la del dios tapa-agujeros al que se acude únicamente en los momentos de dificultad? ¿O por el contrario la imagen del Dios de Jesús y del Evangelio?
  • Jesús invita a sus contemporáneos a leer los signos de los tiempos. Y tú, ¿cómo sigues esta invitación?
  • Jesús nos llama continuamente a la conversión, a cambiar nuestra vida, a cambiar nuestra perspectiva. ¿Cómo acoges esa llamada? ¿Qué acciones pones en práctica?

VIDA – ORACIÓN

  • Bendito y alabado seas, Padre, por mostrarte siempre paciente con nosotros y por regalarnos cada día tu misericordia.
  • Gracias, Jesús, por invitarnos cada día a la conversión.
  • Gracias Espíritu Santo por ayudarme a interpretar los signos de los tiempos.
  • Ayúdame, Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo a purión y a ser testigo de tu misericordia.

“DIOS LO LLAMÓ DESDE LA ZARZA” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO III DE CUARESMA (CICLO C)

VERDAD – LECTURA

Éxodo 3,1-8a.13-15

1Moisés era el pastor del ganado de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián. Llevó el ganado más allá del desierto y llegó al monte de Dios, el Horeb. 2Allí se le apareció el ángel del Señor en llama de fuego, en medio de una zarza. Miró, y vio que la zarza ardía sin consumirse. 3Moisés se dijo: «Voy a acercarme a ver esta gran visión; por qué la zarza no se consume». 4El Señor vio que se acercaba para mirar y lo llamó desde la zarza: «¡Moisés! ¡Moisés!». Y él respondió: «Aquí estoy». 5Dios le dijo: «No te acerques. Descálzate, porque el lugar en que estás es tierra santa». 6Y añadió: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob». Moisés se tapó la cara, porque temía ver a Dios. 7El Señor continuó: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído el clamor que le arranca su opresión y conozco sus angustias. 8Voy a bajar a liberarlo de la mano de los egipcios, sacarlo de aquella tierra y llevarlo a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel. 13Moisés dijo a Dios: «Bien, yo me presentaré a los israelitas y les diré: El Dios de nuestros padres me ha enviado a vosotros. Pero si ellos me preguntan: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?». 14Dios dijo a Moisés: «Yo soy el que soy. Así responderás a los israelitas: Yo soy me ha enviado a vosotros». 15Y continuó: «Dirás así a los israelitas: El Señor, Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Éste es mi nombre para siempre, éste mi recuerdo por todos los siglos».

El fragmento del libro del Éxodo que hoy nos ofrece la liturgia corresponde a la narración de la vocación de Moisés. Éste ha huido de Egipto, después de haber matado a un egipcio que estaba maltratando a un israelita.

Yahveh se hace presente en su vida cotidiana. Le sorprende un hecho asombroso e insólito: una zarza está ardiendo sin consumirse. Al acercarse para observar este acontecimiento extraordinario, Dios lo llama por su nombre. La respuesta de Moisés es inmediata y de total disponibilidad: “Aquí estoy”. Yahveh, por su parte, le enseña cómo debe uno permanecer en su presencia: Despojándose de todos los prejuicios, de todos nuestros convencionalismos o ideas preconcebidas. Hemos de abrirnos a la presencia de Dios desde el corazón y con una apertura total. Él se nos mostrará tal cual es.

Yahveh se da a conocer a Moisés como el Dios de sus padres y como aquel que está presente en la vida de su pueblo, atento a la opresión que está sufriendo en Egipto y dispuesto a liberarlo de la esclavitud. Una liberación que no quiere realizar sin la cooperación del ser humano. Por lo que, llama a Moisés para que sea su colaborador. Moisés en un principio, por así decir, se siente incapaz, insuficiente y sin la autoridad necesaria para llevar a cabo dicha misión: ¿qué responderá a los Israelitas si éstos le preguntan acerca de quién le envía? Yo soy el que soy. Yo soy el Dios de vuestros antepasados, aquel que ha estado siempre presente en la vida de mi pueblo, aquel que os acompaña desde siempre y para siempre.

Después de esta respuesta de Dios, Moisés acoge la misión.

 CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Eres consciente de cómo Dios se hace presente en tu vida cotidiana?
  • ¿Estás atentos a las señales de la presencia de Dios en tu día a día?
  • ¿A qué misión crees que te esta llamando Dios en este momento concreto de tu vida? ¿Cómo respondes a esta llamada?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 106

2En el Señor he puesto toda mi esperanza, él se inclinó hacia mí y escuchó mi grito;

3me sacó de la fosa mortal, del fango cenagoso; puso mis pies sobre la roca, aseguró mis pasos;

4puso en mi boca un cantar nuevo, una alabanza para nuestro Dios. Muchos, al verlo, temerán y confiarán en el Señor.

5Dichoso el hombre que en el Señor ha puesto su esperanza y no se ha ido con los arrogantes ni con los que se pierden en engaños.

6¡Qué grandes son, Señor, Dios mío, los proyectos y los milagros que hiciste por nosotros!: eres incomparable. Yo quisiera decirlos, proclamarlos; pero son tantos, que no pueden contarse.

7Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, no pides holocaustos ni sacrificios por el pecado; en cambio, me has abierto el oído,

8por lo que entonces dije: «Aquí estoy, en el libro está escrito de mí:

9Dios mío, yo quiero hacer tu voluntad, tu ley está en el fondo de mi alma».

10Pregoné tu justicia a la gran asamblea, no he cerrado mis labios; tú lo sabes, Señor.

“Vieron su gloria” Lectio Divina del II domingo de Cuaresma (Ciclo C)

VERDAD – LECTURA

EVANGELIO (Lc 9, 28b-36)

En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, aparecieron con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían del sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle. Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

En este segundo domingo de Cuaresma la liturgia nos ofrece, para nuestra meditación y oración, en los tres ciclos litúrgicos, el texto conocido como la transfiguración de Jesús. En este ciclo C, en el que nos encontramos, se nos presenta dicho relato según la versión del evangelio de Lucas.

Estamos encima de una montaña, en una situación temporal imprecisa. Aunque aquí no lo hemos recogido, y tampoco lo recoge la liturgia de la palabra, el texto comienza diciéndonos: «Unos ocho días después…» Y, al menos a mí, inmediatamente, me asalta una pregunta: ¿ocho días después de qué? ¿del regreso de los discípulos una vez que Jesús les enviara a predicar el Reino? ¿Ocho días después de la profesión de fe de Pedro? ¿Ocho días después del primer anuncio de su pasión? Pues probablemente, según nos dicen los estudiosos, después de estos dos últimos acontecimientos.

A partir de lo que conocemos por los otros evangelios sinópticos, los discípulos, especialmente Pedro, no han entendido nada de aquel anuncio. ¿Cómo es posible que el Mesías vaya a padecer todo eso y muera? ¿Y qué es eso de que después va a resucitar? A los discípulos les cuesta entender las palabras de Jesús.

Por eso, Jesús quiere manifestarse a ellos y confirmarles en la fe. Es un intento de que sus discípulos cambien la concepción que tienen acerca del Mesías. La transfiguración es una confirmación de que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías esperado. Es un anticipo de la resurrección. Pero vayamos por partes.

Decíamos más arriba que nos encontramos en una montaña; este lugar es privilegiado para el encuentro con Dios. Basta recordar los encuentros de Moisés con Dios en el monte Sinaí (Éx 19,20; 24,12-15; 34,2-4) o de Elías en el monte Horeb (1Re 19,8). Jesús está allí orando, encontrándose con el Padre; y… en aquel momento, cambió el aspecto de su rostro y sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente.

Inesperadamente, aparecen dos hombres que se ponen a hablar con Jesús. ¿Quiénes son? Moisés y Elías. Pero, ¿quiénes son estos personajes y por qué se aparecen? Moisés representa la Ley, él la había recibido en el Sinaí; y Elías representa a los profetas, éste había sido arrebatado al cielo por un carro de fuego (2Re 2,11) y según la profecía de Malaquías, tiene que volver a preparar el camino al Mesías (Mal 3,23). Por tanto, la Ley y los profetas, el Antiguo Testamento, viene a dar testimonio de Jesús como Hijo de Dios.

Y, ¿acerca de qué dialogan Moisés, Elías y Jesús? Pues según nos dice el texto, precisamente, acerca de la duda que tenían los discípulos: de la muerte de Jesús, la cual iba a tener lugar en Jerusalén.

El Mesías esperado no es un Mesías poderoso, guerrero y aniquilador de enemigos. El verdadero Mesías tendrá que padecer y morir, pero al tercer día será resucitado por el Padre. De este modo, Jesús nos liberará de todas nuestras ataduras y de la más importante, de la atadura de la muerte; puesto que, si él resucitó, nosotros también resucitaremos, a pesar de todos nuestros problemas, de nuestras dificultades, de nuestras miserias.

Aunque los discípulos estaban cargados de sueño, se mantuvieron despiertos y pudieron ver la gloria de Jesús y a los dos personajes que se encontraban junto a él. Y su reacción fue lógica. En aquel instante, no se dan cuenta de la importancia del acontecimiento que están viviendo. Sus mentes están en otra parte, no perciben la realidad de una manera clara, están aturdidos. Y reaccionan, sobre todo Pedro, con aquellas palabras: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a quedarnos». Eso de tener que pasar por una pasión, por la muerte… Todo eso no tiene sentido, vamos a quedarnos aquí, quítate de problemas. Ese es el pensamiento de los discípulos y de Pedro que se hace su portavoz; sin embargo, según, el texto, Pedro no sabe lo que dice.

Mientras Pedro está hablando, una nube del cielo los cubrió. La nube, recordemos, es símbolo de la presencia de Dios (Éx 40,34-38; Núm 10,11s.). Entonces, se oye la voz del Padre que dice: «Este es mi Hijo, el elegido, escuchadle». De este modo, el Padre confirma que Jesús es el Hijo de Dios, y que nosotros lo que debemos hacer es escuchar su Palabra.

Los discípulos guardan silencio y no contaron a nadie lo ocurrido. Tendrán que vivir la experiencia de la Pascua para entender verdaderamente este acontecimiento y comenzar a anunciar a Jesús Resucitado por todos los confines del mundo.

CAMINO – MEDITACIÓN

• ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?

• Hoy también a ti, Jesús te invita a subir con él a la montaña para orar. ¿Cuál es tu montaña? ¿Qué sientes? ¿Aceptas la invitación? ¿Cuál es tu experiencia en esta montaña?

• ¿Qué significado tiene en tu vida que Moisés y Elías, es decir, que la ley y los profetas, vengan a confirmar que Jesús es el Hijo de Dios? ¿Qué significa para ti que Jesús sea el Hijo de Dios? ¿Qué significado adquiere todo esto para tu vida diaria?

• Jesús cada día se manifiesta en tu vida. ¿De qué manera? ¿Cómo lo percibes? ¿Cómo es ese encuentro? ¿Sirve para cambiar tu percepción y tu modo de vivir el día a día?

• ¿Escuchas la Palabra de Jesús? ¿Cambia en algo tu vida?

• No puedes quedarte en la montaña, has de bajar a la vida cotidiana y, desde tu experiencia pascual, contar lo que has visto y oído a todos aquellos que salen a tu encuentro.

VIDA – ORACIÓN

• Bendito y alabado seas, Padre, por revelarnos que Jesús es tu Hijo amado, que puede transformar, desde lo más hondo de nuestro ser, nuestras vidas.

• Gracias, Jesús, porque cada día te muestras y te revelas en los acontecimientos cotidianos de nuestra vida.

• Ayúdanos, Espíritu Santo, a configurarnos cada día más con Jesús y a llevar su Palabra a todos nuestros hermanos.

“LEVANTA TUS OJOS AL CIELO” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO II DE CUARESMA (CICLO C)

VERDAD – LECTURA

Génesis 15,5-12.17-18

5En aquellos días, Dios llevó fuera a Abrán y le dijo: «Levanta tus ojos al cielo y cuenta, si puedes, las estrellas»; y añadió: «Así será tu descendencia». 6Abrán creyó al Señor, y el Señor le consideró como un hombre justo. 7Y le dijo: «Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los caldeos para darte esta tierra en posesión». 8Abrán le preguntó: «Señor Dios, ¿cómo sabré yo que la poseeré?». 9El Señor le dijo: «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y una paloma». 10Él trajo todos estos animales, los partió por la mitad y puso una mitad frente a la otra; pero las aves no las partió.  11Las aves rapaces revoloteaban sobre los cadáveres, pero Abrán las espantaba. 12Cuando el sol estaba ya para ponerse, cayó sobre Abrán un sueño profundo y le envolvió una oscuridad terrorífica. 17Cuando se puso el sol, apareció entre densísimas tinieblas una hornilla humeante y una llama de fuego, que pasó por entre los animales partidos. 18Aquel día el Señor hizo un pacto con Abrán en estos términos: «A tu descendencia doy esta tierra, desde el torrente de Egipto hasta el gran río, el Éufrates.

En la mayoría de las ocasiones, Dios no actúa de manera inmediata, tal y como nos gustaría a nosotros, Él tiene sus propios tiempos. Eso le ocurre a Abrán; es cierto, que Dios le hace una promesa: tu descendencia será numerosa, tanto como las estrellas del cielo y podrás disfrutar poseyendo la tierra en la que ahora vives como extranjero. Sin embargo, Abrán tendrá que esperar para que ésta se realice. Abrán no se impacienta, ni se desilusiona, al contrario, actualiza su fe en Yahveh y se apoya en Él con total confianza.

Dios acoge esta fe y esta esperanza: “le consideró como un hombre justo”, es decir como aquel que es fiel a la alianza establecida con él. Dios le hace ver a Abrán la manera en la que ha estado presente en su vida, ayudándole, sosteniéndole, siendo su compañero de camino con un objetivo concreto: “Yo te saco de Ur de los caldeos para darte esta tierra en posesión”.

Para ratificar esta promesa y esta alianza, Yahveh le invita a realizar una celebración o ritual de confirmación de la misma, al estilo de los pueblos de la antigüedad. A partir de entonces Dios se une a la vida de Abrán y a la historia de la humanidad con un lazo inseparable e indestructible para caminar junto a ellos ofreciéndoles su amor, su misericordia, su protección y su fidelidad. No le exige ninguna contrapartida al ser humano, pues a Abrán le hace caer en un sueño profundo y es Yahveh quien pasa por entre los animales partidos.

Dios está siempre al lado de su pueblo, siendo fiel a la alianza aunque este la rompa.

 CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Qué piensa acerca de la afirmación de que Dios tiene sus propios tiempos? ¿Te desesperas o te impacientas cuando pides algo a Dios y no te lo concede inmediatamente? ¿Intentas vivir desde la fe y la esperanza en tu día a día?
  • ¿Eres consciente de la presencia de Dios en los acontecimientos diarios de tu vida? ¿De que Dios te sostiene y es tu compañero de camino?
  • ¿Mantienes la esperanza en Dios, sabiendo que Él es fiel a la alianza que ha establecido contigo?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 106

1Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor.

2¿Quién podrá contar las proezas del Señor?, ¿quién podrá alabarlo como se merece?

3Dichosos los que guardan el derecho y en todo tiempo practican la justicia.

4Cuando seas propicio con tu pueblo, acuérdate de mí, Señor; cuando vengas a salvarlo, no te olvides de mí;

5para que vea la dicha de tus elegidos, me alegre con la alegría de tu pueblo y me enorgullezca con tu heredad.

“EL SEÑOR ESCUCHÓ NUESTROS GRITOS”. LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO I DE CUARESMA (CICLO C)

VERDAD – LECTURA

Deuteronomio 26,4-10

Moisés habló al pueblo diciendo: 4El sacerdote recibirá la cesta de tus manos y la pondrá delante del altar del Señor, tu Dios. 5Tomarás de nuevo la palabra y dirás ante el Señor, tu Dios: Mi padre era un arameo errante, que bajó a Egipto. Allí se quedó con unas pocas personas más; pero pronto se convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa. 6Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una cruel esclavitud. 7Pero nosotros clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, que escuchó nuestra plegaria, volvió su rostro hacia nuestra miseria, nuestros trabajos y nuestra opresión, 8nos sacó de Egipto con mano poderosa y brazo fuerte en medio de gran terror, prodigios y portentos, 9nos trajo hasta aquí y nos dio esta tierra que mana leche y miel. 10Y ahora aquí traigo las primicias de los frutos de la tierra que el Señor me ha dado. Las dejarás delante del altar del Señor, tu Dios, y te postrarás en su presencia.

El presente texto hay que entenderlo en el contexto de la Alianza que Dios hizo, hace y actualiza con su Pueblo. En él está contenido el “credo” que los israelitas proclamaban cuando se acercaban al santuario con ocasión de la celebración anual de la fiesta del ofrecimiento de las primicias de la tierra a Yahveh.

Con esta profesión de fe, el pueblo hebreo recordaba la implicación de Dios en la salvación de Israel. En ella, Israel reconoce como, en su origen, era un pueblo sin tierra, ni libertad, puesto que sufría la opresión en Egipto. Una situación que le hizo sentirse abandonado. Sin embargo, Dios no le abandonó en ningún momento, estuvo siempre a su lado y lo convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa. En aquel momento de opresión, Yahveh escuchó el clamor de su pueblo e intervino con mano poderosa y brazo fuerte para llevarlo a una tierra que mana leche y miel. Un lugar de prosperidad y abundancia.

Pero, todo esto no es un mero recuerdo, sino que cada año Israel actualiza la acción salvífica de Dios, porque Él sigue estando en medio de su Pueblo sosteniéndolo, cuidándolo y guardándolo de todos los peligros, de todas las dificultades y todos los sufrimientos.

El pueblo de Israel responde a la bondad de Dios ofreciéndole los primeros frutos recolectados, como acción de gracias por todos los dones que ha recibido por parte de Yahveh y manifestándole su adoración y fidelidad a la Alianza.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • Dios ha establecido y establece cada día una “alianza” contigo, ¿Cómo la acoges?
  • ¿Eres consciente de que todos los bienes que recibes, no sólo los materiales, son un don de Dios?
  • En los momentos de dificultad, de peligro, de opresión e incertidumbre, ¿te das cuenta que Dios permanece a tu lado?
  • ¿Cómo respondes a la bondad de Dios por todos los beneficios que a diario te regala?
  • ¿Eres capaz de perdonar y acoger a tu prójimo de manera incondicional?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 25

1Te doy gracias, Señor, de todo corazón, frente a los dioses cantaré para ti.

2Yo me postro hacia tu santo templo, doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad, pues tus promesas superan tu fama.

3El día que te llamé, tú me respondiste y me diste valor.

4Que te den gracias, Señor, todos los reyes de la tierra, cuando escuchen las palabras de tu boca;

5que ensalcen los caminos del Señor: «¡Qué grande es la gloria del Señor!».

6Aunque es excelso, el Señor se fija en el humilde, pero conoce desde lejos al soberbio.

7Cuando estoy en peligro, tú me sacas con vida; das a mis enemigos un puñetazo en las narices y tu diestra me salva.

8El Señor lo hará todo por mí. Señor, tu amor es eterno, no abandones la obra de tus manos.