PREPARAD EL CAMINO… ALLANAD EL SENDERO – LECTIO DIVINA DEL EVANGELIO DEL II DOMINGO DE ADVIENTO (CICLO A)

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Mt 3,1-12

Con un genérico y vago por aquellos días, comienza Mateo su relato. No existe ninguna conexión cronológica con lo precedente. Aunque es muy probable que el autor nos quiera hacer comprender que aquello que nos está narrando verdaderamente es parte de la historia. Es muy probable que sea parte de tu historia y de la mía.

El primer personaje que aparece en esta sección, llamada del anuncio del Reino, es Juan: apareció Juan ¿No te da una cierta sensación de inmediatez, de instantaneidad, como cuando plasmas un paisaje en una fotografía? Apareció, casi como por arte de magia. Nada tiene que ver con lo anteriormente narrado. Nada parece haber provocado la aparición de este personaje. Simple y llanamente ocurre porque Dios quiere hacerse presente en la vida de los seres humanos y quiere hacerlo en esos días. Quiere hacerlo, también en estos días, en este instante que estamos viviendo, en este momento concreto. Hoy Dios quiere hacerse presencia en tu vida.

Juan comienza a predicar el Reinado de Dios en el desierto.Éste es el lugar de la manifestación de Dios, del encuentro con Dios en toda la tradición bíblica. Sin embargo, ¿para qué predicar en un lugar donde no hay gente? Juan grita. Y grita para convocar a la gente en el desierto. Posiblemente ese sea el lugar en el que debemos prepararnos para la acogida de la Palabra antes de lanzarnos a predicar. Lugar de encuentro con nosotros mismos, lugar de encuentro con Dios, con los demás en el silencio y la escucha. Allí en el desierto Juan invita a la conversión: a cambiar nuestra perspectiva, nuestra manera de ver las cosas, a enfocarnos en lo que verdaderamente es importante, a crecer como humanos y como cristianos.

El vestido de Juan nos recuerda el del profeta Elías: «Era un hombre velludo y con una correa de cuero ceñida a la cintura» (2Re 1,8). Su alimento el de los nómadas. Va ligero de equipaje. Se ha desprendido de todo lo superfluo, de todo aquello que le impide crecer como persona y crecer como aquel que precede al Mesías, de quien es anunciador.

Acuden hasta él desde todos los lugares: Jerusalén, Judea y el territorio adyacente del Jordán. ¿A cuánta gente podemos llegar nosotros para anunciar el Reino? Aquella voz que gritaba en el desierto se ha hecho oír lejos y convoca de verdad a todos. Cuando llegan donde Juan se arrepienten de sus pecados, se arrepienten de no haber afrontado sus debilidades, de no haber luchado contra todo aquello que les impedía mejorar, y se hacen bautizar. Lo cual nos lleva a que el anuncio debe conducirnos a examinar nuestra vida para ver en qué áreas podemos mejorar, para ponernos manos a la obra con acciones que nos acerquen más a Dios y a los hermanos.

Hasta ahora todo parecía ir bien, sin embargo, a un cierto momento, el tono de la predicación de Juan cambia radicalmente: «Raza de víboras». Al igual que Elías, Juan hace resonar su voz como el trueno. Fariseos, que quieren aparecer como justos ante los demás, pero que en realidad son parecidos a los sepulcros blanqueados, es decir hipócritas que predican una cosa, pero luego hacen otra, y que además pretenden ser más que los demás. Saduceos, símbolos del poder, que están siempre dispuestos a cualquier pacto, con tal de mantener su estatus. Nosotros, de alguna manera, hemos de estar en continua conversión.

Ya no es momento de ambigüedad. La Palabra de Dios nos lleva a la claridad y a la verdad. Es necesario que demos frutos concretos de conversión y no confiar en falsas seguridades. Decir que somos hijos de Abraham o cualquier otra escusa, ya no sirve. Es el momento de acoger la Palabra, de rumiarla y decidirse a favor o en contra de ella.

Pero es el momento, también, de presentar al verdadero Mesías, que nos es Juan, sino Jesús de Nazaret. Aquel que bautizará con Espíritu Santo y fuego.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • Proclamando en el Desierto de Judea. En muchas ocasiones, el lugar de la manifestación de Dios es el desierto: ¿Dónde se encuentra tu desierto? ¿Estás dispuesto a ir al desierto?
  • Todos nosotros somos, de alguna manera, en nuestra vida cotidiana, voz que clama en el desierto: ¿Quién es el objeto de tu predicación?
  • El hilo de oro que atraviesa toda la predicación de Juan podríamos decir que es la conversión. ¿qué significa para ti esta palabra? ¿qué es necesario cambiar en tu vida para poder preparar el camino del Señor?
  • Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. ¿Estás preparado para la venida del Señor? ¿Estás dispuesto a acoger su bautismo?

VIDA – ORACIÓN

  • Pide al Padre que te dé un verdadero espíritu de conversión y fuerzas para hacer cambios significativos en tu vida.
  • Recuerda las veces que has ido con Él al desierto y dale gracias por todo aquello que te ha regalado allí.
  • Pide que te de fuerzas para seguir llevando el evangelio a todas las personas y lugares.
  • Intercede por la «raza de víboras» que puedas encontrarte en tu camino.
  • Da gracias porque, por medio del Espíritu Santo, Él pone las palabras necesarias en tu boca para que puedas dar testimonio.
  • Deja que Él te bautice con Espíritu Santo y fuego, acógelo en tu corazón.
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