VERDAD – MEDITACIÓN
El fragmento del evangelio, que hoy nos ocupa, comienza con el final del relato de los Discípulos de Emaús, en el que se nos cuenta lo que les había ocurrido por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Ellos tienen necesidad de compartir su experiencia de cómo habían reconocido a Jesús resucitado, precisamente durante una liturgia eucarística. El lugar en el que cada domingo, Jesús se hace presente a la comunidad cristiana en forma de pan y vino.
A continuación, Lucas nos narra el recuerdo de una de las diversas manifestaciones de Jesús, después de su resurrección. La estructura del relato es muy parecida a otros pasajes similares: aparición repentina de Jesús resucitado, los discípulos son incapaces de reconocerlo, la recriminación de Jesús, la alegría y el asombro al reconocerlo.
Los discípulos se encuentran reunidos, posiblemente comentado lo acontecido a los caminantes de Emaús, a las mujeres y a Pedro. Cuando Jesús se coloca en medio de ellos y los saluda el saludo de paz, según la costumbre judía, pero que para Lc tiene connotaciones mesiánicas. Y, además, es precisamente lo que Jesucristo viene a traernos: Paz.
A pesar de haber escuchado los relatos anteriores de las mujeres, de los dos discípulos de Emaús, de Pedro y del discípulo amado, ellos dudan, se sobresaltan, se sorprenden, dudan… creen ver un espíritu. Estamos ante una teofanía, ante una manifestación de Dios. Ya en el AT nos encontramos con que las manifestaciones de Yahveh producen esos síntomas: sorpresa y duda.
Para ayudarles a superar su turbación, les muestra las señales de la crucifixión… Soy yo… No es fruto de su imaginación. Es alguien real con carne y huesos, aunque glorificados.
No acaban de creérselo. Es imposible. La pregunta y la duda es lógica: ¿Cómo es posible que estemos viendo al mismo que murió en una cruz? Necesitan más pruebas.
Aunque, el autor del evangelio, trata de suavizar la situación sustituyendo la duda y el miedo por la alegría. Entonces, Jesús les pide algo de comer. Le ofrecen un pescado y comió delante de ellos. Lucas quiere reafirmar la realidad física del Resucitado. Es el mismo Jesús con el que habían convivido por los caminos polvorientos de Galilea, el mismo Jesús que había celebrado con ellos la última cena, el mismo Jesús que habían visto morir en una cruz. El mismo Jesús, sólo que glorificado por Dios Padre. El mismo Jesús resucitado.
Concluye el relato, haciéndoles comprender a los discípulos lo que de él estaba escrito en las Sagradas Escrituras. Era necesario llevarlas a su pleno cumplimiento. El Antiguo Testamento sólo es posible comprenderlo y asimilarlo a la luz de la vida y la obra de Jesús. El plan que Dios que Dios tenía desde toda la eternidad se ha cumplido en Jesús de Nazaret. Un plan de Dios cuya finalidad era la salvación de todos los hombres. Pero además, es la misión de los discípulos. Anunciar a todos los pueblos la Buena Nueva para que al convertirse en personas nuevas obtengan el perdón de los pecados. Ellos ahora tiene que ser testigos de lo que han visto y oído. Tienen que ser testigos de su vida, de su pasión, de su muerte, pero sobre todo de su resurrección. A partir de ahora y hasta el fin de los tiempos tienen que ser testigos de Jesús. Nosotros, aquí y ahora, debemos ser testigos del amor de Dios. Del amor de Jesús. Testigos de que él vive entre nosotros.
CAMINO – MEDITACIÓN
• ¿Qué versículo, frase, palabra ha llamado especialmente tu atención? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios con ello en este momento concreto de tu vida?
• ¿Sé reconocer la presencia de Jesús cuando éste se manifiesta en mi vida?
• Cada domingo podemos ver y tocar a Jesús en la celebración de la eucaristía ¿Soy consciente de ello?
• Ante la manifestación real de Jesús, ¿Cuál es mi reacción? ¿Ocurre como con los discípulos, no acabo de creérmelo, por la duda, por el miedo, por la alegría?
• Jesús nos envía a todos los que creemos en Él a ser testigos de su vida, de su obra y de su resurrección ¿Me siento verdaderamente enviado? ¿Estoy dispuesto a asumir la misión que Jesús nos ha encomendado?
VIDA – ORACIÓN
• Alabo a Dios por el gran amor que me tiene y por el regalo de manifestación de Jesús en mi vida
• Doy gracias a Jesús por ayudarme e iluminarme en mis dudas, mis miedos y mis dificultades.
• Le ofrezco mi vida para ser testigo de la vida, la obra y la resurrección de Jesús.
• Le pido que me ayude a llevar a cabo la misión de ser testigo de la obra, la vida y la resurrección de Jesús.
• Asumo el compromiso de ser testigo de Jesús Resucitado.