¿Cuál es su origen? ¿De dónde viene? – Lectio divina del evangelio del IV domingo de adviento (Ciclo A)

VERDAD – LECTURA

Mt 1, 18-24

Para el ser humano es importante conocer sus raíces; saber de dónde viene, recordar su pasado y el de su familia. Es más, si queremos conocer en profundidad a una persona, a algún personaje o a una personalidad destacada, solemos preguntarnos acerca de todos los períodos de su vida, incluida su infancia. Para los seres humanos, los orígenes de las personas tienen su importancia; tal es así que solemos preguntarle a las personas con las que entramos en relación de dónde son, de donde provienen, cuál es su familia, etc.; e incluso, hoy día, indagamos en las redes sociales. Lo mismo ocurre con Jesús de Nazaret, sus contemporáneos quería conocer su origen; y también quería conocerlo aquellos que escuchaban por primera vez el anuncio del evangelio. Para conocer, algo acerca del origen o la procedencia de Jesús y de su infancia, hemos de acercarnos a los evangelios de Lucas y de Mateo, pues únicamente, ellos nos relatan, aunque de manera muy breve, la infancia de Jesús. Eso sí, entre ellos podemos encontrar algunas diferencias notables. En el relato que nos ofrece Lucas, la protagonista del mismo es María; en la narración de Mateo, por su parte, el protagonista es José; además, el primero nos da a entender que la familia de Jesús procede de Nazareth, mientras que para el segundo el origen de la familia de Jesús se encentra en Belén, la ciudad del rey David.

Mateo nos está presentando la importancia que tenía para su comunidad la ligazón existente entre Jesús, hijo de José, y la descendencia de David, de aquí que destaque el lugar de su nacimiento: Belén, la ciudad en la que también nació el Rey David. Pero además, el autor de este evangelio nos presenta una estrecha relación entre la infancia de Jesús y las profecías del Antiguo Testamento, pues su comunidad estaba mayoritariamente compuestas por cristianos procedentes del judaísmo, que han descubierto en Jesús de Nazaret al Mesías enviado por Dios.

Pero, además, Mateo nos muestra cómo la concepción de Jesús no es obra de la intervención humana, sino de la gracia del Espíritu Santo. Los padres de Jesús en el momento de su concepción no habían mantenido relaciones íntimas, recordemos que no estaban casados, únicamente estaban desposados; es decir, prometidos a la espera de que se celebrará la boda. Eso sí, José reconoce a Jesús legalmente como hijo.

Cabe destacar la importancia del nombre del niño: Jesús. Es la helenización del nombre hebreo Yeshua, que significa Yahveh es salvación. El cual es un resumen perfecto de su programa de vida. Él ha venido para salvar a la humanidad. Pero no es una salvación de tipo social o política; sobre todo vino a salvar a los seres humanos del pecado y de la muerte, aunque todo esto pueda tener sus repercusiones sociales y relacionales.

Muy posiblemente, la comunidad de Mateo se está preguntando, ¿quién es realmente Jesús de Nazaret? Es más, es probable que algunos judíos preguntará a estos cristianos convertidos, si verdaderamente Él era el Mesías que estaba esperando el Pueblo elegido. Mateo responde con esta narración de la infancia que hoy nos presenta la liturgia y con la genealogía previa que podemos encontrar en su evangelio. Jesús proviene de la estirpe del rey David y nació en la misma ciudad que David, aunque, debido a circunstancias externas a su persona, tuviera que pasar su infancia en Nazaret.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?
  • La comunidad de Mateo y los propios judíos se preguntan, ¿Quién es Jesús? ¿Qué responderías tú a esta cuestión? Y sobre todo, ¿quién es Jesús para ti?
  • Para responder a las preguntas anteriores, es importante también que te preguntes: ¿Conozco verdaderamente a Jesús de Nazaret? No sólo si tienes información sobre él, posiblemente mucha. Sino, si verdaderamente tienes una relación vital y una experiencia con Jesús.
  • José acepta sin condiciones la voluntad de Dios, acoge a María y al Niño. ¿Cómo acoges tú la voluntad de Dios? ¿Estás atento a su Palabra? ¿La recibes sin condiciones? ¿Intentas ponerla por obra?
  • ¿Qué mensaje transmites a los demás sobre Jesús? ¿Lo comunicas como Salvación de Dios? ¿Cómo aquel que vino a librarnos del pecado y de la muerte?
  • Mateo quiere destacar la importancia del origen de Jesús. ¿Eres consciente de la importancia de ir a tus raíces y desde aquí, teniendo bien plantado los pies en el presente, proyectarte al futuro?

VIDA – ORACIÓN

  • Intenta prepararte a la Navidad durante este tiempo de Adviento desde la admiración y acogida del Misterio del Nacimiento de Jesús.
  • Pide al Padre la gracia de poder ver a Jesús en los pequeños acontecimientos de la vida.
  • Ofrece tu vida entera a Dios y dale gracias por poder conocer tu origen, por poder volver a tu raíces, para desde allí poder impulsarte hacia el futuro.
  • Adora a Dios por el gran acontecimiento de la Encarnación.

PREPARAD EL CAMINO… ALLANAD EL SENDERO – LECTIO DIVINA DEL EVANGELIO DEL II DOMINGO DE ADVIENTO (CICLO A)

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Mt 3,1-12

Con un genérico y vago por aquellos días, comienza Mateo su relato. No existe ninguna conexión cronológica con lo precedente. Aunque es muy probable que el autor nos quiera hacer comprender que aquello que nos está narrando verdaderamente es parte de la historia. Es muy probable que sea parte de tu historia y de la mía.

El primer personaje que aparece en esta sección, llamada del anuncio del Reino, es Juan: apareció Juan ¿No te da una cierta sensación de inmediatez, de instantaneidad, como cuando plasmas un paisaje en una fotografía? Apareció, casi como por arte de magia. Nada tiene que ver con lo anteriormente narrado. Nada parece haber provocado la aparición de este personaje. Simple y llanamente ocurre porque Dios quiere hacerse presente en la vida de los seres humanos y quiere hacerlo en esos días. Quiere hacerlo, también en estos días, en este instante que estamos viviendo, en este momento concreto. Hoy Dios quiere hacerse presencia en tu vida.

Juan comienza a predicar el Reinado de Dios en el desierto.Éste es el lugar de la manifestación de Dios, del encuentro con Dios en toda la tradición bíblica. Sin embargo, ¿para qué predicar en un lugar donde no hay gente? Juan grita. Y grita para convocar a la gente en el desierto. Posiblemente ese sea el lugar en el que debemos prepararnos para la acogida de la Palabra antes de lanzarnos a predicar. Lugar de encuentro con nosotros mismos, lugar de encuentro con Dios, con los demás en el silencio y la escucha. Allí en el desierto Juan invita a la conversión: a cambiar nuestra perspectiva, nuestra manera de ver las cosas, a enfocarnos en lo que verdaderamente es importante, a crecer como humanos y como cristianos.

El vestido de Juan nos recuerda el del profeta Elías: «Era un hombre velludo y con una correa de cuero ceñida a la cintura» (2Re 1,8). Su alimento el de los nómadas. Va ligero de equipaje. Se ha desprendido de todo lo superfluo, de todo aquello que le impide crecer como persona y crecer como aquel que precede al Mesías, de quien es anunciador.

Acuden hasta él desde todos los lugares: Jerusalén, Judea y el territorio adyacente del Jordán. ¿A cuánta gente podemos llegar nosotros para anunciar el Reino? Aquella voz que gritaba en el desierto se ha hecho oír lejos y convoca de verdad a todos. Cuando llegan donde Juan se arrepienten de sus pecados, se arrepienten de no haber afrontado sus debilidades, de no haber luchado contra todo aquello que les impedía mejorar, y se hacen bautizar. Lo cual nos lleva a que el anuncio debe conducirnos a examinar nuestra vida para ver en qué áreas podemos mejorar, para ponernos manos a la obra con acciones que nos acerquen más a Dios y a los hermanos.

Hasta ahora todo parecía ir bien, sin embargo, a un cierto momento, el tono de la predicación de Juan cambia radicalmente: «Raza de víboras». Al igual que Elías, Juan hace resonar su voz como el trueno. Fariseos, que quieren aparecer como justos ante los demás, pero que en realidad son parecidos a los sepulcros blanqueados, es decir hipócritas que predican una cosa, pero luego hacen otra, y que además pretenden ser más que los demás. Saduceos, símbolos del poder, que están siempre dispuestos a cualquier pacto, con tal de mantener su estatus. Nosotros, de alguna manera, hemos de estar en continua conversión.

Ya no es momento de ambigüedad. La Palabra de Dios nos lleva a la claridad y a la verdad. Es necesario que demos frutos concretos de conversión y no confiar en falsas seguridades. Decir que somos hijos de Abraham o cualquier otra escusa, ya no sirve. Es el momento de acoger la Palabra, de rumiarla y decidirse a favor o en contra de ella.

Pero es el momento, también, de presentar al verdadero Mesías, que nos es Juan, sino Jesús de Nazaret. Aquel que bautizará con Espíritu Santo y fuego.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • Proclamando en el Desierto de Judea. En muchas ocasiones, el lugar de la manifestación de Dios es el desierto: ¿Dónde se encuentra tu desierto? ¿Estás dispuesto a ir al desierto?
  • Todos nosotros somos, de alguna manera, en nuestra vida cotidiana, voz que clama en el desierto: ¿Quién es el objeto de tu predicación?
  • El hilo de oro que atraviesa toda la predicación de Juan podríamos decir que es la conversión. ¿qué significa para ti esta palabra? ¿qué es necesario cambiar en tu vida para poder preparar el camino del Señor?
  • Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. ¿Estás preparado para la venida del Señor? ¿Estás dispuesto a acoger su bautismo?

VIDA – ORACIÓN

  • Pide al Padre que te dé un verdadero espíritu de conversión y fuerzas para hacer cambios significativos en tu vida.
  • Recuerda las veces que has ido con Él al desierto y dale gracias por todo aquello que te ha regalado allí.
  • Pide que te de fuerzas para seguir llevando el evangelio a todas las personas y lugares.
  • Intercede por la «raza de víboras» que puedas encontrarte en tu camino.
  • Da gracias porque, por medio del Espíritu Santo, Él pone las palabras necesarias en tu boca para que puedas dar testimonio.
  • Deja que Él te bautice con Espíritu Santo y fuego, acógelo en tu corazón.