LECTIO DIVINA DEL EVANGELIO DEL DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR (CICLO C)

VERDAD – LECTURA

Lc 22,14—23,56

La liturgia de este Domingo de Ramos nos ofrece la narración de la Pasión del Señor según la versión del evangelista Lucas. Lo más conveniente es leer y releer el texto para que sea uno con nosotros, meditarlo en nuestro corazón, poner en práctica la enseñanza de Jesús. Por eso, no queremos extendernos mucho en dar una explicación del texto. Él habla por sí sólo. Simplemente algunas pinceladas que nos ayuden a orar con el mismo.

En el relato lucano de la Pasión del Señor podemos apreciar como se consuma todo lo que Jesús ha predicado durante su existencia terrena.

En la última cena, podemos ver como Jesús nos ofrece un ejemplo clarísimo de servicio, y como han de llevarlo a cabo todos aquellos que estén dispuestos a seguirle: “Entre vosotros, no ha de ser así, sino que el mayor entre vosotros será como el más joven, y el que mande como el que sirve.” (Lc 22,26).

En el Monte de los Olivos, nos muestra cómo en las dificultades lo más conveniente es ponerse en las manos del Padre y orar (Lc 22,39-46). El Padre nos confortará, nos dará su fuerza, vendrá en nuestro auxilio. Jesús está orando ante el Padre para que nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro testimonio no decaigan.

La pasión no es otra cosa sino la lucha entre el bien y el mal. Lucha que han de llevar a cabo, también, los discípulos del Maestro. Han de ser valientes, para vencer al mal, lo mismo que Jesús es valiente ante el sanedrín, ante los golpes, ante los azotes, ante el duro camino al calvario.

En la cruz, Jesús se entrega total y conscientemente para la salvación de la humanidad, para librarla de los lazos de la muerte y regalarles la vida eterna. Perdona sin condiciones a aquellos que le están infligiendo sufrimiento y lo están crucificando.

Es muy posible, que algún momento de nuestra vida, también, nosotros seamos perseguidos, Jesús nos da ejemplo de cómo afrontarlo: perseverando en su seguimiento, perdonando a los que nos persiguen y haciendo el bien a todos, hasta nuestro último aliento de vida.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Cómo te comportas con los demás, con las personas que están a tu alrededor, con aquellos con los que convives? ¿Eres el que sirve o el que manda?
  • ¿En momentos de dificultad acudes al Padre para que te conforte, para que te ayude, para que te sostenga?
  • ¿Eres valiente para testimoniar el evangelio, la misericordia del Padre y la bondad de Jesús? ¿Eres consciente de que el Espíritu en esos momentos está viniendo en tu ayuda? ¿Lo invocas?
  • ¿Quieres y asumes ser testigo de Jesús, de su pasión muerte y resurrección? ¿De que manera puedes dar testimonio del Señor en tu vida cotidiana?

VIDA – ORACIÓN

Hoy os invitamos a orar con la letra de la canción Antes de ser llevado a la muerte de Tirso Vaquero.

ANTES DE SER LLEVADO A LA MUERTE,

VIENDO JESÚS SU HORA LLEGAR,

MANIFESTÓ SU AMOR A LOS HOMBRES

COMO NO HICIERA NADIE JAMÁS.

Toma en sus manos pan y les dice:

“esto es mi cuerpo, todos comed».

Y levantó la copa de vino:

«esta es mi sangre que os doy a beber».

Cuerpo bendito que se reparte,

por mil caminos hecho manjar:

buscas a todos para sanarlos.

Tú le devuelves al hombre la paz.

«El que se precie de ser mi amigo,

siga mi ejemplo, siga mi amor,

salga al encuentro de mis hermanos,

dando la vida lo mismo que Yo».

Cuerpo de Cristo, cuerpo entregado,

muerto en la cruz por nuestra maldad,

grano de trigo resucitado,

germen de vida de la humanidad.

LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR (CICLO C)

VERDAD – LECTURA

Isaías 50,4-7

4El Señor Dios me ha dado una lengua de experto para que yo sepa responder al cansado. Cada mañana me despierta el oído para escuchar como un discípulo.

5El Señor Dios me ha abierto el oído y yo no he resistido, no me he echado atrás.

6He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a quienes me mesaban la barba; no he hurtado mi rostro a la afrenta y a los salivazos.

7El Señor Dios viene en mi ayuda; por eso soporto la ignominia, por eso he hecho mi rostro como pedernal y sé que no quedaré defraudado.

Nos encontramos hoy con un fragmento del llamado “tercer cántico del siervo de Yahveh”, que comienza afirmando que la palabra de Dios es la fuente de toda liberación. El siervo de Yahveh recibe un misión por parte de éste, y se mantendrá fiel en todo momento a esta misión, aunque ello le acarree dolor y sufrimiento, incomprensiones y ultrajes. El siervo será maltratado como le ha ocurrido a los profetas anteriores a él.

El siervo es aquel que sabe escuchar antes de transmitir la Palabra, al igual que el discípulo lo hace con el maestro que le enseña; pero esto no lo hace por voluntad propia, puesto que es Dios quien le ha abierto el oído.

Sin duda alguna, y desde una lectura cristiana, prefigura lo que le ocurrirá a Jesucristo en su pasión, muerte y resurrección. Cristo, fiel a la voluntad del Padre, también se entregó voluntariamente al dolor, al sufrimiento y a los ultrajes de los hombres. Llegó a la entrega total ofreciéndose por la salvación de todo el género humano. Pero, ya sabemos, que no se quedó todo en el sufrimiento, el dolor o la muerte, pues Jesucristo resucitó de entre los muertos al tercer día. Con lo cual, nos abrió a todos nosotros la puerta de la vida eterna.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • Dios también da a cada uno de nosotros la misión de transmitir su Palabra. Pero antes es necesario escuchar, ¿De qué manera te estás abriendo para escuchar su palabra durante esta Semana Santa?
  • En muchas ocasiones ser testigos de Jesús nos traerá sufrimientos, dificultades, dolor, ¿estamos dispuestos a afrontar todo esto con la ayuda de Dios?
  • ¿Eres consciente de que el dolor, el sufrimiento o la dificultad no tiene la última palabra? ¿Eres testigo de esperanza y resurrección en tu vida diaria?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 69

2Sálvame, Dios mío, que las aguas me llegan hasta el cuello;

3me hundo en cenagal sin fondo y no puedo hacer pie; he llegado hasta el fondo del agua y me arrastra la corriente.

4Estoy extenuado de gritar y totalmente ronco, mis ojos se han consumido de esperar a mi Dios.

[…]

7Señor omnipotente, que yo no sea la vergüenza de los que en ti confían, que no sea el deshonor de los que a ti te buscan, oh Dios de Israel.

8Por ti soporto los insultos y mi rostro se cubre de vergüenza,

[…]

14Pero yo, Señor, te elevo mi plegaria, ésta es la hora en que me debes ser propicio; escúchame, Dios mío, por tu inmensa bondad, pues tú eres la verdadera salvación.

[…]

17Respóndeme, Señor, pues tú eres todo bondad y amor, con tu inmensa piedad vuelve hacia mí tus ojos;

18no retires el rostro de tu siervo, estoy muy angustiado, respóndeme deprisa.

19Ven junto a mí, defiéndeme, líbrame de mis enemigos.

“ESCUCHAR COMO UN DISCÍPULO” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO DE RAMOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR (CICLO B)

VERDAD – LECTURA

Isaías 50,4-7

4El Señor Dios me ha dado una lengua de experto para que yo sepa responder al cansado. Cada mañana me despierta el oído para escuchar como un discípulo.

5El Señor Dios me ha abierto el oído y yo no he resistido, no me he echado atrás.

 6 He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a quienes me mesaban la barba; no he hurtado mi rostro a la afrenta y a los salivazos.

7El Señor Dios viene en mi ayuda; por eso soporto la ignominia, por eso he hecho mi rostro como pedernal y sé que no quedaré defraudado.

Nos encontramos hoy con un fragmento del llamado “tercer cántico del siervo de Yahveh”, que comienza afirmando que la palabra de Dios es la fuente de toda liberación. El siervo de Yahveh recibe un misión por parte de éste, y se mantendrá fiel en todo momento a esta misión, aunque ello le acarree dolor y sufrimiento, incomprensiones y ultrajes. El siervo será maltratado como le ha ocurrido a los profetas anteriores a él.

El siervo es aquel que sabe escuchar antes de transmitir la Palabra, al igual que el discípulo lo hace con el maestro que le enseña; pero esto no lo hace por voluntad propia, puesto que es Dios quien le ha abierto el oído.

Sin duda alguna, y desde una lectura cristiana, prefigura lo que le ocurrirá a Jesucristo en su pasión, muerte y resurrección. Cristo, fiel a la voluntad del Padre, también se entregó voluntariamente al dolor, al sufrimiento y a los ultrajes de los hombres. Llegó a la entrega total ofreciéndose por la salvación de todo el género humano. Pero, ya sabemos, que no se quedó todo en el sufrimiento, el dolor o la muerte, pues Jesucristo resucitó de entre los muertos al tercer día. Con lo cual, nos abrió a todos nosotros la puerta de la vida eterna.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • Dios también da a cada uno de nosotros la misión de transmitir su Palabra. Pero antes es necesario escuchar, ¿De qué manera te estás abriendo para escuchar su palabra durante esta Semana Santa?
  • En muchas ocasiones ser testigos de Jesús nos traerá sufrimientos, dificultades, dolor, ¿estamos dispuestos a afrontar todo esto con la ayuda de Dios?
  • ¿Eres consciente de que el dolor, el sufrimiento o la dificultad no tiene la última palabra? ¿Eres testigo de esperanza y resurrección en tu vida diaria?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 69

2 Sálvame, Dios mío, que las aguas me llegan hasta el cuello;

 3 me hundo en cenagal sin fondo y no puedo hacer pie; he llegado hasta el fondo del agua y me arrastra la corriente.

 4 Estoy extenuado de gritar y totalmente ronco, mis ojos se han consumido de esperar a mi Dios.

[…]

7 Señor omnipotente, que yo no sea la vergüenza de los que en ti confían, que no sea el deshonor de los que a ti te buscan, oh Dios de Israel.

 8 Por ti soporto los insultos y mi rostro se cubre de vergüenza,

[…]

14 Pero yo, Señor, te elevo mi plegaria, ésta es la hora en que me debes ser propicio; escúchame, Dios mío, por tu inmensa bondad, pues tú eres la verdadera salvación.

[…]

17 Respóndeme, Señor, pues tú eres todo bondad y amor, con tu inmensa piedad vuelve hacia mí tus ojos;

 18 no retires el rostro de tu siervo, estoy muy angustiado, respóndeme deprisa.

 19 Ven junto a mí, defiéndeme, líbrame de mis enemigos.

“Silencio, contemplación, esperanza, victoria y paz” Lectio Divina del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor (Ciclo A)

VERDAD – LECTURA

EVANGELIO Mt 26,14-27; 27,1-66

Comenzamos la semana más especial e importante del año. En ella, vamos a volver a pasar por nuestra mente y nuestro corazón la Pasión, muerte y resurrección. Lo hacemos en unas circunstancias muy especiales. El Covid-19 está asolando el mundo. No es momento de desesperar, de abandonar, de tirar la toalla… Pero tal vez es tiempo de silencio, de reflexionar, de meditar, de contemplar para retomar, si cabe con mayor intensidad y fuerza nuestra vida ordinaria.

Por eso, mi invitación este Domingo de Ramos es que nos pongamos en la presencia de Dios, en silencio. Pero en un silencio profundo y activo, al mismo tiempo. Un silencio atento, de escucha, de enmudecimiento, e, incluso, de adoración. Pero un silencio también de resistencia, de resiliencia, de conversión y de cambio.

No voy a comentar pormenorizadamente toda la Pasión narrada por Mateo. Me voy a limitar, únicamente a realizar algún comentario, que nos ayude a profundizar, y aproximándonos al texto, poder responder a la pregunta: ¿qué dice el texto?

La pasión narrada por Mateo es la pasión del Hijo de Dios, del Mesías esperado por los siglos, de Aquél de quienes hablaron los profetas. Narración cargada de dramatismo y rica en detalles. Donde, los protagonistas de la narración son: Dios Padre y Jesús; el resto son personajes secundarios, aunque no menos importantes.

Toda esta narración hay que leerla a la luz de las antiguas profecías, que Mateo nos irá presentando, pues para este evangelista, Jesús «lleva a perfecto cumplimiento lo que han dicho la Ley y los Profetas» (Mt 5,17).

La llamada Última Cena nos describe la vida de la comunidad cristiana a lo largo de los siglos. Nos describe La celebración comunitaria de la eucaristía. Y el evangelio nos llama a vivir la misma experiencia que vivieron los discípulos en cada una de nuestras celebraciones de la eucaristía.

Es sumamente importante, caer en la cuenta de la soledad de Jesús. Él tendrá que vivir solo el Calvario. Él nunca ha buscado acabar muriendo en una cruz; pero los acontecimientos se precipitan, se imponen. Él que siempre ha deseado estar en comunión con sus discípulos, se encuentra solo en el momento más dramático de su vida. Leer el relato de Getsemaní, significa precisamente eso, leer la infructuosa relación entre Jesús y sus discípulos; porque estos últimos no son capaces de acoger el modo de vivir de Jesús, al menos por ahora; un modo de vivir que desembocará en la entrega generosa y sin condiciones de la vida para dar vida.

El juicio religioso busca en todo momento condenar a Jesús por las obras que había hecho: curaciones en sábado, blasfemias, incumplimiento de la Ley… En un segundo plano, ocurre la negación de Pedro. Ante todos, Jesús da testimonio de sí mismo.

El juicio político es un verdadero contraste entre los que están a favor de Jesús y los que están en contra, que al fin y al cabo son únicamente los miembros del Sanedrín y que han instigado al pueblo para obligar a Pilato a crucificar a Jesús.

La culminación de la obra de Jesús es la crucifixión. Pero no es el final. El Padre lo resucitará al tercer día. Una vida que se entrega por la salvación de todos y que culmina en la victoria de la Resurrección. Como os decía al principio, en ningún momento nos debe invadir la desesperanza.

Para quien tiene fe, ilusión, confianza, esperanza y acoge el mensaje del evangelio e intenta ponerlo en práctica, se abre una nueva perspectiva, un nuevo panorama: la muerte no tiene la última palabra, la muerte no es el destino final del ser humano, la muerte ha sido vencida.

Por eso queridos hermanos, poner el foco, la visión, vuestro punto de vista, no en lo trágico de la vida, si no en el rayito de esperanza que está surgiendo desde el horizonte. Esa luz es Jesús de Nazaret que viene a traernos vida y vida en abundancia. Y en la Victoria de Jesús sobre la Cruz, la Paz para el mundo.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?
  • Os invito a observar detenidamente cada uno de los personajes que aparecen en el relato de la Pasión. ¿Con cuál de ellos me siento identificado? ¿Por qué?
  • ¿Quién es para mí el Jesús de la Pasión de Mateo? ¿Qué significado tiene para mi vida?
  • ¿Cómo vivo la celebración eucarística?
  • ¿Cómo vivo mis momentos de soledad, mis momentos de dificultad, las contrariedades?
  • ¿Cómo doy testimonio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús?

 VIDA – ORACIÓN

  • Pido al Espíritu Santo que me ayude a contemplar en silencio el relato evangélico y doy gracias a Dios Padre por el gran regalo de la Pasión, muerte y Resurrección de Jesús.

«Verdaderamente este era Hijo de Dios»

Lectura orante de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo (Mt 27,11-54)

 

VERDAD – LECTURA

Pasión de según San Mateo

Jesús compareció ante el gobernador, quien le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús respondió: «Tú lo dices». Pero nada respondió a las acusaciones que le hacían los sumos sacerdotes y los ancianos. Pilato le dijo: «¿No oyes todo lo que dicen contra ti?». Pero él no le respondió nada, hasta el punto de que el gobernador se quedó muy extrañado. Por la fiesta el gobernador solía conceder al pueblo la libertad de un preso, el que ellos quisieran. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Pilato preguntó a todos los que estaban allí: «¿A quién queréis que os deje en libertad? ¿A Barrabás o a Jesús, a quien llaman el mesías?». Pues sabía que lo habían entregado por envidia. Estando en el tribunal, su mujer mandó a decirle: «No resuelvas nada contra ese justo, porque he sufrido mucho hoy en sueños por causa de él». Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente de que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Y al decirles el gobernador: «¿A quién de los dos queréis que os suelte?», ellos respondieron: «A Barrabás». Pilato les dijo: «¿Qué haré entonces con Jesús, a quien llaman el mesías?». Todos dijeron: «¡Que lo crucifiquen!». Él replicó: «Pues, ¿qué mal ha hecho?». Ellos gritaron más fuerte: «¡Que lo crucifiquen!». Viendo Pilato que nada conseguía, sino que aumentaba el alboroto, mandó que le trajeran agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: «Soy inocente de esta sangre. ¡Vosotros veréis!». Y todo el pueblo respondió: «Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos». Entonces puso en libertad a Barrabás, y les entregó a Jesús, después de azotarlo, para que fuera crucificado.

Luego los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron en torno de él a toda la tropa. Lo desnudaron, le vistieron una túnica de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza, y una caña en su mano derecha; y, arrodillándose delante, se burlaban de él, diciendo: «¡Viva el rey de los judíos!». Le escupían y le pegaban con la caña en la cabeza. Después de haberse burlado de él, le quitaron la túnica, le pusieron sus ropas y lo llevaron a crucificar.

Cuando salían, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y le obligaron a llevar la cruz. Al llegar a un lugar llamado Gólgota (que significa la Calavera) dieron de beber a Jesús vino mezclado con hiel; pero él lo probó y no lo quiso beber. Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos a suertes. 36 Y se sentaron allí para custodiarlo. Sobre su cabeza pusieron la causa de su condena: «Éste es Jesús, el rey de los judíos». Con él crucificaron a dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban por allí le insultaban moviendo la cabeza y diciendo: «¡Tú que destruías el templo y lo reedificabas en tres días, sálvate a ti mismo si eres hijo de Dios, y baja de la cruz!». Del mismo modo los sumos sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos se burlaban de él y decían: «Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo. ¡Es rey de Israel! ¡Que baje de la cruz y creeremos en él! Confiaba en Dios. Que lo libre ahora, si es que lo ama, puesto que ha dicho: Soy hijo de Dios». Los ladrones crucificados con él también lo insultaban.

Desde el mediodía se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde. Hacia las tres de la tarde Jesús gritó con fuerte voz: «Elí, Elí, lemá sabactani?» (que quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). Algunos de los presentes, al oírlo, decían: «¡Éste llama a Elías!». En aquel momento uno de ellos fue corriendo a buscar una esponja, la empapó en vinagre, la puso en una caña y le dio de beber. Los otros decían: «¡Deja! A ver si viene Elías a salvarlo». Y Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló y las piedras se resquebrajaron; se abrieron los sepulcros y muchos cuerpos de santos que estaban muertos resucitaron y, saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión, por su parte, y los que con él estaban custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían, tuvieron mucho miedo y decían: «Verdaderamente éste era hijo de Dios».

 

imagen.asp

Estamos al comienzo de la semana más importante del año: la Semana Santa: la semana en la que recordamos (pasamos por el corazón) la pasión, muerte y resurrección de nuestro Salvador.

Silencio, recogimiento, contemplación. Ante el gran misterio de la pasión y muerte de Jesús, sólo caben estas actitudes. Te invito a que, durante esta Semana Santa, ellas estén presentes en tu oración. Acoge la Palabra en lo más profundo de tu ser, pregúntate qué quiere decirte Dios Padre Misericordioso en este momento concreto de tu vida: ¿Qué quiere de ti? ¿A qué te está llamando? Lee y relee el texto, rúmialo, hazlo vida.

La Pasión según san Mateo es un texto en el que se nos presenta a Jesús, como el Hijo amado de Dios, como el Mesías esperado por los siglos, en el que se cumplen las profecías.

Toda la narración hay que leerla a la luz de las antiguas profecías, que Mateo nos irá presentando, pues para este evangelista, Jesús «lleva a perfecto cumplimiento lo que han dicho la Ley y los Profetas» (Mt 5,17).

Jesús, en la cruz, se siente solo, desamparado, abandonado…

El juicio religioso busca en todo momento condenar a Jesús por las obras que había hecho: curaciones en sábado, blasfemias, incumplimiento de la Ley, según el criterio de los fariseos…

El juicio político es un verdadero contraste entre los que están a favor de Jesús y los que están en contra, que al fin y al cabo son únicamente los miembros del Sanedrín y que han instigado al pueblo para obligar a Pilato a crucificar a Jesús.

La culminación de la obra de Jesús es la crucifixión. Pero no es el final. El Padre lo resucitará al tercer día. Una vida que se entrega por la salvación de todos y que culmina en la Resurrección. En ningún momento nos debe invadir la desesperanza.

Para quien tiene fe y acoge el mensaje final, que es el de la Resurrección, comienza una vida nueva.

 

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?
  • Te invito a observar detenidamente cada uno de los personajes que aparecen en el relato de la Pasión. ¿Con cuál de ellos te sientes identificado? ¿Por qué?
  • ¿Quién es para tí el Jesús de la Pasión de Mateo? ¿Qué significado tiene para tu vida?
  • ¿Cómo vives tus momentos de soledad, tus momentos de dificultad, las contrariedades?
  • ¿Cómo das testimonio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús?

 

VIDA – ORACIÓN

  • Ponte en la presencia del Espíritu Santo y pídele que te ayude a contemplar en silencio este relato.
  • Ora junto a Jesús crucificado el salmo 22.
  • Da gracias a Dios Padre por el gran regalo de la Pasión, muerte y Resurrección de Jesús.

Lectio Divina del Domingo de Ramos (Mc 14,1 – 15,47)

VERDAD – LECTURA

 

Comenzamos hoy, Domingo de Ramos, la Semana Santa, la semana más importante del año para cualquier cristiano. Por primero que se preguntó la comunidad cristiana, lo primero que recordó, lo primero que predicó fue precisamente la pasión, muerte y resurrección. Fue el primer kerigma (anuncio) de aquellos que conocieron, vivieron y experimentaron los que estuvieron cercanos a Jesús de Nazaret.
Nos encontramos con un largo relato en el que se nos cuentan los hechos ocurridos los últimos días de vida de Jesús. Faltaban dos días para la celebración de la Pascua. Es el momento del paso de Dios por la vida del Pueblo en un momento concreto de la historia, la liberación de la esclavitud de Egipto. Pero no sólo. Yahveh ha dado suficientes muestras de caminar junto a su pueblo. La Pascua es la celebración de Dios que salva. Lo mismo ocurre con la fiesta de los ázimos. Durante esos días los sumos sacerdotes y los maestros de la ley andan buscando la forma de poder acusar a Jesús, aunque sea utilizando el artificio del engaño. Su objetivo último era “quitarlo de en medio” (Mc 14,1). Todo esto hemos de ponerlo en conexión para darnos cuenta del verdadero significado del relato que nos ocupa. Se nos está anunciando la salvación de Dios por medio de Cristo, Yahveh sigue actuando en la historia del Pueblo de Israel y en la historia de la humanidad con su infinita misericordia para salvarnos a todos.
Después de la pequeña introducción, comentada más arriba, Mc nos narra el episodio de la unción en Betania. Nos encontramos en el contexto de una cena entre amigos, en ella una mujer irrumpe en el lugar en el que se encuentran los comensales, rompe el frasco de perfume y lo derrama sobre la cabeza de Jesús. Un auténtico derroche, si consideramos lo que podría valer, según nos dice el texto, más de trescientos denarios (14,5). sin embargo, no lo es. Ha llegado el momento de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, ha llegado el momento en el que el Maestro no se encontrará ya físicamente entre nosotros, ha llegado el momento en el que tendrán que llevar perfumes para su sepultura. Anticipándose a todo esto, Jesús ve en este gesto un gesto de generosidad, es un gesto de amor. Esta mujer, también, se ha anticipado al momento de ungir a Jesús después de su muerte, porque cuando las mujeres vayan a hacerlo, él habrá resucitado.
Judás Iscariote, por su parte, va a prepararlo todo para entregar Jesús a los sumos sacerdotes.
Y el primer día de los ácimos, cuando el cordero pascual era inmolado (14,12) van a preparar la Cena Pascual. Estando a la mesa con ellos, descubre a sus discípulos, cómo uno de ellos le va ha entregar. La reacción no se hace esperar, se entristecen: ¿seré yo, Maestro? (cf. 14,19). Jesús no responde directamente, no acusa directamente al traidor. Pero es uno de los que estaban en comunión con él, uno que comía en su misma mesa y de su mismo plato. ¿Existe mayor intimidad? Todo lo que va a suceder es el cumplimiento de las antiguas profecías.
En el transcurso de aquella cena, Jesús toma el pan, lo bendice, lo parte, y se lo da a sus discípulos: “Tomad, esto es mi cuerpo”. Y a continuación, tomo el cáliz, dio gracias, se lo paso a ellos y bebieron todos. Nos está regalando la eucaristía. El regalo más importante y costoso de toda la historia. El recuerdo de su pasión, muerte y resurrección.
Ha de prepararse para afrontar lo que se le viene encima. Juntos van al Huerto de los Olivos. Pero no será el final, al tercer día resucitará. La vida vence al muerte. La situación en el Huerto es bastante desconcertante para Jesús. Los discípulos no son capaces de acompañarle en la oración. Y, más tarde, huyen despavoridos, muertos de miedo, ante el prendimiento del Maestro. No sin engaño. Engaño del beso de Judás, engaño de la sentencia, engaño de las circunstancias y de los hechos.
El poder religioso dispuesto, por todos los medio, ha acabar con Jesús, sencillamente por la doctrina que predicaban. ¿Es posible condenar a un hombre por las ideas que tiene, que expresa y que defiende? Claro que sí, el caso de Jesús no fue, ni será el único. Pero Jesús no vive estos acontecimientos de forma trágica, está cumpliendo la voluntad del Padre, se encuentra en comunión con él, en aquellos trágicos momentos el mundo está siendo salvado.
Todo el proceso a Jesús está basado en el engaño. Los testigos comenten perjurio, sus testimonios no coinciden, las pruebas no son concluyentes. Jesús guarda silencio. Únicamente responde para decir. “Yo soy”, el nombre que Yahveh reveló a Moisés. Ha blasfemado, ha atentado contra el segundo mandamiento de la Ley de Dios. Ha tomado el nombre de Dios en vano. Además es una persona molesta que va enseñando al pueblo una extraña doctrina en la que el mandamiento principal es el amor. Amar a Dios sobre todas las cosas y amar a las demás personas sin acepción de raza, lengua, color, estatus social o nacionalidad.
En el transcurso, Pedro se encuentra en el patio de la casa del sumo sacerdote. Es reconocido por una de las criadas, y quieren relacionarlo con el acusado. Aquel niega tener ningún tipo de relación con él. Tiene miedo. No le conoce, nunca le ha visto, en ningún momento ha tenido nada que ver con él. Al caer en la cuenta de su forma de actuar, rompe a llorar.
Los miembros del Sanedrín, consejo de ancianos judío, como no podían aplicar la pena de muerte, lo remiten a Pilatos. Este sí que puede condenarlo a muerte y a una muerte incruenta. Pero, nuevamente es necesario el engaño. El acusado, Jesús de Nazaret, es enemigo del Cesar; se ha autoproclamado rey de los judíos. Es inaudito, el único gobernante legítimo de Israel, en aquel momento, es el Cesar. Las mismas autoridades judías se someten, se inclinan, se agachan ante el poder del Imperio Romano. Son capaces de renunciar a sus raíces, a su ser Pueblo Elegido, a la Alianza establecida con Yahveh, con tal de ver muerto a Jesús de Nazaret.
Pilatos dicta sentencia, asumiendo el engaño y temeroso de que los judíos le denuncien ante el Cesar por dejar que una persona se autoproclamarme rey de Israel. Jesús es encontrado culpable de sedición, de rebeldía, de sublevarse contra el máximo dignatario del Imperio. Este delito es castigado con la muerte: Jesús, Nazareno, rey de los judío.
Jesús dando tumbos, cayéndose, débil, sin fuerzas es llevado al Gólgota donde será crucificado. Lo insultan, se mofan, se ríen de él, de su sufrimiento… Jesús lo sume todo con valentía y gallardía. Con una valentía y una gallardía llevada hasta el extremo. Posiblemente, ninguno de nosotros podría haber afrontado dicho sufrimiento de la manera que lo hizo Jesús. Pero, tenía claro su objetivo, tenía clara su misión: cumplir la voluntad del Padre y librar a la humanidad de todas sus deficiencias, de todos sus fallos, de todas sus angustias, imperfecciones e incapacidades. Y vencerá, vencerá el bien sobre el mal. Vencerá todas las tribulaciones, las catástrofes, los sufrimientos de la humanidad. Vencerá incluso a la muerte.
Ante todos aquellos acontecimientos, ante aquella horrible injusticia, ante aquella horrorosa visión, un pagano, un centurión romano afirma: “verdaderamente era Hijo de Dios” (15,39).
Ahora solo nos queda el silencio y la espera. No todo ha concluido. No todo está acabado. No todo ha sucumbido. Al tercer día, el Padre, por la fuerza del Espíritu Santo, resucitará a Jesús. Aquel que es la Vida, volverá a la vida y reinará entre nosotros para siempre y su Reino no tendrá fin.

CAMINO – MEDITACIÓN

• ¿Qué versículo, frase, palabra ha llamado especialmente tu atención? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios con ello en este momento concreto de tu vida?
• ¿Cómo me estoy disponiendo para acoger, vivir y experimentar los acontecimientos que vamos a recordar durante la Semana Santa?
• ¿Soy capaz de derrochar lo que haga falta por Jesús?
• Hay una constante en el relato, sobre todo en el juicio a Jesús: el engaño. ¿Qué significado puede tener esto para mí? ¿me perturba? ¿lo aparto de mi vida? ¿lo rechazo como actitud que lleva a realizar el mal?
• Cada día yo puedo entrar en comunión con Jesús, en intimidad con él, en la celebración de la Eucaristía ¿Cómo vivo este momento? ¿Soy consciente de la importancia de este hecho?
• Ante la contemplación del acontecimiento de la muerte de Jesús en la cruz, ¿Qué sentimientos afloran dentro de mí? ¿Qué actitud tomo? ¿Qué compromisos debo asumir?
• Ante la desilusión, la desesperación, lo incomprensible que puede resultar el misterio de la cruz, ¿mantengo la esperanza en la resurrección? ¿tengo fe en ella? ¿vivo mi existencia en clave de resurrección y vida?

VIDA – ORACIÓN

Hoy te invito a que simplemente, de manera relajada y consciente, medites, contemples y recuerdes (pases por el corazón) el acontecimiento narrado por Marcos en su evangelio.