HUMILDAD: RECONOCE TUS LÍMITES Y SERÁS FUERTE Lectio Divina Domingo XXII del Tiempo Ordinario – Ciclo C

VERDAD – LECTURA

Evangelio Lc 14,1.7-14

Nos encontramos junto a Jesús en Jerusalén. Es sábado. Uno de los principales fariseos lo invita a comer. Y los fariseos, ya están al acecho para ver si podía pillarlo en algún renuncio y poder acusarlo ante las autoridades.

Para poder comprender mejor este pasaje, es necesario caer en la cuenta que del versículo 1, la lectura que nos ofrece el leccionario salta al versículo siete. Entre medias, nos encontramos con la curación de un hombre hidrópico (Acumulación anormal de líquido en alguna cavidad o tejido del cuerpo). Y la consiguiente discusión con los fariseos a causa de esta curación, porque la había practicado en sábado. La celebración del sábado no puede reducirse únicamente a la observancia externa del descanso, de la conmemoración, de la asistencia al culto de la sinagoga; la celebración del sábado no puede reducirse al mero cumplimiento. El sábado está siempre a favor del ser humano. ¿Qué está permitido hacer en sábado? ¿Salvar a la persona o cumplir con la obligación?

Recordemos que algunos enfermos, en tiempos de Jesús, están excluidos de la comunidad. Para los fariseos la comunidad “salvada” está formada por todos aquellos que cumplen escrupulosamente la ley y por tanto son bendecido por Dios. Para Jesús nadie está excluido de la comunidad de salvados, todos somos invitados a su banquete. Todos sin distinción. Somos nosotros mismos los que nos excluimos del banquete al rechazar la invitación o al no tener las actitudes adecuadas para participar en dicho banquete.

Una de estas actitudes es la humildad. Jesús, un gran observador, se da cuenta de que conforme van entrado los convidados van escogiendo los primeros puestos. Ello le da pie para contarles una parábola en la que precisamente se nos habla acerca de esta actitud.

Humildad etimológicamente deriva de la palabra latina humus (tierra). Tiene que ver con tener los pies en la tierra; tiene que ver con reconocer nuestras habilidades y nuestras limitaciones. Conocer estas cualidades nos alejará de la soberbia y de la arrogancia. Nos alejará de los primeros puestos, porque nos daremos cuenta de que el otro tiene la misma dignidad, sea director general o portero. Dios no nos ha hecho superiores a nadie. La salvación no se alcanza por nuestros méritos, por el puesto que ocupemos, o por el prestigio que tengamos. La salvación es pura gracia, es gratuita, es un regalo de Dios. Ante el cual todos somos iguales y a todos nos ama de manera incondicional.

Desde la humildad podemos reconocernos como seres limitados, incapaces, débiles, con muchas potencialidades, por supuesto, pero necesitados ante Dios y ante los hermanos. Esto hará que podamos mirar al otro no como un inferior sino como un igual; esto hará que no nos sintamos inferiores ante el otro porque, delante de Dios, tenemos la misma dignidad. Y tanto uno como otro tenemos nuestras fortalezas y nuestras debilidades.

Así que desde esta perspectiva es innecesario, es inútil, es ridículo buscar los primeros puestos.

Aquel que reconoce su fragilidad, sus limitaciones, sus debilidades podrá invitar a cualquiera a su banquete, nadie estará excluido del mismo; y si esto lo hace desde la gratuidad no esperará que el otro le invite o que el otro le pague.

CAMINO – MEDITACIÓN

• ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?

• Volvemos a algún interrogante del texto, aunque actualizándolo a nuestra realidad actual: ¿Qué está permitido hacer en domingo? ¿Salvar a una persona o cumplir con una obligación?

• ¿Cómo vives la celebración eucarística del domingo? ¿Cómo una obligación, cómo una imposición, como un regalo de Dios, como una necesidad?

• ¿A quién o a quienes excluyes de tu vida? ¿Crees que eso es coherente con tu vida cristiana?

• Jesús nos invita a vivir la actitud de la humildad. Teniendo en cuenta su significado etimológico, ¿eres consciente de tus fortalezas y debilidades? ¿De tus habilidades y limitaciones? ¿Te sientes necesitado ante Dios y ante los demás?

• ¿Tratas a todos y cada uno de tus hermanos como iguales?

VIDA – ORACIÓN

Te doy gracias y te alabo Padre, por el obsequio de la Salvación, que nos regalas a todos y cada uno de tus hijos gratuitamente.

Señor, Jesús, te ofrezco mis debilidades, mis limitaciones, mis incapacidades, transfórmalas en tus fortalezas, pues con San Pablo te digo: en mi debilidad te haces fuerte.

Espíritu Santo que tu gracia me acompañe siempre para ir transformándome según mi modelo Jesucristo.

Bartimeo dispuesto a salir de su “zona de comodidad”. Lectio Divina del domingo XXX del T.O. (Mc 10,46-52)

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VERDAD – LECTURA

EVANGELIO

Después de esto, llegaron a Jericó. Y cuando Jesús salía de la ciudad seguido de sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego llamado Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino. Al oír que pasaba Jesús, el Nazareno, comenzó a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!”. Muchos le reprendían para que se callase, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten misericordia de mí!” Jesús se detuvo y dijo: “Llamadlo”. Llamaron al ciego y le dijeron: “Ánimo, levántate, que te llama”. Él arrojando su manto, dando un salto se acercó a Jesús. Éste le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego contesto: “Rabbuní [Maestro], que vuelva a ver.” Jesús, entonces, le dijo: “Vete, tu fe te ha curado”. Al instante recobró la vista y siguió a Jesús por el camino.

 

En los domingos precedentes, la liturgia nos ha ido presentando, cómo Jesús instruía a sus discípulos acerca de lo que verdaderamente significa seguir al Mesías. Los apóstoles están algo desconcertados, pues continúan aferrados al poder, los privilegios, los primeros puestos, etc. (Cf. Mc 10,35ss) No comprenden la novedad del estilo mesiánico de Jesús: pequeñez, humildad, servicio, entrega, amor incondicional… Teniendo en cuenta esto, y como colofón del capítulo 10, podemos ver este pasaje como una llamada para dar el primer paso en el seguimiento de Jesús. Bartimeo, el ciego, el mendigo, el apartado del camino… se convierte en modelo de seguimiento y discipulado para todos aquellos que quieran seguir al Maestro por el camino.

dolomites-2630274_640Pero analicemos un poco a este personaje. ¿Cuál es el primer paso que tenemos que dar en el seguimiento del Maestro? Bartimeo se encuentra al borde del camino, es decir, junto a él, fuera del mismo. Pero, es más, se encuentra quieto, inmóvil, estático… No es que esté caminando, aunque sea fuera del camino. Está sentado, lo cual acentúa más su inmovilidad. Se encuentra, en lo que hoy llamaríamos su “zona de comodidad”. Esa zona en la que uno se encuentra más o menos cómodo, más o menos seguro, dónde va viendo pasar la vida sin pena ni gloria, donde no se arriesga, donde permanece pasivo ante los diversos acontecimientos… Una zona en la que uno no es que sea feliz; pero de la que cuesta salir, porque requiere esfuerzo, compromiso, responsabilidad. Y muchas veces, preferimos quedarnos como estamos, para evitar “problemas”.

Sin embargo, Bartimeo no estaba dispuesto a permanecer en esa situación. A pesar de todas las dificultades, de la marginación que sufre, de la exclusión que padece, no quiere permanecer allí. Quiere ponerse en marcha, quiere crecer, quiere desarrollarse. Aunque la sociedad quiera obligarle a permanecer allí: ¡Cállate!

Nadie había reparado en él hasta que se pone a gritar. Nadie se había percatado de su presencia hasta entonces; hasta que da el primer paso para salir de su “zona de comodidad”. A la gente, a los mismos discípulos probablemente, les molesta esto: ellos, a su manera y con sus circunstancias particulares, también se encuentran en esta zona. Para la gente y para los discípulos era más fácil seguir creyendo en un mesianismo de poder, de privilegios, de autoridad… Es más fácil que alguien venga a solucionar nuestros problemas: el Mesías. A pesar de que Jesús, continuamente, les está diciendo que aquel que quiera seguirle debe implicarse en la construcción del Reino.zona-de-confort-pez

Bartimeo no está dispuesto a rendirse. Todos quieren hacerlo callar. Él, sin embargo, no se da por vencido y grita aún más fuerte: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Trayéndolo a nuestros días podríamos traducirlo por ¡Jesús, ayúdame! ¡Jesús, quiero salir de esta situación! ¡Jesús, no estoy contento con mi vida! ¡Jesús quiero salir de este atasco en el que me encuentro! Quiero desarrollarme humanamente, espiritualmente, cristianamente… Quiero poder seguirte por el camino. Pero solo no puedo salir de esta situación en la que me encuentro. Necesito ayuda. El ciego del camino ha dado el primer paso: Grita. Busca una posibilidad. A base de gritar, obliga a Jesús a detenerse y a llamarlo; obliga a Jesús a prestarle atención: ¿Qué quieres que haga por ti? Ahora bien, antes ha dado un salto, ha arrojado su manto, símbolo de su seguridad, de sus certezas, de sus convicciones… Ha decidido cambiar de vida.

El diálogo entre ambos es brevísimo: «¿Qué quieres que haga por ti?», «Maestro, que vuelva a ver». «Anda, tu fe te ha curado». Bartimeo depositó toda su confianza en Jesús, se abandonó totalmente a él. E, inmediatamente, recobró la vista. Inmediatamente cambio su perspectiva, inmediatamente cambio su modo de mirar, inmediatamente cambio su modo de ver la vida. A partir de ahora ve los acontecimientos, las situaciones, las circunstancia, la vida… con la mirada de Jesús. Cuando demos el primer paso y comencemos a ver con los ojos de Jesús, a sentir de la manera como sentiría Jesús, a pensar como pesaría Jesús, a amar al modo de Jesús… entonces podemos emprender el camino de seguimiento del Maestro.

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CAMINO – MEDITACIÓN 

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?
  • Es muy probable, que no te falte el sentido de la vista, pero ¿eres capaz de descubrir el paso de Dios en tu vida? ¿Eres capaz de reconocer la mano de Dios en los acontecimientos diarios? ¿Te fías incondicionalmente de Dios y te abandonas a su amor y misericordia?
  • ¿Te encuentras al borde del camino o en el sendero del seguimiento de Jesús?
  • ¿Sigues posicionado en tu “zona de comodidad”? ¿Sigues aferrado, como los discípulos, a tus seguridades, a tus certezas, a tus convicciones? ¿Qué te impide dejar a un lado tu manto?
  • ¿Eres capaz de gritar desgarradamente, de alzar tu voz por encima de las demás, de hacerte oír, aunque existan circunstancias que te lo quieran impedir? ¿Eres capaz de dar el primer paso para salir de esa “zona de comodidad” y seguir a Jesús por el camino? ¿Cuál tendría que ser este primer paso?
  • ¿Qué necesitarías cambiar en tu vida para emprender verdaderamente el camino del seguimiento de Jesús?

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VIDA – ORACIÓN

La oración del ciego Bartimeo, algo desconocida para nuestro contexto cristiano occidental, es sin embargo muy conocida y apreciada por nuestros hermanos de rito oriental (católicos y ortodoxos): la oración de Jesús u oración del corazón. En la obra El Peregrino ruso podemos descubrir la dulzura, importancia y dimensión de esta oración, con la que muchos de esto hermanos nuestros oran a modo de jaculatoria: «¡Señor Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!». Mi invitación es que profundices en esta oración y en su práctica. Y repitas despacio esta invocación en distintos momentos del día y luego continúes practicándola.

Pero esa oración, en realidad debe ser un estímulo, una motivación, un incentivo para comenzar a salir de tu “zona de comodidad”, con la ayuda de Jesús, de la misma manera que hizo el ciego Bartimeo.

 

El análisis DAFO. Su aplicación a mi vida.

En esta ocasión posteamos un escrito acerca del análisis DAFO. Bastante conocido por todos, pero al que hemos querido darle un enfoque peculiar, ampliando su utilización a todos los ámbitos de nuestra existecia y no circunscreibiendolo únicamente al ámbito empresarial. Espero que os guste. Y, como siempre, espero vuestros comentarios, si queréis aquí en el mismo blog o a mi correo electrónico: bibliaycomunicacion@gmail.com

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Origen

Se cree que el origen del análisis DAFO lo encontramos en una propuesta de Albert S Humphrey que durante la década de los sesenta, setenta, realizó un estudio para el Instituto de Investigaciones de Stanford (EE.UU). Dicho estudio debía poner de relieve porqué fallaba la planificación corporativa de las empresas.

Podéis descargaros la entrada completa en formato PDF, en nuestra sección Espiritulidad, coaching y acompañamiento: https://bibliaycomunicacion.wordpress.com/espiritualidad/ . Muchas gracias por compartir.

NO QUIERO SER UNA PERSONA SERIA

EL ARTE DE SER, VIVIR, SENTIR Y DISFRUTAR

Un día preguntaron a Sócrates, para qué le servía aprender a tocar

la lira si iba a morirse. Él respondió: para tocar la lira antes de morir.

¿Para qué? Todo en esta vida tiene que tener una utilidad; todo consiste en hacer, tener y producir, todo tiene que tener un motivo aparente, un antes y un después.

Nos cuesta hacer las cosas por el simple hecho de hacerlas, de compartirlas, de disfrutarlas. Nos cuesta parar y no hacer nada… Nos cuesta mirar, observar, contemplar. Nos cuesta vivir aquí y ahora, permanecer en el presente, vivir conscientemente.

Nuestra sociedad nos ha empujado al la vorágine del activismo, del tener que estar haciendo siempre algo; el no hacer nada está mal visto; el reír, estar contento con uno mismo y con lo demás, la alegría… todo esto lo hemos apartado de nuestra escala de valores. Sobre todo, lo hemos apartado de nuestro mundo laboral: “Por favor, somos personas serias”. No se cansan de repetirnos continuamente. Y la verdad, sonrío y me pregunto qué significado tendrán esas palabras…

Ser una persona seria, ¿significa que no puedo sentarme tranquilamente a peder el tiempo con alguien que lo necesita y escucharlo, mirarle a lo ojos regalarle una sonrisa, una palabra amable, una mirada de ternura…? Si eso es así, yo no quiero ser una persona seria.

Ser una persona seria, ¿significa no parar en ningún momento, no saber lo que siento, lo que experimento, lo que acojo o lo que dejo? Pues, no quiero ser una persona seria.

Me gustaría invitarte a que tú, tampoco, lo seas. Quiero invitarte a parar por un momento y comenzar a sentir. ¿Sentir? Sí, a sentir… A sentir tu cuerpo, a ti mimo, a las demás personas, a la humanidad, al mundo, al universo.

Por favor, amigo mío, párate y simplemente permite que afloren tus sentimientos; escucha tu cuerpo, acógelo, asúmelo, asimílalo. ¿Qué sientes? ¿Miedo, frustración, rabia? No lo rechaces… Acógelo… Pregúntate por qué y reconduce tu vida. ¿Sientes alegría, gozo, felicidad? No lo rechaces, acógelo también y reconduce tu vida hacia allí. Haz lo mismo con las demás personas y ayúdalas a ser ellas mismas. Haz lo mismo con el mundo que te rodea y con el universo que te envuelve. Y ¿por qué no? Haz lo mismo con Dios.

Por favor, no seas una persona seria.

Vive el momento presente, vive el aquí y el ahora, sé tu mismo, tú misma… No te preocupes por el qué dirán, por lo que otros piensen de ti. Ese es su problema, no el tuyo.

Comienza a aceptar al otro tal y como es, no quieras hacerlo a tu imagen y semejanza, eso sólo pudo hacerlo Dios; acepta al otro como diferente y… acógelo. De esa manera, podemos empezar a vivir en armonía. Armonía con uno mismo, con los otros, con el mundo, con el universo y con Dios.

Por favor, no seas una persona seria, que piensa que todo en la vida tiene que tener un para qué. Hazte consciente de que las cosas simplemente son. Y cuando alguien te pregunte: ¿para qué? Responde con tranquilidad: únicamente para tocar la lira antes de morir.

Gracias por tus comentarios y aportaciones, los espero y quiero acogerlos, simplemente porque son tuyos. Hasta pronto.

 

Y, como siempre, si quieres recibir las novedades del blog o las actividades de la Escuela de Animación Bíblica y Comunicación San Pablo, te invito a rellenar el siguiente formulario. Te incluiremos en nuestra base de datos y, a partir de septiembre, estaremos en contacto.

Los objetivos en nuestro plan de acción

Algunos de vosotros, a raíz del post Todos quedaron saciados, acerca

de la multiplicación de los panes y los peces, me preguntabais acerca de los objetivos; pues bien, de eso vamos a tratar en esta nueva entrada de nuestro blog.

Cuando cualquiera de nosotros comienza a elaborar un plan de acción, lo primero que se nos aconseja es que nos fijemos un objetivo o una meta.

¿Objetivo y meta son sinónimos? En principio, parecer que sí; sin embargo, cada una de estas palabras tienen sus matices que me parece importante analizar antes de entrar de lleno en el tema que nos ocupa, que es, el de los objetivos.

Me voy a fijar en primer lugar en el significado de cada una de estas palabras. Habitualmente, por meta entendemos el fin al que se dirigen nuestras acciones, es el punto de llegada, el resultado que deseamos alcanzar; objetivo, por su parte, sería más bien el resultado medible o el propósito que queremos alcanzar o lograr. El objetivo sería el estado, lugar, disposición, condición, situación, actitud, sueño al que queremos llegar y hacia él se deben dirigir nuestros deseos y, sobre todo, nuestras acciones; si no nos ponemos «manos a la obra» nunca alcanzaremos la meta.

Permitidme que me sirva de la metáfora del ciclismo para explicar la diferencia que estamos viendo entre meta y objetivo. La ambición, la finalidad de cualquier deportista que participa en una vuelta ciclista es ganar dicho evento deportivo, pero para ello es indispensable que gane el mayor número de etapas posible. En el tema que nos ocupa y siguiendo esta metáfora, la meta sería ganar dicha vuelta ciclista y los objetivos serían ganar las diversas etapas, posiblemente cada una con sus características propias. Por eso, cuando hagamos nuestro plan de acción es importante que definamos bien nuestra meta y nuestros objetivos.

Pongamos un ejemplo del ámbito empresarial. Supongamos que somos el Consejo de Dirección de una empresa editorial y vamos a diseñar nuestro plan de acción para los próximos cinco años. Pues bien, la meta que nos fijamos es convertirnos en la editorial mas importante dentro de nuestro sector. Para alcanzar esta meta es indispensable que vayamos realizando y consiguiendo diversos objetivos que nos ayuden a alcanzar nuestra meta. Como podemos apreciar el objetivo es más, concreto, medible, enfocado, especifico y nos ayudara a tener claras qué acciones, tareas, actividades debemos llevar a cabo. Y para ello, es indispensable que nuestros objetivos cumplan una serie de requisitos o presenten una serie de características o cualidades concretas que veremos a continuación. Todo esto es aplicable no sólo al mundo empresarial, sino a nuestra vida cotidiana o a nuestra vivencia espiritual.

Características o cualidades que deben tener nuestros objetivos

Nuestros objetivos deben ser: inteligentes, puros y claros. Cada una de estas palabras forman un acrónimo en inglés que nos ayudarán a recordar las características de nuestros objetivos.

Para que nuestros objetivos sean inteligentes, es necesario que sean SMART, para que sean puros, deben ser PURE y para que sean claros tienen que ser CLEAR.

Veamos con detenimiento cada uno de estos acrónimos.

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SMART

  • S (Specific): Específico.
  • M (measurable): medible o comprobable.
  • A (agreed): acordado, convenido.
  • R (realistic): realista.
  • T (time): temporalizable.

Específico: al fijar nuestro objetivo no debemos dejar lugar a interpretaciones dudosas, deben ser claros, detallados y concretos. Para verificarlo podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿Qué? ¿Cómo? ¿Dónde?

Medible o comprobable: hemos de ser capaces de comprobar o medir los pequeños resultados que vamos obteniendo o las pequeñas acciones que vamos realizando. La pregunta sería: ¿Desde dónde a dónde?

Acordado o asignable: debe ser posible encargarlo a alguien y/o concretar las responsabilidades concretas. La pregunta: ¿Quién? ¿De qué manera?

Realista: posible de alcanzar por uno mismo o por alguien de nuestra organización y ajustado a la realidad. La cuestión: ¿qué posibilidades existen?

Temporalizable: Podemos medirlo temporalmente. El interrogante: ¿cuándo?

PURE

  • P (positive): positivo.
  • U (understood): comprendido.
  • R (relevant): relevante.
  • E (ethical): ético.

Positivo: Siempre que sea posible hemos de formular nuestro objetivo en positivo.

Comprendido: expresado de tal manera que pueda ser entendido.

Relevante: que de alguna manera sobresalga por su importancia o significación.

Ético: Respetuoso con las normas, las personas, las instituciones….

CLEAR

  • C (challenging): desafiante.
  • L (legal): legal.
  • E (environment): ecológico.
  • A (appropiate): apropiado.
  • R (recorded): registrado o anotado.

Desafiante: que nos provoque o nos incite al cambio.

Legal: acorde con las leyes establecidas.

Ecológico: respetuoso no solo con el medio ambiente, sino con el ambiente que nos rodea.

Apropiado: adecuado o conveniente para la meta que queremos alcanzar.

Registrado: expresado por escrito.

Como siempre espero vuestros comentarios; y si queréis saber las novedades del blog, por favor, rellenad el formulario que podéis encontrar más abajo.

Gracias a todos aquellos que lo estáis ya completando, os estamos incluyendo en la base de datos de la Escuela y a partir de septiembre comenzaremos a enviaros nuestra novedades.

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Todos quedaron saciados

La mucltiplicación de los panes a la luz del liderazgo y la inteligencia emocional

El texto que nos ocupa es el siguiente:índice

En aquel tiempo, Jesús marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberiades). Lo seguía mucha gete, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: “¿Con qué compraremos panes para que coman estos?”. Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: “Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo”. Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?” Jesús dijo: “Decid a la gente que se siente en el suelo”. Había mucha hierba en ese sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil, Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron de pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: “Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie”. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: “Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo”: Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiro otra vez a la montaña él solo. (Jn 6,1-15)

En la transición entre el capítulo cinco del evangelio de Juan al capítulo seis nos encontramos con un cambio brusco de situación geográfica. De Jerusalén, lugar de las instituciones, de la comodidad, del inmovilismo, de las cosas asentadas, de las de siempre, donde los escribas y maestros de la ley imponen sus criterios y quieren que todo permanezca tal y como está; de ahí, Jesús, pasa a la otra orilla, el lugar del cambio, de lo desconocido, de la novedad, de la crisis. Una situación que en nuestra vida cotidiana, al menos respeto, por no decir miedo. En la mayoría de las ocasiones nos cuesta afrontar las situaciones de novedad, de cambio, de dificultad, de crisis. Nos cuesta salir, de lo que llamamos, nuestra zona de confort.
La mejor actitud que podemos adoptar ante cualquier situación es la apertura. Hemos de estar dispuestos a asumir los cambios, los reveses, los vuelcos que puedan depararnos nuestra vida.
En lugar de quedarnos quietos, de pararnos o, lo que es peor, antes de dar un paso atrás, hemos de dar un paso adelante. Hemos de asumir nuestra responsabilidad. Somos libres para poder elegir; ejerzamos nuestro derecho de elegir libremente, sobre todo para asumir y afrontar los nuevos retos que se nos presenten. Hemos de “subir al monte”, escalar la montaña por muy alta que nos pueda parecer, porque desde la cima las cosas se perciben de otra manera; hemos de tomar perspectiva y contemplar las situaciones, circunstancias y realidades desde otro punto de vista.
En el texto evangélico que nos ocupa, nos encontramos precisamente con una dificultad: alimentar a una multitud de cinco mil personas”. Ante esta situación, que hay que afrontar, se dan tres actitudes: la de Felipe, la de Andrés y la de Jesús.
Felipe es aquel que está acomodado en su zona de confort. Se da cuenta de las dificultades que entraña la nueva situación, del desafío, aunque sea por que otros le ayudan a ver: “¿Con qué compraremos panes para que coman estos?” Pero su reacción es no hacer nada e incluso poner trabas: “Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo”.
Andrés, también, se da cuenta de la situación; incluso, se percata de los recursos que tienen para poder hacer frente a la situación de necesidad. Sin embargo, tampoco está dispuesto a hacer nada, a pesar de contar con recursos, no cree que haya solución alguna: “¿Qué es eso para tantos?” No cree que los recursos que tienen a mano sean suficientes para poder cambiar la situación.
Jesús, por su parte, se da cuenta de la situación, conoce los recursos que poseen y pasa a la acción: “Decid a la gente que se siente en el suelo”. A continuación: “Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron de pescado”. Al final, y gracias a la intervención de Jesús, todos quedaron saciados.
Pero además, hay que guardar los recursos por si los volvemos a necesitar. Es decir, aprendemos de lo acontecido, para hacer frente a situaciones similares o para fortalecer nuestra personalidad.
Resumiendo, ante una situación novedosa, ante una situación de crisis, ante un imprevisto la mejor manera de actuar, desde el liderazgo y la inteligencia emocional sería la de realizar un proyecto, una planificación o un plan de acción:
• Mantener una actitud de apertura.
• Cambiar nuestra perspectiva, el prisma desde el que observamos la situación, para darnos cuenta de todas las posibilidades con las que contamos.
• Hacernos conscientes de la situación y las dificultades con las que tendremos que enfrentarnos.
• Fijarnos un objetivo para afrontar satisfactoriamente la realidad que tenemos por delante.
• Definir nuestras líneas de actuación y ver con qué recursos contamos.
• Precisar el tiempo en el que se debe actuar y las personas que se deben involucrar.
• Evaluar.
Y todo esto desde la humildad y el servicio.

Gracias por leer; espero vuestras opiniones y si os parece interesante el post compartidlo.

 

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