“Tú eres una de las ovejas de Jesús”Lectio Divina Domingo IV del Tiempo de Pascua

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Jn 10,27-30

         En aquel tiempo, dijo Jesús: “Mis ovejas escuchan mi voz. Yo las conozco y ellas me siguen; yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; no me las arrebatará nadie de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es más que todos; y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. Yo y el Padre somos uno”.

         La liturgia de este IV domingo de Pascua, nos ofrece una parte del discurso de Jesús, durante la fiesta de la dedicación del Templo de Jerusalén. En esta fiesta, se conmemoraba la consagración del Templo, por parte de Judas el Macabeo, después de la profanación realizada por los sirios, en el año 164 a.c.

         Nos muestra la estrecha relación existente entre Jesús, el Pastor, y sus discípulos, las ovejas.

         Si vamos un poco hacia atrás, en este mismo capítulo 10 (Jn 10,22-26), para situar el texto que nos ocupa, nos encontramos con que los judíos, le han pedido a Jesús que les diga claramente si él es el Mesías o no. La respuesta de Jesús es clara: él ya lo ha dicho, pero ellos no le han creído, ni siquiera por las obras que ha realizado y que claramente lo demuestran. Por eso, ellos no pueden mantener una relación con Jesús, como la que mantiene el pastor con sus ovejas. El cual, las cuida, las acompaña, las defiende, le suministra alimento… El pastor conoce a todas y cada una de sus ovejas, las llama por su nombre, sabe de sus habilidades, su carácter, su esencia, sus problemas, dificultades y defectos. Y las ovejas oyen la voz del pastor y le siguen. Lo mismo hace Jesús con su Iglesia y ella sigue la voz de Jesús. Existe un estrecho vínculo entre el pastor y sus ovejas, entre Jesús y su Iglesia, entre Jesús y cada uno de los cristianos. Vinculo que nadie puede romper.

         Las ovejas de Jesús escuchan atentamente su voz, es decir, escuchan su Palabra, pero no sólo eso; sino que, además, la ponen en práctica, puesto que le siguen.

         Las ovejas son de Jesús, le conocen. Conocer en el lenguaje bíblico significa experimentar vitalmente. Por eso, las ovejas de Jesús comparten con él la vida, tienen con él una relación personal y entrañable, entran en comunión con él. Y ya, aquí y ahora, disfrutan de la vida eterna, aunque esa vida en plenitud llegará en el último día.

         Las ovejas han de estar muy atentas a la voz de Jesús, el Pastor, para no desviarse del camino. Para seguir la senda correcta que conduce a la vida eterna.

         Jesús defiende a sus ovejas, las protege, las cuida. Las ovejas de Jesús no perecerán jamás y nadie puede arrebatárselas, pues es el Padre quien se las ha dado. Sus ovejas pueden sufrir ataques, pueden ser perseguidas, pueden andar entre peligros; pero, nadie podrá arrebatarlas de las manos de Jesús que las defiende. Estando con Jesús las ovejas no deben tener ningún temor. El Pastor es capaz de dar, incluso, la vida por salvar a sus ovejas.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?
  • Las ovejas de Jesús escuchan su voz, están atentas a lo que él les dice. No es un simple oír, es escuchar de manera activa. Implica acoger la palabra de Jesús, dejarse transformar por ella y ponerla en práctica. ¿Dedicas tiempo en tu vida diaria a escuchar la Palabra de Dios? ¿Te dejas transformar por ella? ¿Intentas ponerla en práctica?
  • ¿Procuras entrar en una relación íntima con Jesús cada día? ¿Te dejas guiar por la voz de Jesús?
  • ¿Intentas cada día seguir las huellas de Jesús o, por el contrario, encaminas tus pasos detrás de otras voces?
  • ¿Te abandonas en las manos de Jesús en los momentos de dificultad, con la seguridad de que Él nunca te deja solo?
  • ¿Cómo experimentas la presencia de Jesús en tu vida cotidiana?

VIDA – ORACIÓN

Siente como Jesús te acoge junto a sí en este momento de oración. Está aquí y ahora contigo: te cuida, te protege, te habla… Escúchalo y responde a su Palabra y a su amor con este salmo.

Salmo 23

El Señor es mi pastor; nada me falta.

En verdes praderas me hace reposar,
me conduce hacia las aguas del remanso

y conforta mi alma;
me guiá por los senderos de justicia, por amor a su nombre;

aunque vaya por un valle tenebroso,

no tengo miedo a nada, porque tú estás conmigo,

tu voz y tu cayado me sostienen.

Me preparas una mesa ante mis enemigos,

perfumas con un ungüento mi cabeza

y me llenas la copa a rebosar.


Lealtad y dicha me acompañan

todos los días de mi vida;

habitaré en la casa del Señor por siempre jamás.

“¿Me amas?” Lectio Divina Domingo III del Tiempo de Pascua – Ciclo C

VERDAD – LECTURA

 Evangelio: Jn 21,1-19.   

Jesús se manifestó de nuevo a los discípulos en el mar de Tiberíades. Fue de este modo:

2Estaban juntos Simón Pedro, Tomás «el Mellizo», Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. 3Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar». Le contestaron: «Nosotros también vamos contigo». Salieron y subieron a la barca. Aquella noche no pescaron nada.

4Al amanecer, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.

5Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tenéis algo que comer?». Le contestaron: «No». 6Él les dijo: «Echad la red al lado derecho de la barca y encontraréis». La echaron, y no podían sacarla por la cantidad de peces.

7Entonces el discípulo preferido de Jesús dijo a Pedro: «Es el Señor». Simón Pedro, al oír que era el Señor, se vistió, pues estaba desnudo, y se echó al mar.

8Los demás discípulos llegaron con la barca, ya que no estaban lejos de tierra, a unos cien metros, arrastran do la red con los peces. 9Al saltar a tierra, vieron unas brasas y un pescado sobre ellas, y pan.

10Jesús les dijo: «Traed los peces que acabáis de pescar».

11Simón Pedro subió a la barca y sacó a tierra la red llena de ciento cincuenta y tres peces grandes. Y, a pesar de ser tantos, no se rompió la red.

12Jesús les dijo: «Venid y comed». Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: «¿Tú quién eres?», pues sabían que era el Señor.

13Entonces Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio; y lo mismo el pescado.

14Ésta fue la tercera vez que se apareció a los discípulos después de haber resucitado de entre los muertos.

15Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?». Pedro le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te amo». Jesús le dijo: «¡Apacienta mis corderos!».

16Por segunda vez le preguntó: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te amo». Jesús le dijo: «¡Apacienta mis ovejas!».

17Por tercera vez le preguntó: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas? «. Pedro se entristeció porque le había preguntado por tercera vez si lo amaba, y le respondió: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo». Jesús le dijo: «¡Apacienta mis ovejas!». 18«Te aseguro que cuando eras más joven, tú mismo te sujetabas la túnica con el cinturón e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo, extenderás tus manos, otro te la sujetará y te llevará adonde tú no quieras».

19Dijo esto para indicar con qué muerte iba a glorificar a Dios. Después añadió: «¡Sígueme!».

Con el capítulo 21 concluye el evangelio de Juan. El momento en el que se encuentran los discípulos es de una gran incertidumbre y por qué no decirlo de una gran decepción. Sí han tenido la experiencia de la resurrección de Jesús aquella tarde del primer día de la semana en la que se encontraban con las puertas cerradas por miedo a los judíos; María de Magdala les ha contado su propia experiencia. Todo esto ha tenido lugar. Pero, ¿qué hacer a partir de ahora? Los discípulos no ven otra perspectiva que la de volver a su vida cotidiana, a la vida que llevaban antes de conocer a Jesús de Nazaret, a su vida junto al Tiberiades y a su labor de la pesca.

Sin embargo, Jesús, de alguna manera, quiere trastocarles la vida. No quiere que vuelvan a la vida de antes. Él les llamó para ser pescadores de hombres, no de peces. Y es en este contexto en el que tienen una nueva experiencia de Jesús resucitado. Una experiencia que para ellos va a resultar una nueva llamada a seguir a Jesús de una manera diversa. Pero antes, Jesús quiere que lo reconozcan viviente en cada uno de ellos y en la comunidad; quiere que le reconozcan en el pan partido y compartido en la eucaristía, quiere que le reconozcan a su lado y como alimento que les da la fuerza y el vigor para continuar en la vida diaria y que les regala la vida eterna.

Después de que Pedro le negara tres veces, en este momento le hace profesar que le ama. Y le entrega el mandato de alimentar y guiar a su rebaño que es la Iglesia. Una Iglesia en la que tienen cabida innumerables peces, abierta a todas las razas, pueblos y naciones. Miembros de la Iglesia que deben mantenerse unidos pues la red que les acoge no se rompe.

Pedro deberá estar dispuesto incluso a dar la vida por su rebaño. El verdadero discípulo de Jesús ha de estar dispuesto a dar su vida por los demás. No es únicamente una recomendación dada a Pedro, es para todos aquellos que estamos en el seguimiento de Jesús. Este camino de seguimiento no estará exento de dificultades, de peligros, de obstáculos. Pero en él también podremos encontrar alegrías, satisfacciones, gozo. Lo más importante de todo es que estemos unidos a Jesús y que en Él vivamos nuestro día a día.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?
  • ¿Cómo afrontas tus momentos de incertidumbre, de decepción, de dificultad?
  • ¿Cuál es tu experiencia de Jesús resucitado? ¿De qué manera comunicas a los demás esta experiencia?
  • ¿Cómo vives la eucaristía? ¿Te preparas de alguna manera para ella?
  • Jesús en cada eucaristía te está llamando a su seguimiento, a vivir con él y en él, a ser testigo de su Resurrección en tu vida cotidiana, ¿cómo acoges este seguimiento? ¿De qué manera eres testigo de la resurrección de Jesús?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 40

2En el Señor he puesto toda mi esperanza, él se inclinó hacia mí y escuchó mi grito;

3me sacó de la fosa mortal, del fango cenagoso; puso mis pies sobre la roca, aseguró mis pasos;

4puso en mi boca un cantar nuevo, una alabanza para nuestro Dios. Muchos, al verlo, temerán y confiarán en el Señor.

5Dichoso el hombre que en el Señor ha puesto su esperanza y no se ha ido con los arrogantes ni con los que se pierden en engaños.

6¡Qué grandes son, Señor, Dios mío, los proyectos y los milagros que hiciste por nosotros!: eres incomparable. Yo quisiera decirlos, proclamarlos; pero son tantos, que no pueden contarse.

7Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, no pides holocaustos ni sacrificios por el pecado; en cambio, me has abierto el oído,

8por lo que entonces dije: «Aquí estoy, en el libro está escrito de mí:

9Dios mío, yo quiero hacer tu voluntad, tu ley está en el fondo de mi alma».

10Pregoné tu justicia a la gran asamblea, no he cerrado mis labios; tú lo sabes, Señor.

11No he dejado de hablar de tu justicia, he proclamado tu lealtad y tu salvación, no he ocultado tu amor y tu fidelidad ante la gran asamblea.

“LEVANTA TUS OJOS AL CIELO” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO II DE CUARESMA (CICLO C)

VERDAD – LECTURA

Génesis 15,5-12.17-18

5En aquellos días, Dios llevó fuera a Abrán y le dijo: «Levanta tus ojos al cielo y cuenta, si puedes, las estrellas»; y añadió: «Así será tu descendencia». 6Abrán creyó al Señor, y el Señor le consideró como un hombre justo. 7Y le dijo: «Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los caldeos para darte esta tierra en posesión». 8Abrán le preguntó: «Señor Dios, ¿cómo sabré yo que la poseeré?». 9El Señor le dijo: «Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y una paloma». 10Él trajo todos estos animales, los partió por la mitad y puso una mitad frente a la otra; pero las aves no las partió.  11Las aves rapaces revoloteaban sobre los cadáveres, pero Abrán las espantaba. 12Cuando el sol estaba ya para ponerse, cayó sobre Abrán un sueño profundo y le envolvió una oscuridad terrorífica. 17Cuando se puso el sol, apareció entre densísimas tinieblas una hornilla humeante y una llama de fuego, que pasó por entre los animales partidos. 18Aquel día el Señor hizo un pacto con Abrán en estos términos: «A tu descendencia doy esta tierra, desde el torrente de Egipto hasta el gran río, el Éufrates.

En la mayoría de las ocasiones, Dios no actúa de manera inmediata, tal y como nos gustaría a nosotros, Él tiene sus propios tiempos. Eso le ocurre a Abrán; es cierto, que Dios le hace una promesa: tu descendencia será numerosa, tanto como las estrellas del cielo y podrás disfrutar poseyendo la tierra en la que ahora vives como extranjero. Sin embargo, Abrán tendrá que esperar para que ésta se realice. Abrán no se impacienta, ni se desilusiona, al contrario, actualiza su fe en Yahveh y se apoya en Él con total confianza.

Dios acoge esta fe y esta esperanza: “le consideró como un hombre justo”, es decir como aquel que es fiel a la alianza establecida con él. Dios le hace ver a Abrán la manera en la que ha estado presente en su vida, ayudándole, sosteniéndole, siendo su compañero de camino con un objetivo concreto: “Yo te saco de Ur de los caldeos para darte esta tierra en posesión”.

Para ratificar esta promesa y esta alianza, Yahveh le invita a realizar una celebración o ritual de confirmación de la misma, al estilo de los pueblos de la antigüedad. A partir de entonces Dios se une a la vida de Abrán y a la historia de la humanidad con un lazo inseparable e indestructible para caminar junto a ellos ofreciéndoles su amor, su misericordia, su protección y su fidelidad. No le exige ninguna contrapartida al ser humano, pues a Abrán le hace caer en un sueño profundo y es Yahveh quien pasa por entre los animales partidos.

Dios está siempre al lado de su pueblo, siendo fiel a la alianza aunque este la rompa.

 CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Qué piensa acerca de la afirmación de que Dios tiene sus propios tiempos? ¿Te desesperas o te impacientas cuando pides algo a Dios y no te lo concede inmediatamente? ¿Intentas vivir desde la fe y la esperanza en tu día a día?
  • ¿Eres consciente de la presencia de Dios en los acontecimientos diarios de tu vida? ¿De que Dios te sostiene y es tu compañero de camino?
  • ¿Mantienes la esperanza en Dios, sabiendo que Él es fiel a la alianza que ha establecido contigo?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 106

1Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor.

2¿Quién podrá contar las proezas del Señor?, ¿quién podrá alabarlo como se merece?

3Dichosos los que guardan el derecho y en todo tiempo practican la justicia.

4Cuando seas propicio con tu pueblo, acuérdate de mí, Señor; cuando vengas a salvarlo, no te olvides de mí;

5para que vea la dicha de tus elegidos, me alegre con la alegría de tu pueblo y me enorgullezca con tu heredad.

“El que quiera ser el primero, sea esclavo de todos”. Lectio Divina del domingo XXIX del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Mc 10,35-45

¿Qué significa ser discípulo de Jesús? ¿En qué consiste el camino del discipulado? ¿Cómo debemos comportarnos cuando tenemos un puesto relevante?

El evangelio de hoy es claro: tener el primer puesto consiste en servir a los demás; el primer puesto ha de ser entendido como un servicio al otro, incluso hasta dar la propia vida, lo mismo que hizo Jesús.

A pesar de la claridad de Jesús, con respecto a su misión en la tierra: padecer, morir y resucitar al tercer día; los discípulos siguen pensando en el poder, en el primer puesto, en que les sirvan en lugar de servir; aunque no sea aquí en la tierra.

Ante aquella propuesta, de los apóstoles, Jesús les pregunta: “¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con el que yo me voy a bautizar?”. Porque, en eso consiste precisamente el seguimiento de Jesús: beber su mismo cáliz y bautizarse con su mismo bautismo.

Lo harán después de la resurrección de Jesús. Pero, hemos de tener en cuenta que, Dios no hace distinciones, no tiene preferencia; cada uno de nosotros tenemos nuestro puesto, el propio, el nuestro, el que nos está reservado desde toda la eternidad.

Ante la propuesta de los dos hijos de Zebedeo, los otros diez discípulos se enfadan contra los dos hermanos. A pesar de que no tendría por qué, pues también ellos ambicionan los primeros puestos, también ellos quieres el poder, también ellos quieren que les sirvan.

Como verdaderos discípulos de Jesús, hemos de quitarnos esta ambición de nuestra mente y de nuestro corazón, pues quien se convierte en seguidor del Maestro de Nazaret ha de ser siervo, ha de acoger, cuidar y servir a los demás, especialmente a los más pobres, a los más necesitados, a los que nadie acoge y cuida, a los excluidos.

Nuestro primer puesto no puede parecerse a lo que el mundo piensa, ni podemos actuar como actúa el poder terrenal; el que es grande en la Iglesia no puede, en ningún momento, ser opresor, orgulloso o prepotente; ha de ser líder al estilo de Jesús: animando, invitando y sirviendo a todos. Aquel de nosotros que quiera ser el primero, que quiera ser el jefe, que quiera ser el director, debe ser el servidor de todos. Claro, que es actuar contracorriente, claro que es actuar de manera diversa, claro que es ser diferente; pero ese fue y es el camino que Jesús no muestra para todos sus discípulos. Y, tengamos en cuenta que, todos nosotros tenemos nuestro propio ámbito de poder, aunque sea pequeño.

Hemos de poner al servicio de los otros, nuestras capacidades, nuestros talentos, nuestros carismas. Y hacerlo de manera consciente y libre,  entregando incluso, si es necesario, la propia vida; lo cual no significa literalmente tener que morir; si no dar y darse,  entregar y entregarse, donar y donarse.

Jesús nos ha mostrado el camino, Jesús nos ha precedido, Jesús nos ha presentado su modo de vida; ahora, recorrer el camino, vivir la vida de Jesús está en nuestras manos: ¿Podremos beber el cáliz que él bebió y bautizarnos con el bautismo con que él se bautizó?

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?
  • ¿Qué pides a Jesús en tu oración? ¿Qué camino le estás pidiendo recorrer? ¿Cuál es tu deseo más profundo?
  • ¿Qué significado tiene para ti ser discípulo de Jesús? ¿Ser cristiano es tener un buen puesto, ser el primero, poder alcanzar el prestigio, poseer un puesto de superioridad? ¿Qué significa para ti tener el primer puesto?
  • ¿Eres capaz de aceptar el primer puesto, sabiendo que éste consiste en estar al servicio de los demás?
  • Ser el primero al estilo de Jesús es acoger, cuidar y servir especialmente a los más pequeños, pobres y oprimidos, ¿eres consciente de ello? ¿Estás dispuesto asumir las consecuencias? ¿Incluso el entregar la vida libremente?

VIDA – ORACIÓN

  • Adora al Padre y glorifícale porque tiene tu puesto reservado para ti desde toda la eternidad, tu puesto propio y no el de otro.
  • Da gracias a Jesús por haberte mostrado el camino verdadero del poder y el comportamiento que has de seguir si tienes un puesto de superioridad.
  • Pide al Espíritu que te ayude a poner al servicio de los demás tus cualidades, tus capacidades, tus talentos, tus carismas, tu vida.
  • Asume algún compromiso en favor de las personas que te rodean, especialmente las más necesitadas.

“VERÁ LA LUZ Y QUEDARÁ COLMADO”. LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

VERDAD – LECTURA

Isaías 53,10-11

10El Señor quiso destrozarlo con padecimientos. Si él ofrece su vida por el pecado, verá descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá gracias a él.

11Después de las penas de su alma, verá la luz y quedará colmado. Por sus sufrimientos mi siervo justificará a muchos y cargará sobre sí las iniquidades de ellos.

El pasaje que hoy nos ofrece la liturgia, se encuentra dentro del llamado “libro de la consolación”. Una serie de capítulos del profeta Isaías, en los que el autor quiere transmitir esperanza, consuelo, confianza, ilusión a su Pueblo desterrado en Babilonia.

Nos presenta al Siervo de Yahveh, un personaje algo enigmático, que está llamado a ser instrumento en la obra de la salvación de Dios. Aunque en un principio, pueda parece que su misión está abocada al fracaso, que sufrirá incomprensión, persecución, desdicha, padecimiento, nada de esto tiene la última palabra; pues, ofreciendo su vida tendrá una larga vida y será colmado de bendición; la voluntad de Dios se cumplirá gracias a él.

Dios sobre todo quiere librar al hombre del pecado y de la muerte, que lo alejan de Él. Dios quiere, que el hombre entre en comunión con Él, quiere ser su amigo, su compañero de camino, su apoyo en los momentos de dificultad. Aunque el ser fiel a esta amistad con Dios, puede traerle consecuencias insospechadas: rechazo, calumnias, persecución.

Pero no sólo eso, sino que el amigo de Dios, ha de ser capaz también de cargar con las dolencias, las dificultades, las desdichas, congojas de los demás. Sí, lo mismo que Dios es nuestro compañero de camino, cuando nos encontramos en cualquier aprieto o apuro, quiere que nosotros hagamos lo mismo con aquellas personas que se encuentran en nuestro camino, aunque ello nos acarree problemas o incomprensiones.

Enlazando con el evangelio, se hace imprescindible que nos pongamos al servicio de los demás, sobre todo si tenemos algún puesto de liderazgo, sobre todo para ser apoyo, consuelo, soporte, cimiento del que más lo necesita. El discípulo de Jesús ha de convertirse en siervo, dispuesto a echar una mano en cualquier situación y a cualquier persona, poniendo en juego todas sus potencialidades, recursos y cualidades. Esto hará que sea luz para los demás y sentirá la satisfacción del deber cumplido, aunque nadie se lo agradezca. ¿Estamos dispuestos a hacernos siervos?

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Qué significa para ti ser siervo del Señor?
  • ¿Estás dispuesto a ser instrumento de salvación en la manos de Dios? ¿Estás dispuesto a dejarte modelar por Él?
  • ¿Cómo afrontas las dificultades, los fracasos, las incomprensiones que aparecen en tu vida cotidiana, sobre todo por ser fiel a tus principios como seguidor de Jesús?
  • ¿Eres luz, esperanza, consuelo, soporte para aquellos que se encuentran en dificultades?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 17

Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, mi roca, mi fortaleza, mi libertador, mi Dios, mi roca donde yo me refugio, mi escudo protector, mi salvación, mi asilo.

¡Alabado sea Dios! Yo le invoco y salgo victorioso de mis enemigos.

Las olas de la muerte me envolvían, los torrentes del averno me espantaban, los lazos del abismo me liaban, se tendían ante mí las trampas de la muerte.

Clamé al Señor en mi angustia, alcé mi grito hacia mi Dios, y él escuchó mi voz desde su templo, mi grito llegó hasta sus oídos.

[…]

Oh Dios, tu camino es perfecto, la palabra del Señor se cumple siempre, él es el escudo de los que se refugian en él.

“LA JUSTICIA ES INMORTAL” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

VERDAD – LECTURA

Sabiduría 1,13-15;2,23-24

13Que no fue Dios quien hizo la muerte, ni se goza con el exterminio de los vivientes. 14Pues todo lo creó para que perdurase, y saludables son las criaturas del mundo; no hay en ellas veneno exterminador, ni el imperio del abismo reina sobre la tierra. 15Porque la justicia es inmortal, pero la injusticia atrae la muerte. 23Porque Dios creó al hombre para la incorrupción y lo hizo a imagen de su propio ser. 24Mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen.

Hoy vamos a orar en la primera lectura con un fragmento del libro de la Sabiduría. Un libro escrito con toda probabilidad, a comienzos del siglo I a.C. en Alejandría. En aquel tiempo, existía un grave conflicto entre la fe tradicional de Israel y la floreciente cultura helenista. El autor quiere hacer una exaltación de la sabiduría y enseñarnos a ordenar nuestra vida de manera recta. Ahora bien, no debemos confundir la sabiduría con conocimiento humano, sino más bien con el conocimiento de Dios y con la practicidad de la vida, vivida ésta en fidelidad a Yahveh.

El mensaje claro que nos quiere dejar para nosotros el pasaje que hoy nos ocupa es que Dios no es el autor de la muerte, ni se alegra por ella. Pues Dios ha creado a las criaturas para la vida precisamente. Aunque esa vida depende de la justicia. Pero, ¿cómo entender la justicia? Como la actitud que el ser humano tiene hacia la vida, la cual hay que entender como don de Dios.

Con lo cual, el justo, o si queremos el que practica la sabiduría, es aquel que se reconoce como ser creado por Dios y que necesita siempre de su presencia, de su compañía, de su ayuda y su misericordia. Por tanto, el hombre justo es aquel que sale al encuentro de Dios que ha salido a buscar al hombre. Por el contrario, el hombre insensato es aquel que confía únicamente en sus propias fuerzas y en sus propios recursos, dando la espalda a Dios y a los demás. La persona que actúa por puro egoísmo es la que está aliada con el diablo y experimenta en su vida la envidia.

Aquellos que permanecen unidos a Dios, que reparten amor allá donde van, tendrán la luz de la vida, tendrán una vida fructífera y plena; sin embargo, los que están aliados con el mal, aunque aparentemente tengan una vida satisfactoria, están viviendo en la muerte. El hombre que vive unido a Dios, que practica la justicia, que es sabio, que es capaz de transmitir el amor de Dios, ese vivirá para siempre.

No podemos dejar de hacer una lectura evangélica de este pasaje, sobre todo comparándolo con la curación de la hija de Jairo. Jairo es un hombre que vive en la luz, que practica la justicia y que es sabio a los ojos de Dios, que busca a Jesús, precisamente, por el gran amor que le tiene a su hija. Por eso, él, desde la fe en Jesucristo, logra para su hija la liberación del mal, de la muerte.

Esta primera lectura es una invitación a no dejarnos amedrantar, ni apesadumbrar por lo negativo de la vida, por los obstáculos, por las dificultades, por la muerte. Ante todo eso, hemos de tener fe y confianza en Jesús y dar el primer paso como Jairo. Ponernos en marcha. Llevar a Jesús hacia nuestras dificultades, afrontarlas, plantarles cara y enfrentarnos a ellas con valentía y con la mirada puesta en el Maestro Divino, confiando en su amor y en su misericordia.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Consideras tu vida como un don de Dios? Si es así, ¿intentas también tú regalar un poco de vida a los que te rodean?
  • Ante situaciones de dificultad, de incertidumbre, ¿confías únicamente en tus propias fuerza o por el contrario, poniendo toda la carne en el asador, acudes a Dios?
  • ¿Intentas vivir unido a Dios en tu vida cotidiana?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 130

1El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién podré temer? El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿ante quién puedo temblar?

2Cuando me asaltan los criminales para destrozarme, son ellos, mis opresores y enemigos, los que tropiezan y sucumben. 3Aunque un ejército acampe contra mí, mi corazón no teme; aunque una guerra estalle contra mí, estoy tranquilo.

4Una cosa pido al Señor, sólo eso busco: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida para gustar la dulzura del Señor y contemplar la belleza de su templo.

5Él me dará cobijo el día de la desgracia, me esconderá en lo oculto de su tienda, me subirá a lo alto de la roca; 6así mi cabeza dominará a los enemigos que me cercan, en su tienda podré ofrecer sacrificios entre aclamaciones, cantando y ensalzando al Señor.

7Escucha, Señor, mi grito suplicante, ten compasión de mí, respóndeme. 8De ti mi corazón me ha dicho: «Busca su rostro»; es tu rostro, Señor, lo que yo busco; 9no me ocultes tu rostro, no rechaces con cólera a tu siervo; tú eres mi auxilio, no me abandones, no me dejes, oh Dios, salvador mío.

10Mi padre y mi madre me han abandonado, y el Señor me ha recogido.

11Enséñame, Señor, tus sendas y guíame por el camino recto, pues me están acechando; 12 no me entregues al capricho de mis perseguidores, pues se han alzado contra mí testigos falsos que respiran violencia.

13Yo estoy seguro que he de ver los bienes del Señor en el mundo de los vivos.

14Espera en el Señor, ten ánimo, sé fuerte, espera en el Señor.

“DIOS NO HACE DISTINCIÓN DE PERSONAS”. LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO VI DE PASCUA (CICLO B)

VERDAD – LECTURA

Hechos 10,2-26.34-35.44-48

25Tan pronto como entró Pedro, Cornelio le salió al encuentro, cayó a sus pies y le adoró. 26Pedro lo levantó diciendo: «Levántate, que yo también soy hombre». 34Pedro tomó la palabra y dijo: «Compruebo que Dios no hace distinción de personas, 35que acepta al que le es fiel y practica la justicia, sea de la nación que sea. 44Todavía estaba hablando Pedro, cuando descendió el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. 4Todos los fieles circuncisos que habían venido con Pedro se extrañaban de que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los paganos 46pues los oían hablar lenguas extrañas y glorificar a Dios. 47Pedro dijo entonces: «¿Se puede negar el agua del bautismo a éstos, que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?». 48Y ordenó que fuesen bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le suplicaron que se quedara con ellos algunos días.

La primera lectura, que hoy la liturgia nos ofrece, de alguna manera pone patas arriba nuestras creencias acerca de los prejuicios que solemos tener hacia las personas, acerca de nuestras ideas estereotipadas o los prototipos que se han instalado en nuestra cabeza. Nos invita a tener amplitud de miras, apertura de mente y mirada misericordiosa. Y todo esto vivido desde el amor incondicional y gratuito, que es el que nos tiene Jesús a cada uno de nosotros y que nos exhorta a tener nosotros hacia el prójimo, tal y como nos enseña el pasaje del evangelio de hoy.

Cornelio es un pagano, es decir un no creyente judío, y por descontado tampoco creyente cristiano. Unos versículos antes (10,1-8), se nos ha narrado como éste, hombre piadoso y temeroso de Dios ha tenido una visión en la que se le invitaba llamar a Pedro, lo cual hace. Pedro por su parte ha tenido una visión similar, en la que se le urgía a ir al encuentro de Cornelio.

Cuando se produce dicho encuentro, el Espíritu Santo descendió sobre todos los que se encontraban en la casa de Cornelio.

Pedro, en cierta forma se ve obligado a abrirse a la universalidad de la salvación, a no quedarse anclado en las cuatro paredes de la religión judía. Jesús ha venido para salvar a toda la humanidad y no únicamente al pueblo judío. Tal y como Pedro pudo comprobar, Dios no hace distinción entre las personas. Dios acoge a todos, aunque no lo conozcan todavía.

Cornelio, sin haber tenido experiencia de Jesús Resucitado, vive el amor incondicional a Dios y al prójimo. Lo cual hace que esté en disposición, que esté abierto a acoger la salvación que vino a traernos Jesucristo.

Las lecturas que nos ofrece la liturgia de hoy, nos están invitado a amar sin condiciones y a abrirnos a todas las personas sin distinciones. ¿Seremos capaces de llevarlo a cabo?

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Cuáles son tus creencias, tus prejuicios, tus ideas preconcebidas hacia las personas?
  • ¿Qué puedes hacer para que dichas creencias vayan transformándose en amplitud de miras, en apertura y en acogida con respecto a cualquier persona sin tener en cuenta su origen, raza, condición social, lengua o creencia?
  • ¿Estas atento y, por tanto abierto, a que Dios ponga tu vida patas arriba con respecto a la manera en que acoges a las personas que no son de tu propio círculo?
  • ¿Eres consciente que Jesús ha venido a salvar a toda la humanidad? ¿De qué manera anuncias dicha salvación, anuncias la Buena Nueva del Evangelio y el amor incondicional de Dios?
  • ¿De qué forma puedes ir creciendo en el amor incondicional y gratuito al que nos invitan las lecturas de la liturgia de este domingo?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 136

1Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor;

2dad gracias al Dios de los dioses, porque es eterno su amor;

3dad gracias al Señor de los señores, porque es eterno su amor.

4Sólo él ha hecho grandes maravillas, porque es eterno su amor.

5Él hizo los cielos con sabiduría, porque es eterno su amor.

6Él afirmó la tierra sobre las aguas, porque es eterno su amor.

7Él hizo las lumbreras grandes, porque es eterno su amor:

8el sol para presidir el día, porque es eterno su amor;

9la luna y las estrellas para presidir la noche, porque es eterno su amor.

[…]

23Él se acordó de nosotros en nuestra humillación, porque es eterno su amor;

24y nos libró de nuestros enemigos, porque es eterno su amor.

25Él da de comer a todas las criaturas, porque es eterno su amor.

26Dad gracias al Dios del cielo, porque es eterno su amor.

Corregir al hermano no es orgullo, es caridad. Lectio Divina del Domingo XXIII del Tiempo Ordinario – Ciclo A

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Mt 18,15-20

El evangelio de esta semana, nos habla del pecado. Jesús le dice a los discípulos: «si tu hermano peca, repréndelo a solas». Cuando Jesús dice “peca”, se refiere a un pecado que nosotros consideramos grave: robar, matar, cometer adulterio, etc. Eso que muchas veces, intentamos ocultar para que nadie vea ni sepa.

Pues, Jesús pide a sus discípulos que si alguien sabe que su hermano ha pecado que lo reprenda a solas. No es que se crea el discípulo mejor que su hermano. No es orgullo, es caridad. Es ayudar a que el hermano que ha pecado se reconcilie consigo, con los demás y con Dios, porque cada pecado afecta a todos y cada uno de ellos.

Precisamente, el orgullo nos impide reconocer nuestras faltas e incluso negarlas. Jesús lo sabe. Por eso le dice a los discípulos que si el hermano que ha pecado no hace caso, que llame «a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos». No se trata de sacarle los colores al hermano, sino de intentar corregirlo en su actitud, de darle una nueva oportunidad para convertirse. Mas si aún así tampoco hace caso, dice Jesús: «díselo a la comunidad».

En español, tenemos un refrán que dice: “No hay dos sin tres”. Y es que Jesús, no se cansa de darnos oportunidades. Primero a solas, después con dos o tres hermanos. Y a continuación ante la comunidad. Es la tercera oportunidad que Jesús le invita a los discípulos que le den al pecador. Pero como todo depende de la libertad del hombre, si él no quiere convertirse… «consideralo como un gentil o un publicano».

A los discípulos, como a Simón Pedro, Jesús les ha dado el poder para atar y desatar en la tierra y en el cielo. Además, Jesús les recuerda a los suyos, que si dos o más se reúnen en su nombre, allí está Él con ellos. Por tanto, todo lo que pidan, se lo concederá el Padre del cielo. También la oración por los pecadores en eficaz.

Imagen de falco en Pixabay

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha tocado el corazón?
  • ¿Me fijo más en los pecados de los demás que en los propios?
  • ¿Soy capaz de decirle a un hermano que se corrija de su pecado?
  • ¿Me he encontrado alguna vez en esa situación?
  • ¿Cómo debo corregir a mi hermano?
  • ¿Recurro yo al sacramento de la reconciliación cuando he pecado?
  • ¿Pido perdón a Dios, a la persona a que he herido con mi pecado y a la comunidad por mi pecado cometido?
  • ¿Con qué frecuencia pido perdón?
  • ¿Me cuesta pedir perdón por mis pecados cometidos?
Imagen de Yerson Retamal en Pixabay

VIDA – ORACIÓN

Te pido, Señor, que me concedas una conciencia recta, capaz de reconocer cada una de mis culpas, capaz de distinguir el bien del mal. Qué ame a todos, sin excepción y me preocupe por todos y cada uno de ellos.

Tú que cada día me das una nueva oportunidad de estar cerca de ti, aléjame de las situaciones de pecado y, si alguna vez cayera, lléname de humildad para saber pedir perdón a todos y cada uno. Lléname de caridad para que, cuando vea que un hermano peca, sepa invitarle a la conversión.

Sé que no nos fallas. Y ya que nos has dicho que todo lo que pidamos en tu nombre al Padre nos será concedido… te lo pedimos, Señor.

“YO SOY EL BUEN PASTOR” Lectio Divina Domingo IV de Pascua – Ciclo A

Imagen de Free-Photos en Pixabay

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Jn 10,1-10

Carmine Gallo, en su libro Hable como en TED, nos presenta las características que debe tener una buena presentación para ser estimulante: emocionante, original y memorable. Es decir, las historias que contamos deben tocar el corazón de nuestro interlocutor, deben enseñarle algo nuevo y el público debe ser capaz de recordar dicha historia. No voy aquí a realizar un estudio acerca de los relatos, de las historias o de los procesos comunicativos. Si es el lugar, pero no creo que sea el momento. La causa por la que he traído a colación estas características es porque, desde mi punto de vista, el relato que hoy nos presenta el evangelio de Juan, de adecua perfectamente a las cualidades enunciadas por Carmine Gallo.

La imagen que nos presenta Jesús en este fragmento del evangelio de Juan, posiblemente, a nosotros pueda quedarnos un poco lejos; pero no así con sus contemporáneos, qué seguramente entendían perfectamente las metáforas, comparaciones o paradojas utilizadas en su discurso.

Os invito acercarnos al texto como si fuera la primera vez que lo escuchamos, con la curiosidad del principiante, y con la apertura que solemos adoptar ante la novedad. Os pido que intentemos acercarnos al texto evangélico esforzándonos por comprender la metáfora o la personificación que Jesús utiliza en el relato.

¿A quién se está refiriendo cuando nos habla del Pastor? ¿Quiénes son las ovejas? ¿Quién es el ladrón? ¿Qué significado puede tener la puerta?

Las ovejas, para el autor del cuarto evangelio, representan al pueblo de Israel dominado por sus propios dirigentes, a los cuales dirige este discurso y que, anteriormente, han vivido el episodio del ciego de nacimiento; es decir, está dirigiendo su discurso a los fariseos.

Jesús, por medio de una comparación, va mostrando a sus interlocutores que él es la única alternativa para la salvación. No salva el cumplimiento de unas normas absolutizadas por los fariseos, ni la institución, ni la pertenencia. Salva la persona de Jesús.

El aprisco es la representación de la institución judía, dentro de ella algunos individuos se han arrogado puestos para los que no tenían ningún derecho, por lo que en realidad son ladrones y bandidos que utilizan todas las «armas» a su alcance para someter al pueblo y seguir sumiéndolo en la miseria.

Imagen de Uce en Pixabay

Sólo existe una manera legítima para acercarse a las ovejas: entrando por la puerta. Todo aquel que no haya entrado por la puerta, se acerca a las ovejas de manera ilegítima, y según Jesús con la clara intención de explotarlas.

A los que no entran por la puerta, ladrones y bandidos, sino que entran en el aprisco saltando la valla, se oponen al pastor, el cual es reconocido por el guarda y las ovejas.

El pastor es Jesús. El personaje del pastor aparece ya como figura mesiánica sobre todo en los Profetas del Antiguo Testamento (p.e. Ez 34,23s). El pastor entra en el aprisco para cuidar de sus ovejas no para explotarlas o sacar algún beneficio de ellas. Por eso ellas reconocen su voz.

Pero, además, el pastor llama a cada una por su nombre, las conoce a todas y a cada una de ellas de forma personal e individual. Jesús llamando a cada una de las ovejas por su nombre, les ofrece la alternativa de salir de la institución judía para entrar en el camino de la libertad y de la vida, aunque este no esté exento de dificultades y obstáculos. Jesús llama a cada una de las ovejas a su seguimiento.

Una vez que las ovejas han reconocido la voz del pastor, es imposible que escuchen la voz de un extraño, lo más lógico es que huyan de él; porque es el pastor quien conduce a su rebaño a verdes pastos y no al matadero.

Ante la cerrazón de los dirigentes judíos, Jesús continúa con otra comparación: la puerta. El único lugar por el que se puede acceder a la salvación es por la puerta que es Jesús. Aquel que se adhiera a Jesús y le siga, aquel que atraviese la puerta, encontrará la salvación. Podrá entrar y salir libremente y encontrará pastos verdes, encontrará la vida.

Los ladrones únicamente vienen a robar y a quitar la vida a las ovejas. Jesús, sin embargo ha venido para dar vida plena y a darla en abundancia.

Espero, querid@ herman@, que, después de este acercamiento, que he intentado hacerte al relato, también para ti, esta narración resulte emocionante, original y memorable.

Imagen de Myriam Zilles en Pixabay

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué versículo, frase, palabra ha llamado especialmente tu atención? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios con ello en este momento concreto de tu vida?
  • ¿En qué momentos de mi situación actual, reconozco la voz del Pastor?
  • ¿Escucho la voz del Pastor, me dejo conducir por ella y le sigo?
  • ¿Facilito a los demás que puedan conocer la voz del Pastor?
  • ¿Soy yo, como Jesús, puerta por la que los demás pueden entrar y salir para encontrar verdes pastos o por el contrario soy muro que nadie puede atravesar?

VIDA – ORACIÓN

Oramos juntos con el Salmo 23:

El Señor es mi pastor;

nada me falta.

En verdes praderas me hace descansar,

a las aguas tranquilas me conduce,

me da nuevas fuerzas

y me lleva por caminos rectos,

haciendo honor a su nombre.

Aunque pase por el más oscuro de los valles,

no temeré peligro alguno,

porque tú, Señor, estás conmigo;

tu vara y tu bastón me inspiran confianza.

Me has preparado un banquete

ante los ojos de mis enemigos;

has vertido perfume en mi cabeza,

y has llenado mi copa a rebosar.

Tu bondad y tu amor me acompañan

a lo largo de mis días,

y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.

«Encontrarse con Jesús» Lectio Divina III domingo de Pascua – Ciclo A

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Lc 24,13-25

Al orar con este texto del evangelio de Lucas, me asaltó a la mente una pregunta: «¿Cómo ver y reconocer a Jesús resucitado en mi vida? Y, caí en la cuenta de que era necesario experimentar el mismo proceso de fe que vivieron las primeras comunidades cristianas, permitiendo que Jesús se manifieste en la comunidad, para llegar así a la adhesión personal.

Aquel mismo día, es decir, el domingo de la resurrección de Jesús. Dos de los discípulos van de camino. El evangelista nos los presenta totalmente derrumbados después de la muerte del Maestro. Tal es su decepción, que abandonan Jerusalén, dejando allí a sus hermanos reunidos: a la comunidad. Van camino a una aldea, llamada Emaús, de localización incierta; únicamente sabemos que distaba de Jerusalén unos 11 kilómetros. Van desilusionados, sin esperanza ninguna, totalmente decepcionados, encerrados en sus propios pensamientos y su propia idea de cómo tenía que ser el Mesías de Israel. Para ellos todo a concluido. Aquel profeta poderoso en obras y palabras ha muerto. Todo se ha acabado.

Mientras van de camino, Jesús se les aparece como un caminante más. Ellos no le reconocen. Están cerrados por el pesimismo.  Están tristes por los acontecimientos ocurridos en Jerusalén, totalmente desconocidos, al parecer, para este nuevo caminante que ha entrado en escena. Los dos discípulos callan. El caminante toma la iniciativa y les ofrece una relectura de todo el proyecto de Dios a través de la historia del Pueblo Elegido.

El cenit del relato llega cuando le reconocen al partir el pan. Invitan al caminante desconocido a quedarse con ellos, a compartir la mesa, Desean vivamente que se quede con ellos. Será al compartir el pan, cuando se caiga el velo de sus ojos y reconozcan a aquel personaje misterioso. Es en la eucaristía donde se manifiesta Jesús resucitado. Es en la escucha comunitaria de la Palabra y en la fracción del pan donde Cristo resucitado se hace presente.

Al hacer experiencia de Jesús Resucitado retornan a la comunidad para dar testimonio de lo que han visto y oído, de lo que han experimentado. La experiencia de Jesús resucitado sólo puede hacerse en comunidad nunca en solitario, en la celebración como Iglesia reunida. El resto de la comunidad, también, comparte de qué forma han experimentado al Maestro Resucitado. Cristo está vivo en medio de ellos. Cristo está vivo en medio de nosotros.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué versículo, frase, palabra ha llamado especialmente tu atención? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios con ello en este momento concreto de tu vida?
  • ¿En algún momento te has sentido decepcionado por Jesús? ¿Por la Iglesia? ¿Cuál ha sido tu reacción?
  • ¿Cuál es tu comportamiento ante los signos que Jesús nos pone delante para que le reconozcamos como Cristo Resucitado?
  • ¿Eres consciente de que la comunidad es lugar imprescindible para hacer experiencia de Jesús Resucitado?
  • Toma el pulso a tu testimonio de Jesús Resucitado.

ORACIÓN – VIDA

  • Pide perdón a Dios, por las veces que has tirado la toalla en los momentos de decepción, de incertidumbre, de aparente oscuridad; por las veces que no estas atento, ni te abres a los signos que te muestra.
  • Da gracias a Dios por estar siempre presente en tu vida y por hacerte experimentar que Jesús está vivo.