¡Estad preparados! Lectio Divina Domingo XXXII del T.O. (Ciclo A)

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Mt 25,1-3

Nos encontramos dentro del llamado discurso apocalíptico de Mateo, quinto y último de su evangelio, que comprende los capítulos 24 y 25.

Dentro del contexto del “primer evangelio”, los primeros cristianos creían que el fin del mundo era inminente. Aunque, pasaba el tiempo y la parusía (segunda venida de Cristo glorioso al final de los tiempos) no llegaba; con lo que, la comunidad cristiana, tal y como bien apunta José Luis Sicre, tuvo que reinterpretar la idea de la misma, a pesar de las persecuciones que estaban sufriendo.

Sin embargo, el autor del evangelio no se deja llevar por el catastrofismo, la angustia o la tribulación; pues, en realidad “en cuanto al día y la hora, no los conoce nadie, ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solo los conoce el Padre”. Luego, el cristiano lo que tiene que hacer es mantenerse en una actitud de vigilancia, pues la llegada del Reinado de Dios ocurrirá de manera inesperada.

Este es, podríamos decir, el contexto histórico del momento en el que se escribe la parábola, que la liturgia de hoy nos ofrece en la celebración de la eucaristía. Pero profundicemos un poco más en la misma para poder entenderla de una manera más satisfactoria.

Antes de celebrarse la ceremonia de la boda, un grupo de muchachas solía acompañar al novio para recoger a la novia en su casa y llevarla al lugar donde iba a celebrarse la misma. Este hecho da pie a Jesús para anunciar la Buena Nueva por medio de una parábola.

Se encuentran 10 muchachas (vírgenes) esperando la llegada del novio para acompañarle. Pero, éste se retrasa, va anocheciendo y a ellas les entra sueño, el aceite con el que se mantienen encendidas las lámparas se va consumiendo, hasta tal punto que ante la inminente llegada del novio, cinco de estas muchachas que no habían previsto dicha tardanza, deben ir a comprar más aceite.

Lo que se dice velar o vigilar, la verdad es que ninguna de ellas lo ha hecho. Por lo que más que a la vigilancia, Jesús nos esta invitando a ser previsores; lo importante es estar preparados, sin dejarlo todo para el último momento; Jesús nos está invitando a permanecer atentos con respecto al aceite de nuestras lámparas y no permitir que se acabe.

Está claro que el novio es Jesús y las diez vírgenes somo cada uno de nosotros. Pero, ¿qué es el aceite? Mateo nos lo aclarará precisamente a lo largo del capítulo veinticinco de su evangelio con la parábola de los talentos y con el relato sobre el juicio final. Ese aceite son la cualidades, recursos, capacidades, aptitudes, competencias, valores… que Dios nos ha regalado y que nosotros hemos de poner al servicio de los demás por medio de nuestras obras: dar de comer al hambriento, de beber al sediento; acoger al migrante, vestir al desnudo… En una palabra, hacer el bien a nuestro alrededor: al pobre, al pequeño, al más necesitado. Y, teniendo en cuenta que, esas cualidades, capacidades, recursos, esos talentos son individuales, son los que Dios ha dado a cada uno de nosotros, y todo eso no podemos dárselo al otro, pues él tiene los suyos propios, únicamente podemos ponerlos al servicio de los demás.

Por tanto, sigamos la invitación de Jesús a estar atentos para que el aceite de nuestra lámpara no se acabe, a estar preparados ante el retraso del esposo, pues no sabemos ni el día, ni la hora.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • El esposo, Jesús, nos está invitando al banquete de bodas, que es el Reinado de Dios, ¿estás preparado para ello?
  • ¿De qué manera te estás preparando para la venida de Jesucristo? ¿Estás poniendo toda la carne en el asador?
  • ¿Estás atento a las necesidades de las personas que están a tu alrededor?
  • ¿Estás poniendo al servicio de los demás los dones que Dios te ha regalado?

VIDA – ORACIÓN

  • Da gracias a Dios por todos los dones que te regala cada día.
  • Alaba a Jesucristo por invitarte a estar atento a su próxima venida y por acompañarte durante la espera.
  • Pide al Espíritu Santo que te ayude a poner todas tus cualidades, capacidades, facultades al servicio de los demás, especialmente de los más necesitados.
  • Intercede para que la Santísima Trinidad ayude a todos los seres humanos a mantener encendidas sus lámparas.

VEN AL BANQUETE DE BODAS – LECTIO DIVINA DEL DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO A)

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Mt 22,1-14

El mensaje de la parábola es, aparentemente, bastante claro. Un rey envía a sus criados a llamar a los invitados a la boda de su hijo. Pero estos no quieren asistir a la misma.

Por segunda vez, vuelve a enviar a otros criados a insistir en la invitación. Y, nuevamente, no sólo no les hacen caso, sino que además algunos de ellos marchan a «sus asuntos» y otros maltratan y matan a los criados. El rey se irrita y envía a sus tropas a destruir la ciudad de estos «malvados».

A renglón seguido, viendo que esos invitados no eran dignos; pero, el banquete está preparado, vuelve a enviar a sus criados a buscar comensales. Los cuales salen a los caminos e invitan a todos los que encuentran. La sala del banquete se llena de invitados.

Sin embargo, al entrar el rey a saludarlos se fija que hay una persona que no llevaba el traje adecuado para la boda. Lo recrimina pero él no responde. Por lo cual, es expulsado del banquete.

Hasta aquí, si queremos, una lectura superficial o si queremos literal del relato. Pero, me gustaría profundizar algo más en el mismo; primeramente, desde una lectura del contexto en el que escribe Mateo y luego desde una lectura eclesial.

Recordemos, que Mateo escribe para una comunidad que, eminentemente, procede del judaísmo. Muchos de los lectores o «escuchadores» de esta parábola en la comunidad de Mateo conocen perfectamente la historia del Pueblo de Israel. Toda la historia de Israel ha sido una clara invitación al banquete de bodas mesiánica. Pero, ¿qué ocurre? Que los criados enviados para invitar a dicha boda han sido rechazados, es más han sido maltratados e, incluso, asesinados. No podemos menos, que ver aquí, una clara alusión a los profetas; es más, en tiempos de Jesús, incluso a Juan, el bautista.

¿Qué hace entonces el rey? Envía destruir la ciudad de los invitados, posible alusión a la destrucción de Jerusalén del año 70, y envía a más criados a que salgan a los caminos a invitar a todos los que encuentren, buenos y malos, porque el banquete está preparado. Me detengo un instante, en esta expresión buenos y malos. Traigamos a nuestra memoria la parábola del trigo y la cizaña; ambos crecen juntos hasta la siega. Todos están invitados al banquete, y ninguno de nosotros tiene porqué excluir a nadie; esta función le compete al dueño del campo, en este caso al rey. El cual, percibe como uno de los invitados no lleva puesto el traje adecuado, no lleva traje de boda. En las bodas, en época de Jesús, en ningún sitio estaba prescrito que uno debía vestir un traje especial; bastaba un vestido limpio, luego volveremos sobre ello. Este personaje es expulsado del banquete. Hasta aquí, si queremos, la lectura desde el contexto en el que escribe Mateo.

Profundicemos un poco más, desde una lectura eclesial o si preferimos desde una lectura cristiana actual del texto. Dios ha ido revelándose a la humanidad durante siglos y siglos. Ha ido invitando, en distintos momentos de la historia, al banquete de bodas de su hijo, el novio.

La Iglesia es a su vez, la novia y la invitada a la boda. Al igual que los invitados de la parábola podemos aceptar o rechazar la invitación, es más podemos, incluso, maltratar y matar a los enviados, a los criados, a aquellos que anuncian la Buena Nueva. Es cosa nuestra y nos atendremos a las consecuencias, no porque el rey así lo haya querido, sino porque nosotros lo hemos querido y provocado. Somos nosotros los que no queremos saber nada del rey, su banquete y su hijo, y nos vamos a nuestros asuntos; es más, cómo en muchos momentos de nuestra vida, la mayoría, estos criados-enviados son bastante pesados y nos molestan, optamos por quitarlos de en medio. Así es nuestra actuación en más de una ocasión. Y tenemos que asumir las consecuencias. No tiene porqué extrañarnos que el rey (Dios) envíe a sus mensajeros a invitar a otros que encuentre por los caminos (¿pecadores y prostitutas?).

Es posible, también, que cualquiera de nosotros seamos de los que hemos entrado en el banquete; a ello estamos llamados y además de una manera reiterada. Cuando estamos disfrutando de él o a punto de comenzar el mismo, entrará el rey (el Padre), saludará a cada uno de los comensales y reparará en uno que no lleva puesto el traje adecuado. Es decir, uno que no se ha convertido totalmente y con todo su ser al mensaje del Reino, uno que no ha querido cambiar de estilo de vida, uno que no ha querido asumir la actitudes vitales de Jesús y que además lo ha hecho de manera consciente e intencionada. Sí, quiere beneficiarse del banquete, pero sin arriesgar nada, sin poner nada de su parte; quiere banquetear en el Reino pero seguir llevando la misma vida que hasta ahora; quiere que Dios cumpla su parte del pacto pero él poderla incumplir siempre que le convenga; quiere ser beneficiario de los dones de Dios pero sin amar a Dios.

Desde este punto de vista, hemos de ver además y entender, la última frase de este pasaje: «son muchos los llamados, pero pocos los escogidos». Mas que en sentido cuantitativo, creo que esta expresión habría que leerla en sentido cualitativo, y me explico. Las llamadas por parte de Dios son infinitas, siempre está llamando a entrar en el banquete, y nos está llamando a toda la humanidad, sin distinción alguna, lo hace reiteradamente, en todo momento y cada lugar. Sin embargo, la elección está en nuestra manos, nosotros podemos voluntariamente participar o no en el banquete de bodas. Eso sí, debemos llevar el traje adecuado, debemos vivir como invitados a la boda, no podemos «nadar y guardar la ropa». Hemos de vivir en continua conversión, teniendo presente las actitudes vitales de Jesús y dejando que el Espíritu nos modele según el modelo que es el Hijo. Así seremos uno de esos comensales a los que el rey saludará, se sentará con él, comerán y conversarán como amigos durante el banquete. No es Dios el que escoge, Dios llama, la elección es cosa nuestra.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • Dios te está invitando continuamente a entrar en el banquete del Reino. ¿Cuál es tu repuesta ante esta invitación? ¿También tú tienes otros negocios que atender o incluso, de alguna manera matas a los criados que él te envía?
  • ¿Qué siente al ser invitado a la boda? ¿Está dispuesto a asistir al banquete?
  • Si estás dispuesto, tienes que llevar puesto el traje adecuado, ¿qué debes hacer para despojarte de tus viejos vestidos y vestir el traje nuevo? ¿De qué prendas debes despojarte y qué prendas debes adquirir? ¿A qué tienes que renunciar para entrar en el banquete?

VIDA – ORACIÓN

  • Da gracias a Dios por estar llamándote continuamente a participar en el banquete del Reino junto a todos nuestros hermanos.
  • Pide al Señor que te ayude a despojarte de tus viejos vestido y a vestirte con el traje nuevo de la boda del Reino.
  • Alaba a Dios por todos los beneficios que a diario te regala, todo proviene de Dios.

IMPORTANTE: Esta Lectio Divina puedes encontrarla, también, en audio, el próximo domingo en el muro del perfil de Facebook del Centro Bíblico San Pablo: https://www.facebook.com/centrobiblico.es

Lo matamos y nos quedamos con la herencia. Lectio Divina del Domingo XXVII del Tiempo Ordinario – Ciclo A

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Mt 21,33-43

Cada uno de nosotros conoce perfectamente las cosas que hay en su casa. Por eso, cuando recibimos la visita de alguien de fuera, lo primero que hacemos es decirle dónde están las distintas estancias, por si necesitan algo. O, cuando dejamos nuestra casa para que vivan otros, les explicamos dónde están las cosas.

En el evangelio de hoy, Jesús presenta una parábola a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, a los “presbíteros”. Ellos son quienes ofrecían los sacrificios a Dios. En la parábola, Jesús les habla del propietario de un terreno que planta una viña, la rodea con una cerca, cava en ella un lagar, construye la casa del guarda, la arrenda a unos labradores y se va de viaje. Pero cuando llega el tiempo de la vendimia, manda a sus sirvientes a recoger la parte del fruto que le correspondía. La respuesta de los labradores fue, por dos veces seguidas, maltratarlos y matarlos para no darle al dueño lo que era suyo.

El dueño de la viña no desiste y le manda a su hijo, creyendo que así le respetarían. Sin embargo, los labradores, hacen con el hijo lo mismo que hicieron con los criados, creyendo que así, al matar al descendiente, se quedarían con la herencia del señor.

A continuación, Jesús pregunta a los ancianos y sumos sacerdotes: «cuando vuelva el dueño de la viña, qué hará con aquellos labradores?». Ellos responden con la “ley del Talión”. Les hará lo mismo. Los matará y entregará su viña a otros labradores «que le entreguen los frutos a su tiempo».

Ahora llega el momento en que Jesús les explica la parábola que no han entendido: «se os quitará el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos»; porque el Reino de Dios es para todos pero ellos lo han rechazado, no han dado los frutos que el Señor desea. Por eso lo compara con «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular».

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha tocado el corazón?
  • ¿Has dejado alguna vez tu casa para que vivan otros?
  • ¿Cómo la has encontrado a tu vuelta?
  • ¿Con qué personaje del evangelio te identificas más? ¿Los labradores, el dueño de la viña, el hijo, los sumos sacerdotes, los ancianos?
  • ¿Quién es para ti ese dueño de la viña?
  • ¿Quién es para ti el hijo?
  • ¿Quienes son los criados de la primera y la segunda vez?
  • ¿Has rechazado a alguien o a algo pensado que no tenía valor y te has equivocado?
  • ¿Cómo acoges el Reino de Dios?

VIDA – ORACIÓN

Cuántas veces Señor, desde el origen, los hombres hemos querido ser dioses. Nos enviaste a los patriarcas, a los profetas, a tu Hijo y aún así, nos resistimos. ¿Hasta cuándo, Señor, seguiremos siendo tercos y duros de corazón? Aumenta nuestra fe, danos entrañas de misericordia, un corazón capaz de amar y acoger a Ti, a tu Palabra y a aquellos que Tú nos envías. Así sea.

“¿Quién cumplió la voluntad de su padre?” Lectio divina del domingo XXVI del Tiempo Ordinario – Ciclo A

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Mt 21,28-32

La parábola que hoy nos regala la liturgia para acoger, orar, celebrar y poner en práctica,  está enmarcada dentro de una sección en la que Jesús es rechazado en Jerusalén por parte de los dirigentes judíos (Mt 21,1—23,39).

Jesús ha sido recibido allí, por la multitud, de manera triunfal; y la gente le aclamaba como hijo de David y profeta. Sin embargo, las autoridades judías se en enfrentado abiertamente a él. Precisamente, en este contexto de controversia, Jesús pronuncia esta parábola.

En los versículos precedentes, Jesús se ha enfrentado, en el templo, a los sumos sacerdotes, escribas y ancianos que ponían en entredicho su autoridad: “¿Con qué autoridad haces eso? ¿quién te ha dado tal autoridad?” (21,23). Jesús no les responde a dicha pregunta de manera directa, sino que les lanza otra: “El bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿de Dios o de los hombres?” (21,25). Pregunta que sus interlocutores evitan responder.

A renglón seguido, Jesús les propone la parábola de los dos hijos; con la que, de alguna manera, quiere responder a la pregunta a la que ellos no quisieron dar respuesta: el bautismo de Juan, sin duda ninguna, procedía de Dios.

Aunque, curiosamente, quienes habían seguido a Juan el Bautista era “gente de mal vivir”. Pero, ¿quién está realmente más cerca del Reinado de Dios?

El pueblo judío y con él sus dirigentes y autoridades, dieron su sí a Dios aceptando la ley de Moisés. Sin embargo, incumplieron la Alianza con Dios en múltiples ocasiones. La más cercana a la vida de Jesús, al no hacer caso de la invitación de Juan a la conversión. Y, por el contrario, los publicanos y prostitutas, que, en un principio, dijeron no a Dios, al negarse a vivir según los mandamiento, finalmente se arrepintieron y se convirtieron, cumpliendo de esta manera la voluntad del Padre. Por tanto, están más cerca del Reino de Dios.

Ellos reconociendo su infidelidad han dado un cambio radical a su vida acogiendo la invitación de Juan a la conversión y acogiendo a Jesús como su verdadero Salvador, como el Hijo de Dios. Han sido capaces de acoger la propuesta de Jesús de comenzar una nueva forma de vida.

En la comunidad de Mateo, esta parábola, además, iluminaba la situación de la misma en la que los dirigentes israelitas habían rechazado la enseñanza y forma de vida de Jesús y la acogida de la misma por parte de los paganos.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios, aquí y ahora, en este momento, con ello?
  • Hoy, Jesús te hace las mismas preguntas que le hizo en su tiempo a los dirigentes judíos: ¿Qué te parece? ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?
  • ¿Con cuál de los dos hijos te siente identificado?
  • ¿Cómo respondes a la Alianza de Dios? ¿Al seguimiento de Jesús? ¿Eres de los que dicen sí, con la boca pequeña y luego hace lo que le da la gana o de los que se arrepienten de sus infidelidades?
  • Ante la infidelidad a la Alianza que Dios Padre ha hecho contigo, ¿cómo reaccionas? ¿Te arrepientes y actúas en consecuencia?

VIDA – ORACIÓN

  • Da gracias a Dios Padre por el don de tu vida. Alábalo por haber realizado contigo una Alianza Nueva, por cuidarte cada día, como su pequeña viña.
  • Pide perdón a Jesús, por las veces en que no eres fiel al evangelio.
  • Acoge la transformación que el Espíritu Santo quiere realizar en tu vida y pídele fuerzas, ciencia y los medios necesarios para anunciar el evangelio a tu alrededor con tu palabra y tu testimonio.

Hoy el dueño de la viña sería denunciado. Lectio Divina del Domingo XXV del Tiempo Ordinario – Ciclo A

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Mt 20,1-16

Según nuestra lógica, el que más trabaja, debe cobrar más y el que menos trabaja, menos; porque entendemos que al trabajador se le debe pagar según las horas trabajadas y su rendimiento. No entendemos que sea justo que todos cobren lo mismo al final de la jornada, cuando unos trabajan más tiempo que otros. Además, recurrimos a los sindicatos con facilidad si en nuestros puestos de trabajo vemos cualquier cuestión que nos parece anómala para asesorarnos y llevar, incluso, a pleito a aquel que nos contrata.

Sin embargo, el evangelio de esta semana, nos desmonta nuestra manera de entender las cosas. El propietario de la viña, no es injusto pagando lo mismo a todos sus trabajadores sin mirar el tiempo que cada uno de ellos ha trabajado o el rendimiento que ha producido. Él paga a cada uno lo que ha acordado con ellos, porque ha establecido un contrato de palabra y la palabra tiene validez legal. Los trabajadores no van a buscar el trabajo, es el propietario quien los busca.

Esta parábola del dueño de la viña, se la cuenta Jesús a sus discípulos para que ellos también entiendan que es Dios quien elige el momento, porque a cada uno lo llama en su momento. Unos «al amanecer», otros «a media mañana», «a medio día», «a media tarde» y «al caer la tarde». Pero al anochecer, llama primero a los últimos y les paga uno a uno hasta llegar a los primeros, que con orgullo pensaban recibir más que aquellos que habían cobrado sin trabajar el mismo tiempo que ellos.

Ahí está el error de los jornaleros, quieren manipular la voluntad del propietario. Por eso, el dueño de la viña les dice: «¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos?».

Ahora es cuando el evangelista nos dice cuál es la lógica de Dios: «los últimos serán los primeros y los primeros serán últimos».

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha tocado el corazón?
  • ¿Cómo habría reaccionado yo si el propietario me llama a primera hora y me paga igual que al resto?
  • ¿Qué le hubiera dicho?
  • ¿Descubro en mi lugar de trabajo “injusticias” de este tipo?
  • ¿Cómo reacciono?
  • ¿Soy de los que le gusta salir al encuentro o me gusta que me busquen?
  • ¿Cómo ando de orgullo?
  • ¿Me gusta que los demás me reconozcan los méritos de todo cuanto hago?
  • ¿Cómo me sienta cuando los demás me dejan “el último”?

VIDA – ORACIÓN

Dame Señor un corazón humilde para saber colocarme en el último lugar, capaz de doblegar mi orgullo y mi soberbia. Sabes que me cuesta mucho que no me reconozcan mis méritos, disfruto con los halagos y agasajos. Dame un corazón pobre, sencillo, humilde. Un corazón que antes de juzgar, pensando en sí mismo, piense: “¿cuál es la voluntad de Dios?”. Perdóname por las veces que quiero hacer tu voluntad a mi antojo y apetencia. Dame, Señor, un corazón con las dimensiones de tu corazón. Así sea.

“El Reino de los cielos se parece…” Lectio Divina Domingo XVII del Tiempo Ordinario – Ciclo A

VERDAD-LECTURA

Evangelio: Mt 13,44-52

Continuamos leyendo el evangelio del domingo pasado, las “parábolas del Reino”, comparaciones que hacen accesible el misterio. Hoy, el evangelio nos presenta tres:

  1. El tesoro escondido en el campo (Mt 13,44).
  2. A un comerciante de perlas finas (Mt 13,45-46).
  3. La red que echan en el mar (Mt 13,47-48).

Las dos primeras, presentan el Reino como “algo” que tiene un incalculable valor. La tercera, nos hace entender que en el Reino, no entraremos todos, sino que habrá una criba que «sucederá al fin del mundo» (Mt 13,49), cuando los ángeles separarán a los malos de los justos, «para arrojarlos en el horno ardiente» (Mt 13,50), como «un dueño de saca del arca lo nuevo y lo viejo» (Mt 13,52).

La imagen del arca, nos recuerda a Noé, al arca de la Alianza, porque Dios ha querido establecer una historia de amor entre Él y su pueblo. Pero esa arca también hace alusión a su Iglesia. Es un arca donde cabemos todos (lo nuevo y lo viejo); pero no todos acogemos la novedad de Cristo, del Evangelio.

El Reino de los cielos, es un tesoro al que todos somos llamados y cada uno hemos de responder desde la libertad, porque Dios se ofrece, no se impone.

CAMINO-MEDITACIÓN

  • ¿Qué palabra o frase te llama más la atención?
  • ¿Con qué parábola sientes más identificado el Reino?
  • ¿Cómo acoges el Evangelio en tu vida?
  • ¿Te sientes libre para responder a la Palabra de Dios?

 VIDA – ORACIÓN

Señor, derrama tus dones sobre mí para que pueda acoger tu Palabra. Gracias por querer estar con nosotros siempre, hasta el final, en el Reino que tu Padre ha preparado para nosotros. Qué, en el último día, pueda ser contado entre los justos; qué nunca me canse de predicar a todos tu mensaje de fe, amor y esperanza. Así sea.

“El Reino de Dios es semejante a…”Lectio Divina Domingo XVI del Tiempo Ordinario – Ciclo A

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Mt 13,24-43

Un nuevo y extenso texto, en el que se nos narran diversas parábolas: la llamada parábola de la cizaña, la del grano de mostaza y la de la levadura. Todas ellas, correspondientes a las llamadas parábolas del Reino. Ante la extensión del texto, lo vamos a ir comentado por partes.

            1.- La parábola de la cizaña (13,24-30).

            2.- La parábola del grano de mostaza (13,31-32).

            3.- La parábola de la levadura (13,33).

            4.- Conclusión – bisagra (13,34-36).

            5.- Explicación de la parábola de la cizaña (13,37-43).

1.- La parábola de la cizaña (13,24-30).

            En esta parábola, vemos comola buena semilla sembrada por el agricultor se convertirá en trigo, sin embargo el enemigo del dueño del campo quiere arruinarle la cosecha y junto a aquella buena semilla, dicho enemigo ha sembrado cizaña.

Esta mala hierba puede distinguirse perfectamente del trigo una vez que se han formado las espigas, pero no antes. Incluso, si se intentará arrancar antes, parte del trigo podría perderse.

La buena semilla es la palabra del Reino, la cual va creciendo junto a la cizaña, que son las palabras vacías, dañinas, nocivas, perjudiciales, con las que se busca hacer daño.

Lo mismo ocurre con la Palabra sembrada en nuestro corazón, el enemigo también siembra cizaña. Para que no nos perdamos ninguno de los llamados por Jesús a su seguimiento y a configurarnos con él, la eliminación de la cizaña, Jesús la aplaza hasta el final de los tiempos, pues para nosotros puede ser difícil distinguir una de otra.

2.- La parábola del grano de mostaza (13,31-32).

            Jesús continúa narrándoles otra parábola: el grano de mostaza. Es increíble como de una semilla microscópica pueda nacer una planta casi tan grande como un árbol.

Lo mismo ocurre con la Palabra de Dios. Existe una fuerza extraordinaria en esa pequeñísima semilla, lo mismo que existe en la palabra de Dios. La Palabra es capaz de extenderse a todos los confines de la tierra, aunque quien la siembra es insignificante; es decir, nosotros que somos quienes difundimos la Palabra. Pero el Espíritu Santo será capaz de fecundarla y convertirla en un frondoso árbol.

3.- La parábola de la levadura (13,33).

            A continuación Jesús, les cuenta la parábola de la levadura. Cualquiera que haya visto amasar pan, tendrá clara esta parábola.

            Tres pequeñas pizcas de levadura pueden realizar una gran acción. Lo mismo que ella actúa prácticamente sin hacerse notar, la Palabra lo hace de la misma manera y así fermenta todo lo que se encuentra a su alrededor, siendo capaz de fermentarlo todo. Al final de los tiempos, todo estará empapado del Reino.

4.- Conclusión – bisagra  (13,34-36).

            Concluye esta sección de parábolas con la frase: «les contó muchas parábolas». Pero además nos explica que le hablaba en parábolas y que no les decía nada sin parábolas. Es decir, Jesús explica los misterios del Reino por medio de parábolas. Los misterios, en muchas ocasiones, incomprensible para nuestro entendimiento, pueden llegar a comprenderse por medio de imágenes, comparaciones o similitudes.

            A reglón seguido, Jesús vuelve a la casa y será allí, en la intimidad dónde les explique a los discípulos la parábola de la cizaña.

5.- Explicación de la parábola de parábola de la cizaña (13,37-43).

            El sembrador de la buena semilla es el mismo Jesús; el campo es el mundo; la buena semilla son los discípulos y la palabra que ellos predican; la cizaña, por su parte, son los hijos del maligno y las palabras que ellos difunden.

            Cuando llegue el final de los tiempos se recogerá el trigo y la cizaña y, esta última será quemada en el fuego. Sin embargo hasta que esto llegue, trigo y cizaña han de convivir juntos. Los hijos del Reino tienen que convivir con los hijos del maligno, configurándose cada vez más a Jesús, y transformando este mundo en nuestro día a día.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, frase, palabra o versículo han tocado tu corazón? ¿Por qué? ¿Qué crees que quiere decirte Dios Padre en este momento concreto de tu vida?
  • ¿Cómo acoges la Palabra cada día y de qué manera intentas llevarla a la práctica?
  • En tu vida, ¿Qué prevalece? ¿el trigo o la cizaña?
  • ¿Cómo difundes la Palabra entre las personas que te rodean?

VIDA – ORACIÓN

Salmo de la Palabra (Salmo 118)

105Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
106lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
107¡estoy tan afligido! Señor, dame vida según tu promesa.

108Acepta, Señor, los votos que pronuncio, enséñame tus mandatos;
109mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
110los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.

111Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
112inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.

“Que no se me acostumbre, Señor, el corazón” Lectio Divina Domingo XXVI del Tiempo Ordinario – Ciclo C

VERDAD – LECTURA

Evangelio Lc 16, 19-31

La liturgia de este domingo nos ofrece para nuestra oración un conocido pasaje del evangelio de Lucas: La parábola del pobre Lázaro. Un fiel reflejo de la sociedad del tiempo de Jesús y también de nuestra sociedad actual. Es muy interesante hacernos eco del diálogo que se produce entre el rico y Abrahán.

Pero vayamos por parte. La parábola está dirigida a los fariseos, los cuales se consideraban a sí mismos “perfectos” por su escrupuloso cumplimiento de las normas de la Ley. Jesús quiere hacerles ver que para alcanzar la santidad no basta con cumplir la Ley, es necesario también saber ver las necesidades de nuestros hermanos, abrir nuestro corazón y actuar en consecuencia como verdaderos seguidores de Jesús ante la injusticia social.

En la parábola aparecen tres personajes. El rico, el cual no tiene nombre y es quien más habla en ella. El segundo personaje que aparece es un pobre que si tiene nombre: Lázaro; pero no habla y el tercer personaje es Abrahán, Padre de los otros dos personajes.

Nos encontramos con el pobre a la puerta del rico. El primero cubierto de llagas, con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico y que la única compañía que tiene es la de los perros que le lamen las llegas. El segundo vestido de purpura y lino que banqueteaba cada día. Lo único que separa al uno del otro es la puerta del rico; por supuesto cerrada.

El pobre murió antes que el rico. Y a mí, me viene a la cabeza ese dicho que dice: “En vida hermano, en vida”. Porque una vez que el pobre se encuentra en el seno de Abrahán es imposible que podamos de alguna manera rectificar nuestra conducta con él. Nos da a entender que el rico, en ningún momento mostro misericordia, ni caridad hacia él. Pero cuando muere, eso sí, quiere que el pobre se compadezca de él. Sin embargo, ya es demasiado tarde. Un gran abismo se encuentra entre ellos. El abismo del egoísmo, de la ingratitud, de la despreocupación por el otro.

Ambos son hijos de Abrahán, ambos son amados por Dios, ambos pueden alcanzar la salvación. No es Dios quien cierra la puerta. Quien tiene la puerta cerrada es el rico. Para salvarse basta que abra la puerta de su casa y entre en contacto con la realidad de la pobreza. Querido lector basta que abramos la puerta de nuestro corazón para dejar entrar al hermano necesitado, seguramente algo podremos ofrecerle, aunque sea únicamente nuestra compañía, nuestro cariño, nuestra comprensión. Y al hablar de ricos o de riquezas no pensemos únicamente en la cuestión económica, que también. Hay muchas maneras de ayudar a nuestros hermanos más necesitados. A veces, basta únicamente con estar, darle la mano, acompañarlo y respetarlo, pero intentando por todos los medios que salga de su situación de desamparo. Esa es la única manera de salvar el gran abismo que puede separarnos de nuestro hermano necesitado.

En el segundo diálogo del rico con Abrahán (Lc 16,27-29), sigue sin preocuparse de los pobres, únicamente se preocupa de los suyos. Pero los suyos son también lo pobres, los nuestros son también los pobres. Solo hemos de abrirnos a ellos y desde ellos leer el evangelio. Seguramente, eso nos dará también la clave para cambiar nuestro modo de ver la vida y actuar en consecuencia.

En el tercer diálogo (Lc 16, 30-31), el rico pide un milagro. Pero, qué mayor milagro que amor desinteresado de Dios por cada una de sus criaturas y de Jesús al entregar su vida por nosotros. Y el relato de ese milagro lo encontramos en la Biblia. Aunque, tal vez, tenemos que cambiar nuestra mirada, nuestro pensamiento, nuestro corazón y nuestros actos, para hacer de la Escritura nuestro modo de vida y darnos cuenta que la clave para leerla y vivirla es desde la perspectiva del pobre Lázaro que está sentado a nuestra puerta.

Que no se nos acostumbre nunca nuestro corazón a pasar al lado del hermano ignorándole, juzgándole o reprochándole. Que no nos acostumbremos nunca a tener nuestra puerta cerrada al hermano necesitado. Que sepamos leer el evangelio con los pobres y desde los pobres. Y no pensemos únicamente, como siempre digo, en el pobre económico; en nuestra sociedad hay muchas clases de pobreza.

CAMINO – MEDITACIÓN

• ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?

• ¿Qué ideas, sentimientos, acciones te separan de la vida de los pobres? ¿Qué puertas has de abrirles?

• ¿Desde qué clave de lectura te acercas a la Escritura? ¿Desde la despreocupación, desde la creencia de ser buen cristiano por cumplir escrupulosamente las normas? ¿O desde la clave de la apertura al otro, de la preocupación por el hermano, del amor al prójimo?

• ¿Cómo utilizas tus bienes, no solamente económicos? ¿Tu tiempo, tus conocimientos, tus capacidades?

• ¿Pides a Dios “milagros” para que se acabe la pobreza en el mundo o te comprometes para que desde tu situación y circunstancias particulares ésta pueda disminuir?

VIDA – ORACIÓN

Que no se me acostumbre, Señor, el corazón, al ver hombres y mujeres sufriendo en situación injusta. Que no me acostumbre a un mundo como el que hemos construido, en el que unos tenemos de todo y a otros le falta todo.

Por ternura, Señor, en mi mirada y caricia en mi mano que saluda. Pon misericordia en mi mente que hace juicios. Pon escucha en mis oídos al recibirlos y sabiduría en mi hablar. Que no se me acostumbre el corazón, Señor, al dolor del hermano, que sepa comprender con ternura su historia y su situación.

Que el encuentro con él sea el encuentro de dos hijos tuyos. Amén.

Nuestro Padre Dios te está buscando. Lectio Divina Domingo XXIV del Tiempo Ordinario – Ciclo C

VERDAD – LECTURA

Evangelio Lc 15,1-32

En la lectura evangélica que la liturgia nos ofrece hoy, nos encontramos con tres parábolas: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido; precedidas de una introducción que nos pone en contexto respecto de las mismas.

A Jesús se le acercaban muchos pecadores para escucharlo, me imagino que alguno de ellos se convertiría y cambiaría de vida. Los escribas y fariseos, que eran quienes cumplían escrupulosamente los mandamientos y la ley de Dios, o al menos eso pensaban ellos, observaban aquello, se escandalizaban y murmuraban acerca de Jesús: «Este acoge a los pecadores y come con ellos».

Por supuesto, que la imagen de Dios que tienen estos dos grupos, fariseos y escribas por un lado y pecadores por otro, es muy distinta. Y por supuesto que, la imagen que Jesús tiene del Padre es totalmente diversa a la de ellos. Los escribas y fariseos creían en un Dios justiciero, que castiga nuestros pecados hasta la cuarta generación y al que hay que ofrecer sacrificios de expiación para que nos perdone. La imagen de los pecadores, posiblemente, era la de un Dios permisivo, que lo permite todo, que no le importa nada, que nos deja hacer lo que nos da la gana. Sin embargo, la imagen que nos ofrece Jesús en estas tres parábolas es bien distinta: un Padre que está atento a las necesidades de sus hijos, que cuida de ellos, que es capaz de salir a buscarlos cuando se extravían, que los espera ansioso para darles un abrazo cuando se marchan lejos, un Dios cercano, amigo, que siempre busca nuestra conversión. Un Dios que busca al hombre no para que le tema, sino para que lo ame. Y al amarlo de verdad y al sentirse amado por Dios, será cuando el ser humano sea incapaz de alejarse de Dios. Eso es lo que quiere ofrecernos Jesús, un Padre que nos ama y que lo único que nos pide es nuestro amor, porque desde el amor será más fácil no pecar.

Intenta, querido lector, entrar en el meollo de cada una de las parábolas. No son simples historias edificantes. A partir de ellas, y de su sencillez, podemos descubrir el amor que Dios nos tiene y el comportamiento que nosotros debemos tener con nuestros hermanos, como seguidores de Jesús.

Estas historias pueden sorprendernos: ¡un pastor que deja noventa y nueve ovejas por ir a buscar a una! ¡un padre que al marcharse su hijo de casa y derrochar su fortuna lo acoge como si nada hubiera pasado! ¡una mujer que es capaz de poner patas arriba su casa para encontrar una simple moneda! Pero es que Dios es así de sorprendente: Se alegra inmensamente, y con Él los ángeles del cielo, por un solo pecador que se convierta, que cambie de vida. Y para eso Dios no se cansará nunca de buscarnos y de esperarnos.

Querido amigo, querida amiga, si estás cerca de Jesús intenta no alejarte y disfruta de su compañía y de su amor. Si te has alejado un poco, recuerda que él ha salido a buscarte y te está esperando, sal a su encuentro, arrepiéntete de tus pecados, intenta cambiar de vida y ponte en camino para seguir a Jesús. En un caso como en el otro, nos encontraremos con la bondad, la misericordia y el amor de Dios que ama a todos y a cada uno de sus hijos incondicionalmente. Déjate inundar por ese amor.

Que en este camino de búsqueda y encuentro, María la Madre Buena te acompañe siempre.

CAMINO – MEDITACIÓN

• ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?

• ¿Te acercas con frecuencia a la Palabra de Dios para encontrarte con Jesús? ¿Te acercas a la eucaristía con asiduidad?

• Tu relación con Dios, ¿En qué está basada? ¿En el temor? ¿En la permisividad? ¿En el servilismo? ¿O en el amor incondicional?

• ¿Qué crees que tienen en común las tres parábolas?

• ¿Te ocurre a ti como a los ángeles del cielo, que te alegras cuando ves que tu hermano se convierte?

• Si te has alejado de Jesús, ¿qué vas a hacer para salir a su encuentro?

VIDA – ORACIÓN

Hoy para responder con la oración a la Palabra de Dios, te invito a hacerlo con una canción de Kairoi: Oración del pobre.

Vengo ante Ti, mi Señor,

reconociendo mi culpa.

Con la fe puesta en tu amor,

que Tú me das como a un hijo.

Te abro mi corazón

y te ofrezco mi miseria,

despojado de mis cosas

quiero llenarme de ti.

Que tu Espíritu, Señor,

abrase todo mi ser.

Hazme dócil a tu voz,

transforma mi vida entera,

hazme dócil a tu voz,

transforma mi vida entera.

Puesto en tus manos, Señor,

siento que soy pobre y débil,

mas Tú me quieres así,

yo te bendigo y te alabo.

Padre, en mi debilidad

Tú me das la fortaleza.

Amas al hombre sencillo,

le das tu Paz y Perdón.

Si quieres puedes encontrarla aquí: https://www.youtube.com/watch?v=teZGmdEpTfs

HUMILDAD: RECONOCE TUS LÍMITES Y SERÁS FUERTE Lectio Divina Domingo XXII del Tiempo Ordinario – Ciclo C

VERDAD – LECTURA

Evangelio Lc 14,1.7-14

Nos encontramos junto a Jesús en Jerusalén. Es sábado. Uno de los principales fariseos lo invita a comer. Y los fariseos, ya están al acecho para ver si podía pillarlo en algún renuncio y poder acusarlo ante las autoridades.

Para poder comprender mejor este pasaje, es necesario caer en la cuenta que del versículo 1, la lectura que nos ofrece el leccionario salta al versículo siete. Entre medias, nos encontramos con la curación de un hombre hidrópico (Acumulación anormal de líquido en alguna cavidad o tejido del cuerpo). Y la consiguiente discusión con los fariseos a causa de esta curación, porque la había practicado en sábado. La celebración del sábado no puede reducirse únicamente a la observancia externa del descanso, de la conmemoración, de la asistencia al culto de la sinagoga; la celebración del sábado no puede reducirse al mero cumplimiento. El sábado está siempre a favor del ser humano. ¿Qué está permitido hacer en sábado? ¿Salvar a la persona o cumplir con la obligación?

Recordemos que algunos enfermos, en tiempos de Jesús, están excluidos de la comunidad. Para los fariseos la comunidad “salvada” está formada por todos aquellos que cumplen escrupulosamente la ley y por tanto son bendecido por Dios. Para Jesús nadie está excluido de la comunidad de salvados, todos somos invitados a su banquete. Todos sin distinción. Somos nosotros mismos los que nos excluimos del banquete al rechazar la invitación o al no tener las actitudes adecuadas para participar en dicho banquete.

Una de estas actitudes es la humildad. Jesús, un gran observador, se da cuenta de que conforme van entrado los convidados van escogiendo los primeros puestos. Ello le da pie para contarles una parábola en la que precisamente se nos habla acerca de esta actitud.

Humildad etimológicamente deriva de la palabra latina humus (tierra). Tiene que ver con tener los pies en la tierra; tiene que ver con reconocer nuestras habilidades y nuestras limitaciones. Conocer estas cualidades nos alejará de la soberbia y de la arrogancia. Nos alejará de los primeros puestos, porque nos daremos cuenta de que el otro tiene la misma dignidad, sea director general o portero. Dios no nos ha hecho superiores a nadie. La salvación no se alcanza por nuestros méritos, por el puesto que ocupemos, o por el prestigio que tengamos. La salvación es pura gracia, es gratuita, es un regalo de Dios. Ante el cual todos somos iguales y a todos nos ama de manera incondicional.

Desde la humildad podemos reconocernos como seres limitados, incapaces, débiles, con muchas potencialidades, por supuesto, pero necesitados ante Dios y ante los hermanos. Esto hará que podamos mirar al otro no como un inferior sino como un igual; esto hará que no nos sintamos inferiores ante el otro porque, delante de Dios, tenemos la misma dignidad. Y tanto uno como otro tenemos nuestras fortalezas y nuestras debilidades.

Así que desde esta perspectiva es innecesario, es inútil, es ridículo buscar los primeros puestos.

Aquel que reconoce su fragilidad, sus limitaciones, sus debilidades podrá invitar a cualquiera a su banquete, nadie estará excluido del mismo; y si esto lo hace desde la gratuidad no esperará que el otro le invite o que el otro le pague.

CAMINO – MEDITACIÓN

• ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?

• Volvemos a algún interrogante del texto, aunque actualizándolo a nuestra realidad actual: ¿Qué está permitido hacer en domingo? ¿Salvar a una persona o cumplir con una obligación?

• ¿Cómo vives la celebración eucarística del domingo? ¿Cómo una obligación, cómo una imposición, como un regalo de Dios, como una necesidad?

• ¿A quién o a quienes excluyes de tu vida? ¿Crees que eso es coherente con tu vida cristiana?

• Jesús nos invita a vivir la actitud de la humildad. Teniendo en cuenta su significado etimológico, ¿eres consciente de tus fortalezas y debilidades? ¿De tus habilidades y limitaciones? ¿Te sientes necesitado ante Dios y ante los demás?

• ¿Tratas a todos y cada uno de tus hermanos como iguales?

VIDA – ORACIÓN

Te doy gracias y te alabo Padre, por el obsequio de la Salvación, que nos regalas a todos y cada uno de tus hijos gratuitamente.

Señor, Jesús, te ofrezco mis debilidades, mis limitaciones, mis incapacidades, transfórmalas en tus fortalezas, pues con San Pablo te digo: en mi debilidad te haces fuerte.

Espíritu Santo que tu gracia me acompañe siempre para ir transformándome según mi modelo Jesucristo.