JEREMÍAS, MODELO DE FIDELIDAD Y ENTREGA – LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

VERDAD – LECTURA

Jeremías 38,4-6.8-10

4En aquellos días los dignatarios del pueblo dijeron al rey:

«Pedimos la muerte de este hombre, que desalienta a los combatientes que quedan en esta ciudad y a todo el pueblo, al hablarles en tales términos. Es evidente que este hombre no busca el bien de este pueblo, sino su desgracia».

5El rey Sedecías respondió:

«En vuestras manos está, puesto que el rey no puede nada contra vosotros».

6Entonces ellos agarraron a Jeremías y lo arrojaron en la cisterna del príncipe Malquías, situada en el patio de la guardia, bajándolo con cuerdas. En la cisterna no había agua, sino fango, y Jeremías se hundió en él. 8Salió Ebedmélec del palacio real y fue a decir al rey:

9«Oh rey, mi señor, mal han procedido todos esos hombres en todo lo que han hecho al profeta Jeremías. Lo han echado en la cisterna, donde va a morir de hambre, pues ya no hay pan en la ciudad».

10Entonces el rey dio a Ebedmélec, el etíope, esta orden:

«Toma de aquí contigo tres hombres y saca a Jeremías de la cisterna antes de que muera».

Jeremías es el profeta modelo de fidelidad y entrega a la misión recibida. Precisamente por ello sufre persecución, la cual le hizo sufrir bastante. Una de esas persecuciones es precisamente la que se nos narra en el fragmento de la primera lectura de este domingo.

Nos encontramos en el tiempo inmediato anterior a la destrucción de Jerusalén en el año 587 a.C. En aquel momento la ciudad está sitiada, el pueblo desanimado y hay desabastecimiento de agua y de pan. El consejo de Jeremías al rey es que éste entregue la ciudad antes de que el pueblo continúe sufriendo. Este Profeta predicaba la Palabra de Dios sin amilanarse a pesar de las persecuciones, precisamente por eso los dignatarios del pueblo pidieron al rey su ejecución. Pero ni el rey, ni los dirigentes querían mancharse las manos con la sangre de Jeremías, por eso le abandonan en el fondo de la cisterna para que muriera por sí mismo.

Jeremías es el anunciador de la salvación sobre Judá y Jerusalén, el que anuncia la nueva alianza que Dios establece con su pueblo. Y contribuyó al nacimiento de una nueva nación fiel al pacto con Yahveh.

Sin embargo, Dios no abandona nunca a sus elegidos, a aquellos que han sido enviados a proclamar su Palabra y sirviéndose de un extranjero, Ebedmélec, lo libera de su cautiverio.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • Jeremías es modelo de fidelidad y de entrega a la misión recibida, también tu has recibido la llamada de Dios para anunciar su Palabra, ¿de qué manera realizas y vives esta misión en tu día a día?
  • ¿Intentas anunciar la Palabra de Dios, su amor y misericordia a pesar de las dificultades que puedas encontrar?
  • ¿Eres conscientes de que Dios no abandona nunca a los seres humanos? ¿Qué está siempre presente en sus vida y quiere lo mejor para ellos?
  • ¿Te das cuenta de que Dios pone en tu camino personas, como Ebedmélec para Jeremías, que te ayudan en los momentos de mayor dificultad? ¿Das gracias por ello?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 5

2Escucha mis palabras, Señor, atiende a mi gemido,

3oye la voz de mi lamento, Rey mío y Dios mío.

4A ti, Señor, te invoco; de mañana me escuchas, de mañana me dirijo a ti y me quedo esperando.

5Tú no eres un Dios que se complace en la injusticia, el malvado no puede ser tu huésped.

6Los soberbios no resisten delante de tus ojos, aborreces a todos los malhechores,

7llevas a la ruina a los mentirosos, al hombre explotador y fraudulento el Señor lo detesta.

8Mas yo, por tu infinita bondad, entro en tu casa, me postro hacia tu templo con toda reverencia.

9Guíame tú, Señor, por tu justicia, frente a mis opresores, allana tus caminos ante mí.

[…]

12Que se alegren los que en ti confían, que siempre estén alegres, porque tú los proteges; que se gocen en ti los que aman tu nombre.

13Pues tú, Señor, bendices al que es justo, como un escudo lo protege tu favor.

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