VERDAD – LECTURA
Deuteronomio 30,10-14
Moisés habló al pueblo, diciendo: 10Escucha la voz del Señor, observa sus mandamientos y preceptos escritos en el libro de esta ley, y vuélvete a él con todo tu corazón y toda tu alma. 11Pues esta ley que yo te prescribo hoy no es superior a tus fuerzas, ni está fuera de tu alcance. 12No está en los cielos, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros a los cielos a buscarla para que nos la dé a conocer y la pongamos en práctica? 13Ni tampoco se encuentra más allá de los mares, para que tengas que decir: ¿Quién pasará por nosotros al otro lado de los mares a buscarla para que nos la dé a conocer y la pongamos en práctica? 14Pues la palabra está muy cerca de ti; está en tu boca, en tu corazón, para que la pongas en práctica.
Escucha la voz del Señor. Es la primera actitud y la primera acción que Moisés pide al Pueblo de Israel en el contexto del llamado tercer discurso de Moisés en el libro del Deuteronomio. Nos encontramos en el ámbito de la alianza que Yahveh establece con los Israelitas en la tierra de Moab, más allá de la que ya había establecido con ellos en el monte Horeb.
En el capítulo anterior, en el 29, Moisés recuerda a Israel todo lo que Dios ha realizado a favor de su Pueblo. Sobre todo, les habla de la liberación de las manos y opresión del faraón en Egipto. Y el pueblo ha de responder a este regalo de Dios desde la fidelidad y aceptación de la Alianza que establece con ellos. Si el pueblo no es fiel a la misma, dicha infidelidad tendrá sus consecuencias, sobre todo el alejamiento de Dios; no por parte de este que siempre está presente en la vida de su pueblo, sino por parte del pueblo mismo, lo que le llevará incluso a enfrentarse con otras naciones, alejándose de la protección de Yahveh y llegando incluso a la perdida de su independencia, al exilio; sin embargo, como decíamos, Dios se mantiene fiel a la alianza y continúa estando cercano a su pueblo, no lo abandona a su suerte, lo estimulará para que se convierta y vuelva a relacionarse con Él.
Pero para todo esto, para poder cambiar de vida, para poder convertirse, para poder restablecer la comunicación con Dios, es imprescindible partir de la escucha de la Palabra de Dios. Sabiendo, además que la fidelidad a la alianza que el Pueblo establece con Dios no es superior a sus fuerzas ni está fuera de su alcance. La alianza de Yahveh con su pueblo está en los labios de cada persona y en su corazón.
Nosotros los cristianos, tenemos la gran dicha de poder escuchar la Palabra de Dios en cada eucaristía y al igual que María poder rumiarla y guardarla en nuestro corazón. Cada uno de nosotros podemos tener muy presente cada día la Palabra del Señor, por eso no resulta imposible ser fiel a la Alianza que Él establece con nosotros.
CAMINO – MEDITACIÓN
- ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
- Recuerda las acciones que Dios realiza en tu favor, en tu beneficio, cada día. ¿Qué sientes ante ello? Hoy podías darle gracias.
- Dios establece contigo una alianza. La Nueva Alianza del cristiano es la de amar a Dios y amarnos los unos a lo otros. ¿Intentas llevarla a cabo en tu vida diaria?
- Para poder ser fiel a estas Alianza, la primera actitud es escuchar la Palabra de Dios, ¿dedicas un tiempo cada día a ello?
VIDA – ORACIÓN
Salmo 119
1Dichosos aquellos cuya conducta es intachable, los que caminan en la ley del Señor;
2Dichosos los que guardan sus decretos, los que lo buscan de todo corazón;
3los que no cometen ningún crimen, los que siguen sus caminos.
4Tú has promulgado tus preceptos para que sean estrictamente cumplidos;
5ojalá sea firme mi conducta en guardar tus decretos;
6entonces no tendré vergüenza alguna en mirar a todos tus mandamientos.
7Te daré gracias con un corazón recto, instruido por tus sentencias justas.
8Yo voy a guardar tus mandamientos, no me abandones tú del todo.
9¿Cómo un joven podrá tener una conducta pura? Guardando tu palabra.
10Yo te busco de todo corazón, no dejes que me aparte de tus mandamientos.