TU HERENCIA MÁS PRECIOSA PONLA AL SEVICIO DE LOS DEMÁS – Lectio Divina Domingo XVIII del Tiempo Ordinario – Ciclo C

VERDAD – LECTURA

Evangelio Lc 12,13-21

Nos encontramos hoy para orar con un texto que pertenece a un discurso más largo de Jesús acerca de la confianza en Dios y del abandono en su Providencia (Lc 12). Aproximadamente, en el centro de este discurso, el Maestro de Nazaret se ve interrumpido por uno de los oyentes; el cual, está preocupado por un tema de herencia. Sin embargo, aunque nos sorprenda, Jesús no quiere emitir juicio alguno acerca del tema; es más, ni siquiera quiere opinar acerca de quien lleva o no la razón en tal circunstancia. La cuestión económica para Jesús es superflua, no quiero decir con esto que no le preocupe. La enseñanza que Jesús quiere proponerle a su interlocutor, y que quiere también proponernos a nosotros, es más profunda: ¿Cuál es nuestra escala de valores? ¿Qué es lo que ocupa el primer puesto en esta escala?

La preocupación desmedida por la economía no es propia del cristiano. Fíjate bien, querido lector, que he dicho preocupación desmedida. Y esta preocupación resulta ser así, cuando nuestra conducta se ve condicionada por la adquisición de bienes materiales para agrandar nuestro patrimonio con el único fin de agrandarlo; esta preocupación es desmedida, cuando nuestra vida gira en torno a tener más y más, sin preocuparnos de otras cosas que también son importantes; esta preocupación es desmedida, cuando pensamos que todo depende de aquello que podamos poseer o no.

La vida de la persona no depende de sus bienes. Cuando lo que poseemos lo usamos de forma egoísta, para satisfacer nuestra ambición, nuestra avaricia, nuestra codicia, nos estamos apartando del proyecto de Dios, nos estamos alejando del hermano, nos estamos encerrando en nosotros mismo y en nuestro pequeño mundo; y entonces le estamos dando la espalda a las necesidades que puedan aparecer a nuestro alrededor. ¿De qué nos servirá todo eso al dejar este mundo?

Todo esto, Jesús quiere mostrarlo a los que lo escuchan con una parábola. Y la conclusión de la misma es clara: “Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?” (Lc 12,20).

Jesús no nos está diciendo que la riqueza sea mala o buena. Jesús quiere llamarnos la atención acerca de nuestra actitud ante los bienes materiales, y acerca del modo en que los usamos. Nuestros bienes materiales ¿están abiertos, también, a las necesidades de nuestros hermanos? ¿nuestros bienes materiales están destinados a hacer el bien, a ayudar a los demás? Y por bienes materiales no entendamos únicamente la cuestión económica, que también. Muchos de nosotros, posiblemente no tenemos una gran fortuna económica, pero guardamos en nuestros graneros: nuestro tiempo, nuestras capacidades, nuestros saberes, nuestras competencias, nuestras habilidades… Nuestra herencia más preciada, más que nuestro dinero. Y la cuestión no está en tenerla o no, sino en que nos guardemos de toda codicia con respecto a ella. De esta manera, seremos ricos ante Dios.

CAMINO – MEDITACIÓN

• ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?

• Volvemos a las preguntas del principio: ¿Cuál es tu escala de valores? ¿Qué es lo que ocupa el primer lugar en ella?

• ¿Tienes una preocupación desmedida hacia los bienes materiales? ¿Cómo podrías remediarlo?

• ¿Piensas excesivamente en ti y tus comodidades?

• ¿Compartes tu tiempo, tus habilidades, tus conocimientos, etc con los demás?

• ¿Qué puedes hacer en tu vida cotidiana para salir al frente de las necesidades de nuestros hermanos más desfavorecidos?

VIDA – ORACIÓN

Te invito a orar con el salmo 130.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

PIDE, BUSCA, LLAMA – Lectio Divina Domingo XVII del Tiempo Ordinario – Ciclo C

VERDAD – LECTURA

Evangelio Lc 11,1-13

De una manera, en cierto modo abrupta, Lucas nos introduce en un largo texto en el que se nos invita a los discípulos de Jesús a la oración. Aparentemente, nada tiene que ver con lo tratado en los textos precedentes. Sin embargo, ¿cómo nos vamos a ocupar de hacer el bien a nuestro prójimo como cristianos si no nos relacionamos con Dios? ¿Cómo vamos a estar atentos a las necesidades de los demás sin estar unidos a Jesús? La oración siempre es necesaria. No podemos olvidarnos de ella; y Jesús nos da ejemplo (Lc 11,1).

El texto con el que vamos a orar en este domingo podemos dividirlo del siguiente modo:

  • 1-4: Jesús nos enseña cómo debemos orar: el Padre nuestro.
  • 5-8: La parábola del amigo inoportuno.
  • 9-13: La eficacia de la oración.

La oración del Padre nuestro nos revela la relación que Jesús mantenía con el Padre. Una relación de cercanía, sencillez y confianza. La misma actitud, que deberíamos mantener nosotros con Él.

Me vais a permitir, que no me detenga tanto en la oración del Padre nuestro, de la cual podemos encontrar abundantes comentarios, cuanto en la segunda y tercera parte del texto con el que la liturgia nos invita a orar hoy.

La parábola del amigo inoportuno, nos sugiere precisamente que seamos insistentes, incansables, atrevidos en nuestra oración.

Llega a la casa de nuestro protagonista un viajero. La idea de la hospitalidad presente en el mundo oriental, de alguna manera, obligaba a acoger al viajero y ofrecerle alimento, después de una segura dura jornada de camino. Sin embargo, aquel no tiene con qué obsequiar a su huésped; por no tener, no tiene siquiera pan.

No queda otra que ir y pedir a algún vecino ayuda. Que al menos le preste tres panes para poder saciar un poco el hambre que el viajero pudiera traer. Pero, ojo, es de noche. Me imaginó que aquel hombre sopesaría la cuestión: No tengo qué ofrecer al viajero, es de noche y tengo que salir a pedirle a alguien que me ayude. No pensemos en tiendas ni cosa parecida. No existían en la época. El pan se amasaba en casa y, además, una vez a la semana. Por lo que podría ser, que si nos encontrábamos al final de la semana y el dueño de la casa no lo había previsto, se hubiese quedado sin pan. ¿Qué hago?, se preguntaría aquel hombre. No queda otra que ir a pedir a algún vecino que me preste algo de pan para poder ofrecer al menos eso al viajero. La “obligación” de la hospitalidad está por encima de la vergüenza, de lo embarazoso de la situación, de lo mal que pueda caerle al vecino o del que dirán. Hay que armarse de valor e ir a llamar a su puerta, a pesar de todo.

Imaginémonos esa situación. Es lógico, muy probablemente, si el vecino se levanta despertará a su familia, molestará a su mujer y/o a sus hijos, tendrá que buscar el pan… No deja de ser una situación, por lo menos embarazosa. Es normal que el vecino se niegue.

Sin embargo, Jesús nos pone de relieve, que este hombre no se rinde ante la dificultad y aunque el vecino se niegue insiste en su petición.

Al final, el vecino no le dará el pan por generosidad o por ayudar al vecino. Lo hará para evitar el escándalo. Si este hombre sigue llamando a mi puerta, se va a enterar el vecindario entero, imagino que pensaría. A la mañana siguiente podría estar en boca de todos no solo el amigo, por inoportuno, si no el mismo, por no atender a su petición de ayuda.

Gracias a la insistencia, al atrevimiento, a la audacia (el término griego utilizado por Lc, anaideian, puede incluso significar desvergüenza), de nuestro protagonista el amigo acaba socorriéndolo y, por tanto, él también podrá socorrer a su huésped.

Intentando actualizar un poco la parábola, me pregunto: ¿qué pasaría si nosotros actuáramos así en nuestra oración, ante una verdadera necesidad? Sobre todo, cuando estamos pidiendo no para nosotros, si no para otros. Tengamos en cuenta que nuestro Padre Dios es mucho más generoso que el vecino y sabe anticiparse a nuestras necesidades.

Por tanto, no nos importe ser inoportunos, atrevido, audaces, insistentes… en nuestra relación con Dios. No tengamos pudor alguno en pedir lo que necesitamos a Dios nuestro Padre.

E, incluso, no nos de ninguna vergüenza pedir ayuda a nuestro prójimo, cuando lo necesitemos. Tengamos la suficiente humildad, para ser consciente de nuestras debilidades y pidamos ayuda a la persona que pensamos que puede socorrernos.

A reglón seguido, Jesús nos invita a pedir. Pero no solo a eso, también a que nosotros nos pongamos manos a la obra: buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá (11,9). No os quedéis pasivamente en el sillón de vuestra casa, sin hacer nada: “Ya le he pedido a Dios.” No, salid, buscad, llamad, poneos en camino e intentar hallar una solución, como el protagonista de la parábola. Salid de vuestra zona de confort. No os quedéis despreocupados, indiferentes, inoperantes. Además de pedir a Dios, intentad buscar una solución.

Si nos ponemos en camino, además de orar a Dios y con la confianza puesta en él, encontraremos lo que buscamos. Si llamamos insistentemente a la puerta, ésta se nos abrirá.

Y, luego, mucha confianza en la bondad de Dios como Padre. Si nosotros que somos débiles, que tenemos muchas miserias, que no nos comportamos como es debido, somos capaces de remover cielo y tierra para poder dar cosas buenas a nuestros hijos, cuánto más nuestro Padre.

¡Cómo no va Él a otorgar el Espíritu Santo a quien se lo pida!

Al final, ese es el don que tenemos que pedir insistentemente y que tenemos que buscar sin descanso: el Espíritu Santo, que será quien vaya transformándonos día a día en seguidores más auténticos de Jesús.

CAMINO – MEDITACIÓN

• ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?

• La parábola nos invita a ser insistentes, atrevidos, audaces en nuestra oración al Padre, ¿qué piensas al respecto?

• ¿Qué crees que pasaría, si nosotros actuáramos de la misma manera que el protagonista de la parábola ante nuestras necesidades o las necesidades de los demás?

• ¿Cómo resuenan en ti las palabras de Jesús: pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá? ¿Qué repercusiones tienen para tu vida personal y comunitaria?

• Jesús, además nos invita, no sólo a orar, sino también a pasar a la acción, como diría san Agustín: “Ora como si todo dependiera de Dios, trabaja como si todo dependiera de ti”. ¿Qué te parece esta frase? ¿Qué conclusión puedes sacar para tu vida?

• Jesús nos anima a pedir con insistencia el Espíritu Santo. ¿Qué sueles pedir en tu oración diaria? ¿Oras frecuentemente para que Dios Padre te conceda el don del Espíritu Santo?

VIDA – ORACIÓN

Te invito a orar con la secuencia de Pentecostés.

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre, don, en tus dones espléndido, luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

“NO PASES SIN DETENERTE CONMIGO”. LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

VERDAD – LECTURA

Génesis 18,1-10a

1El Señor se apareció a Abrahán junto al encinar de Mambré, cuando estaba sentado ante su tienda en pleno calor del día. 2Alzó los ojos y vio a tres hombres de pie delante de él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, 3se postró en tierra y dijo: «Mi Señor, por favor; si he hallado gracia a tus ojos, no pases sin detenerte con tu siervo. 4Os traeremos agua, os lavaréis los pies y reposaréis a la sombra de este árbol. 5Yo voy a buscar un bocado de pan, y así os repondréis antes de pasar adelante, ya que habéis pasado cerca de vuestro siervo». Ellos respondieron: «Haz como has dicho».

6Abrahán fue deprisa a la tienda de Sara, y le dijo: «Toma en seguida tres medidas de harina, amásala y haz panecillos». 7Entretanto él corrió al establo, tomó un becerro tierno y cebado y se lo dio a su siervo, que a toda prisa se puso a prepararlo. 8Tomó después manteca y leche y el becerro ya aderezado, y se lo presentó a ellos. Él se quedó de pie junto a ellos, bajo el árbol, mientras comían. 9Ellos le preguntaron: «¿Dónde está Sara, tu mujer?». Él respondió: «Está en la tienda». 10Uno de ellos prosiguió: «Dentro de un año volveré. Para entonces, tu mujer, Sara, habrá tenido un hijo».

Nos encontramos hoy, en esta primera lectura, con un claro ejemplo de lo que es la hospitalidad del próximo oriente. Rápidamente, Abrahán sale al encuentro de tres peregrinos que van de camino. Es la hora de más calor. Les invita a sentarse a la sombra, les agasaja, les convida a su mesa. Hace que le traigan agua para lavarse los pies después de una dura jornada, le trae pan y le va a matar un ternero para que coman. Abrahán considera un privilegio acoger a aquellos viajeros que pasan junto a su tienda. Implica a toda su familia y a sus sirvientes, a todos los de su casa. Está disponible para sus huéspedes.

Eso sí, le misterio envuelve toda la escena. ¿Quiénes son aquellos personajes? ¿De dónde vienen? ¿A dónde van? Prácticamente no articulan palabra alguna sino al final del relato. Son tres, pero hablan como uno solo. Son tres, pero Abrahán se dirige a ellos en singular. No queremos forzar el texto con una alusión a la Santísima Trinidad; para nosotros como cristianos, sin duda es una prefiguración de la misma; sin embargo, para los lectores del Antiguo Testamento de aquella época y para los judíos es, prácticamente, imposible esta interpretación. De lo que no tenemos la menor duda es que representan, son signos de la presencia de Dios entre nosotros. Yahveh se hace presente en la vida de Abrahán de la misma manera que se hace presente en la nuestra.

Antes de partir, aquellos huéspedes, que son tres, pero parecen uno, hacen una promesa a Abrahán: Dentro de un año volveré. Para entonces, tu mujer, Sara, habrá tenido un hijo. Dios siempre es fiel a su alianza, a su compromiso con el ser humano, es siempre fiel a su promesa. Y aquella promesa que le hizo al patriarca antes de que saliera de su tierra se convertirá en realidad con el nacimiento de Isaac. Abrahán nunca había perdido la esperanza porque Dios siempre cumple, Dios siempre es fiel. Dios nunca defrauda, por muy mal que vayan las cosas y por muy mal que se nos presenten las situaciones de nuestra vida. El milagro siempre es posible, aunque tarde tiempo en realizarse.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Cómo acoges la presencia de Dios en tu vida? ¿Eres consciente de que puede manifestarse de muy diversas maneras? ¿Estás dispuesto a acogerlo?
  • Dios también se manifiesta en el hermano, especialmente en el más pequeño y pobre, ¿cómo acoges a estos?
  • En muchas ocasiones, las cosas no acontecen como tú esperas o, es posible, que tarde más de lo que tú quisieras, ¿qué piensas en esas circunstancias? ¿cómo te comportas? ¿tiras la toalla? ¿te resignas? O, por el contrario, ¿asumes la situación? ¿mantienes la esperanza en Dios? ¿intentas que dicha situación cambie de alguna manera?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 130

1Desde lo más profundo clamo a ti, Señor;

2Señor, escucha mi clamor, estén tus oídos atentos al grito de mi súplica.

3Si tienes en cuenta nuestros delitos, ¿quién podrá resistir, Señor?

4Pero en ti encontramos el perdón, por eso eres temido.

5Yo espero con toda el alma en el Señor, confío en su palabra;

6estoy pendiente del Señor más que los centinelas de la aurora.

7Israel está pendiente del Señor más que los centinelas de la aurora; porque en el Señor está el amor y la liberación total:

8él redimirá a Israel de todos sus delitos.

“Lo necesario y lo importante” – LECTIO DIVINA DEL DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

VERDAD – LECTURA

Evangelio Lc 10,38-42

Nos encontramos en el texto evangélico, que nos ofrece la liturgia de este domingo, con que Jesús se encuentra de visita en casa de Marta, la cual tenía una hermana que se llamaba María.

Seguimos en el contexto del largo viaje de Jesús desde Galilea a Jerusalén

Pues bien, nos encontramos ya en la casa. Jesús está sentado conversando con algunos de los presentes, entre los que se encuentra María. Marta se afana por atender como corresponde a los invitados. Las dos tareas son importantes, el servicio de la preparación de la comida y la conversación reposada. ¿Pero son ambas necesarias?

Dentro del contexto que nos ocupa, podemos percibir cómo Jesús quiere hacerle ver a Marta esta distinción. ¡Claro que es importante el servicio que ella está prestando! ¡Faltaría más! Pero, posiblemente, ella se está preocupando en exceso. El texto evangélico nos dice que andaba muy afanada con los muchos servicios. Es más, se siente sola acometiendo las diversas tareas. Marta se agita y preocupa por muchas cosas. Seguramente, por ofrecer gran cantidad de viandas y bien preparadas a los invitados que tiene en su casa.

Jesús le hace ver que pocas cosas en esta vida son necesarias. No es necesario que prepare tantas cosas o que estén perfectamente preparadas. Pero si es necesario que, le dediquemos tiempo a las personas, y más si cabe a la persona de Jesús.

¿Cuántas veces nos afanamos por hacer, hacer y hacer y nos olvidamos que lo que más necesitan los otros es que estemos? Sí, que estemos presentes, que le escuchemos, que les sonriamos, que los abracemos, que permanezcamos junto a ellos que los apoyemos…. A veces, sin hacer nada; simplemente estando al lado con todo nuestro ser, como compañeros de camino.

Hacer cosas por los demás es importante, pero escucharlos es necesario. Realizar actividades por Jesús y por el Reino es importante, pero escuchar su Palabra es necesario. Curar enfermos, dar de comer a los pobres, visitar a los presos, predicar la Buena Noticia, todas ellas son acciones importantes; pero escuchar a Jesús es totalmente necesario. ¡Cómo vamos a curar enfermos al estilo de Jesús, cómo vamos a dar de comer a los hambrientos con espíritu evangélico, cómo vamos a acoger a los otros como los acogía el Maestro, si no nos alimentamos de Él, si no nos dejamos enseñar por Él, si no nos dejamos configurar por el Espíritu según Él!

Partiendo desde la escucha de Jesús, todas nuestras actividades apostólicas serán realizadas de una manera más satisfactoria y darán abundantes frutos.

No dejes de pasar un solo día sin estar un rato largo a los pies del Maestro escuchando su Palabra.

Oración y acción ambas deben ir de la mano. Contemplativos en la acción. Realizar siempre nuestras actividades con la mirada puesta en Jesús y bajo la mirada del Maestro.

Del Beato Santiago Alberione dijo el Papa San Pablo VI en una audiencia en 1969, algo que nos puede ayudar a profundizar y a asimilar todo esto que estamos comentado: «Miradlo: humilde, silencioso, incansable, siempre alerta, siempre ensimismado en sus pensamientos, que van de la oración a la acción (según la fórmula tradicional: “ora et labora”), siempre atento a escrutar los “signos de los tiempos”, es decir, las formas más geniales de llegar a las almas, nuestro padre Alberione ha dado a la Iglesia nuevos instrumentos para expresarse, nuevos medios para vigorizar y ampliar su apostolado, nueva capacidad y nueva conciencia de la validez y de la posibilidad de su misión en el mundo moderno y con los medios modernos.»

CAMINO – MEDITACIÓN

• ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?

• ¿Eres capaz en tu día a día descubrir lo que verdaderamente es necesario?

• ¿Qué significado tiene para ti o como resuena en tu interior la invitación de ir de la oración a la acción

¿Parte tu acción siempre de la oración, de la escucha atenta de la Palabra de Dios?

• ¿Dedicas algún tiempo de tu día a día, no sólo a hacer cosas por los demás, si no a estar con ellos?

VIDA – ORACIÓN

• Bendice y alaba al Padre por el gran regalo de tener su presencia y visitarnos cada día.

• Da gracias a Jesús por ofrecernos a cada día su Palabra e invitarnos a escucharla.

• Pide al Espíritu Santo que te ayude a descubrir lo que es verdaderamente necesario en tu vida cotidiana.

“ESCUCHA LA VOZ DEL SEÑOR”. LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

VERDAD – LECTURA

Deuteronomio 30,10-14

Moisés habló al pueblo, diciendo: 10Escucha la voz del Señor, observa sus mandamientos y preceptos escritos en el libro de esta ley, y vuélvete a él con todo tu corazón y toda tu alma. 11Pues esta ley que yo te prescribo hoy no es superior a tus fuerzas, ni está fuera de tu alcance. 12No está en los cielos, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros a los cielos a buscarla para que nos la dé a conocer y la pongamos en práctica? 13Ni tampoco se encuentra más allá de los mares, para que tengas que decir: ¿Quién pasará por nosotros al otro lado de los mares a buscarla para que nos la dé a conocer y la pongamos en práctica? 14Pues la palabra está muy cerca de ti; está en tu boca, en tu corazón, para que la pongas en práctica.

Escucha la voz del Señor. Es la primera actitud y la primera acción que Moisés pide al Pueblo de Israel en el contexto del llamado tercer discurso de Moisés en el libro del Deuteronomio. Nos encontramos en el ámbito de la alianza que Yahveh establece con los Israelitas en la tierra de Moab, más allá de la que ya había establecido con ellos en el monte Horeb.

En el capítulo anterior, en el 29, Moisés recuerda a Israel todo lo que Dios ha realizado a favor de su Pueblo. Sobre todo, les habla de la liberación de las manos y opresión del faraón en Egipto. Y el pueblo ha de responder a este regalo de Dios desde la fidelidad y aceptación de la Alianza que establece con ellos. Si el pueblo no es fiel a la misma, dicha infidelidad tendrá sus consecuencias, sobre todo el alejamiento de Dios; no por parte de este que siempre está presente en la vida de su pueblo, sino por parte del pueblo mismo, lo que le llevará incluso a enfrentarse con otras naciones, alejándose de la protección de Yahveh y llegando incluso a la perdida de su independencia, al exilio; sin embargo, como decíamos, Dios se mantiene fiel a la alianza y continúa estando cercano a su pueblo, no lo abandona a su suerte, lo estimulará para que se convierta y vuelva a relacionarse con Él.

Pero para todo esto, para poder cambiar de vida, para poder convertirse, para poder restablecer la comunicación con Dios, es imprescindible partir de la escucha de la Palabra de Dios. Sabiendo, además que la fidelidad a la alianza que el Pueblo establece con Dios no es superior a sus fuerzas ni está fuera de su alcance. La alianza de Yahveh con su pueblo está en los labios de cada persona y en su corazón.

Nosotros los cristianos, tenemos la gran dicha de poder escuchar la Palabra de Dios en cada eucaristía y al igual que María poder rumiarla y guardarla en nuestro corazón. Cada uno de nosotros podemos tener muy presente cada día la Palabra del Señor, por eso no resulta imposible ser fiel a la Alianza que Él establece con nosotros.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • Recuerda las acciones que Dios realiza en tu favor, en tu beneficio, cada día. ¿Qué sientes ante ello? Hoy podías darle gracias.
  • Dios establece contigo una alianza. La Nueva Alianza del cristiano es la de amar a Dios y amarnos los unos a lo otros. ¿Intentas llevarla a cabo en tu vida diaria?
  • Para poder ser fiel a estas Alianza, la primera actitud es escuchar la Palabra de Dios, ¿dedicas un tiempo cada día a ello?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 119

1Dichosos aquellos cuya conducta es intachable, los que caminan en la ley del Señor;

2Dichosos los que guardan sus decretos, los que lo buscan de todo corazón;

3los que no cometen ningún crimen, los que siguen sus caminos.

4Tú has promulgado tus preceptos para que sean estrictamente cumplidos;

5ojalá sea firme mi conducta en guardar tus decretos;

6entonces no tendré vergüenza alguna en mirar a todos tus mandamientos.

7Te daré gracias con un corazón recto, instruido por tus sentencias justas.

8Yo voy a guardar tus mandamientos, no me abandones tú del todo.

9¿Cómo un joven podrá tener una conducta pura? Guardando tu palabra.

10Yo te busco de todo corazón, no dejes que me aparte de tus mandamientos.

“¿Qué puedo hacer para alcanzar la felicidad?” LECTIO DIVINA DEL DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

VERDAD – LECTURA

Evangelio Lc 10,25-37

Jesús se encuentra en camino hacia Jerusalén. Así nos lo ha hecho saber Lucas en el capítulo anterior (cf. Lc 9,51). Para el autor del Tercer Evangelio, la Ciudad Santa es muy importante, allí comienza su relato y allí concluirá.

Acaba de enviar a los setenta y dos a la misión de prepararle el camino. Estos han regresado. Él está conversando con ellos; seguramente había más gente, pues de entre ella, se levanta un maestro de la Ley para hacerle una pregunta. Sin embargo, Lucas ya nos advierte: “Le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba” (cf. Lc 10,25).

Como ocurre en muchas ocasiones, Jesús no responde directamente, ni entra al trapo para hacer frente a la actitud hostil de su interlocutor. El Maestro quiere hacerlo reflexionar, quiere que entre dentro de sí mismo, quiere que desde su propio conocimiento responda a la pregunta; por eso, lo que hace es cuestionar al maestro de la Ley: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”

Para un maestro de Israel tendría que ser relativamente fácil responder a la cuestión planteada.

Sin embargo, permíteme que me detenga por un momento en la pregunta que se le plantea a Jesús, porque creo que esta tiene miga, creo que es de suma importancia; es más, creo que cualquiera de nosotros nos la hemos hecho en alguna ocasión: “¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?” Me voy a tomar la libertad de transformarla un poquito: ¿Qué tengo que hacer para alcanzar la verdadera y plena felicidad? Si, porque la vida eterna no es únicamente algo futuro, la vida eterna hemos de comenzar a construirla aquí. Y la vida eterna no es otra cosa que la felicidad plena y verdadera de poder vivir en la presencia de Dios por toda la eternidad.

Yo siempre diferencio entre felicidad y alegría. Uno puede no estar alegre y ser feliz. Es imposible estar las 24 horas del día dando saltos de alegría. Pero si es posible alcanzar la felicidad y permanecer en ella. La felicidad consiste en una realización plena del ser; y es un proceso y una decisión consciente. Así es, uno elige ser feliz, elige no desmoronarse ante los acontecimientos, uno elige superarse ante las adversidades, uno elige aceptar frente a la resignación, uno elige dar y darse frente a la actitud egoísta del todo para mí. Como cristianos cuanto más nos dejemos transformar por el Espíritu, dejándolo que nos modele según el modelo de Jesús, más cerca estaremos de la felicidad.

Sí, a nivel mental lo tenemos claro, como lo tenía el maestro de la Ley. Para alcanzar la vida eterna únicamente tenemos que amar a Dios y al prójimo. Pero desde el corazón y desde nuestros actos no lo tenemos tan claro: ¿Quién es mi prójimo? Porque es imposible amar a Dios si no amamos a nuestro prójimo (Cf Sant 2,18).

Lejos de perderse en teorías, como haríamos muchos de nosotros, Jesús nos ofrece un relato, para dejarnos claro quién es nuestro prójimo y cómo tenemos que comportarnos con él.

Solo quiero detenerme por un instante en algunas cuestiones de la parábola, no voy a comentarla, creo que existen muy buenos comentarios sobre ella y allí te remito.

Pero quiero que caigas en la cuenta de que, el sacerdote y el levita no hacen otra cosa mas que cumplir con la Ley establecida para Israel en el libro del Levítico (Lv 21,1). Ellos no querían caer en impureza que les impidiera poder acercarse a celebrar la “liturgia” en el Templo. Jesús va más allá de la Ley; está dispuesto a quebrantarla si lo que está en juego es al amor al prójimo.

Y dos cuestiones más acerca de la parábola.

El samaritano se compadece. No quiere decir que sienta pena, que es el sentido que muchas veces damos a dicha palabra. El verbo compadecerse es un verbo de actividad. Lo que hace el samaritano es hacerse cargo de la situación en la que se encuentra el asaltado, compartirla y actuar en consecuencia.

¿Quién ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos? El que practico la misericordia. Otra palabra que muchas veces la utilizamos de manera poco adecuada. Misericordia: sentir en mi corazón las miserias del otro. Cuando yo verdaderamente siento en mi corazón las miserias de mi hermano, entonces no puedo hacer otra cosa, si no intentar que salga de esa situación.

CAMINO – MEDITACIÓN

• ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?

• Pregúntate a ti mismo y responde en la presencia de Jesús a esta cuestión: ¿Qué puedo hacer para alcanzar la felicidad?

• ¿Dejas actuar al Espíritu Santo en ti para que poco a poco vaya transformándote en un mejor ser humano, en un mejor cristiano?

• Alcanzar la felicidad pasa por amar, amar a Dios y amar al prójimo. ¿Qué acciones vas a comenzar a poner en marcha para acrecentar ese amor?

VIDA – ORACIÓN

• Bendice y alaba al Padre por el gran regalo de su amor y por estar constantemente ofreciéndonos la felicidad.

• Da gracias a Jesús por poner a nuestro alcance los medios necesarios para lograr la felicidad.

• Pide al Espíritu Santo que te ayude a hacerte consciente de la situación de necesidad de las personas que te rodean, compartir su miseria y actuar en consecuencia.

“YO OS ENVÍO” – LECTIO DIVINA DEL DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

VERDAD – LECTURA

Evangelio Lc 10,1-12.17-20

1Después de esto, el Señor designó otros setenta y dos, y los envió delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde él pensaba ir. 2Y les dijo: «La mies es mucha, pero los obreros son pocos. Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. 3 ¡Andad!; mirad que yo os envío como corderos en medio de lobos. 4No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; no saludéis a nadie por el camino. 5Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa. 6Si allí vive gente de paz, vuestra paz reposará sobre ellos; si no, se volverá a vosotros. 7Quedaos en esa casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero tiene derecho a su salario. No andéis de casa en casa. 8Si llegáis a un pueblo y os reciben bien, comed lo que os sirvan; 9curad a los enfermos que haya y decidles: El reino de Dios está cerca de vosotros.10Pero si llegáis a un pueblo y no os reciben, id por las calles diciendo. 11Hasta el polvo de vuestro pueblo que se nos pegó a los pies nos lo sacudimos. 12Yo os digo que en el día del juicio habrá más tolerancia para Sodoma que para ese pueblo».

17Los setenta y dos volvieron llenos de alegría, diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». 18Y Jesús les dijo: «Yo veía a Satanás cayendo del cielo como un rayo. 19Ved que os he dado poder de pisar serpientes y escorpiones, y sobre todas las fuerzas del enemigo, sin que nada os dañe. 20Pero no os alegréis de que los espíritus os estén sometidos; alegraos más bien de que vuestros nombres están escritos en el cielo».

Jesús se encuentra en camino hacia Jerusalén; Lucas nos lo ha narrado en el capítulo anterior (cf. 9,51). Y es durante este itinerario que decide enviar a un grupo de discípulos delante de él para visitar los lugares a los que pensaba ir. Les da instrucciones claras de cómo deben de actuar para llevar a cabo la misión que les encomienda, que no es otra sino la de preparar a las personas con las que se encuentren para acoger la Buena Noticia.

Si que hemos de destacar el simbolismo del número setenta y dos. Con él, el evangelista alude a la apertura y universalidad de la misión; dicha cifra era la cantidad de naciones que los judío pensaban que había sobre la tierra según el libro del Génesis (cf. Gén 10). La tarea de evangelización no puede limitarse a los judíos, a partir de ahora, como decíamos más arriba es universal, por lo tanto, tampoco los apóstoles son suficientes para llevarla a cabo. Todos los que de una u otra manera estamos en el camino del seguimiento de Jesús estamos llamado a preparar la acogida del evangelio, la acogida a Jesús por parte de la humanidad.

La tarea es grande y las personas a las que evangelizar son muchas, de ahí que Jesús pida a sus discípulos para que oren al Padre que envíe obreros  sus mies.

Eso sí, en ningún momento, Jesús les presenta la misión de color de rosas. En algún momento serán rechazados, no serán acogidos. Cuando eso ocurra, les dirá más adelante en este mismo pasaje con el que estamos orando, no deben recurrir a la violencia o al enfrentamiento, al contrario deben de actuar de manera pacífica, eso sí deben manifestar de alguna manera que son conscientes de ese rechazo y han de advertirles que eso les aleja del amor de Dios.

Cuando alguien es enviado a evangelizar ha de desprenderse de todo lo innecesaria o de todo aquello que pueda impedir la trasmisión del mensaje cristiano; por eso no es necesario cargar con pesadas alforjas o calzado superfluo. Eso sí, han de trasmitir a todos aquellos con los que se encuentren la paz. Esa paz que trae Jesús a la humanidad, que no significa únicamente ausencia de conflictos, sino tranquilidad, armonía, calma, concordia…

A su vuelta, los discípulos llenos de alegría le comunican a Jesús el éxito de su misión. El mensaje del evangelio es acogido e incluso han realizado signos extraordinarios en nombre de Jesús. Sin embargo, la alegría no debe ser por haber tenido éxito personal o por haber realizado signos prodigiosos; la alegría debe ser porque han participado en la extensión del Reino, en la edificación de un mundo mejor y en el acercamiento del amor y la misericordia del Padre a todos aquellos con los que se han encontrado.

CAMINO – MEDITACIÓN

• ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?

• Jesús también te envía a ti, para prepararle el camino, para ayudar a la gente a acoger la persona de Jesús ¿Qué sientes ante esto? ¿Estás dispuesto a acoger esta llamada?

• Jesús te envía a una misión universal, abarcando a todas las personas sin distinción; y tú ¿haces acepción de personas por su origen, raza o estado social?

• ¿Al transmitir la Palabra de Dios, intentas hacerlo con paz, con alegría, con serenidad, con humildad? ¿Intentas trasmitir sobre todo el amor y la misericordia de Dios?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 96

1Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra;

2cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su salvación;

3publicad su gloria entre las gentes, sus portentos entre todos los pueblos.

4Grande es el Señor y digno de alabanza, más temible que todos los dioses.

5Pues los dioses de los otros pueblos no son nada, mientras que el Señor hizo los cielos;

6su presencia está llena de esplendor y majestad, y su santuario, de potencia y hermosura.

7Familias de los pueblos, rendid ante el Señor, rendid ante el Señor la gloria y el poder,

8rendid ante el Señor la gloria de su nombre, presentad vuestra ofrenda y entrad en sus atrios;

9adorad al Señor con ornamentos santos, temblad delante de él, oh tierra toda.

10Decid por las naciones: «El Señor es rey, él afirmó el mundo, y no se moverá; él juzga a los pueblos con justicia».

11Que se alegre el cielo y goce la tierra, que retumbe el mar y todo lo que encierra,

12que sonrían los campos con sus frutos, que griten de alegría los árboles del bosque

13delante del Señor, porque ya viene, porque viene para gobernar la tierra, para implantar en el mundo la justicia, y entre todos los pueblos la lealtad.

“ALEGRAOS CON JERUSALÉN”. LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

VERDAD – LECTURA

Isaías 66,10-14c

10«Alegraos con Jerusalén, regocijaos por ella todos los que su duelo soportáis, 11a fin de que maméis y os saciéis de su seno de consuelo, a fin de que saboreéis y os recreéis en sus pechos de gloria. 12Pues esto dice el Señor: “Yo haré correr por ella como un río la paz, y como un torrente desbordado la gloria de las naciones. Sus lactantes serán llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas. 13Como a un hijo a quien consuela su madre, así yo os consolaré a vosotros; por Jerusalén seréis consolados. 14Cuando veáis esto, vuestro corazón se alegrará y vuestros huesos reverdecerán como la hierba. Sí, la mano del Señor se dará a conocer a sus siervos.”»

El fragmento, que hoy nos ofrece la liturgia en la primera lectura, pertenece a la tercera parte del libro de Isaías o Tritoisaías. El cual fue escrito después de volver del exilio de Babilonia (539 a.C.). Después de que Jerusalén fuera tan humillada por este imperio, Yahveh la levantará y le dará un nuevo esplendor.

El pueblo de Israel se encuentra con muchas dificultades a la vuelta del exilio, no sólo debe reconstruir el templo y la ciudad de Jerusalén, sino que debe reconstruirse como pueblo.

Dios va a cumplir su promesa en Jerusalén. Por eso hay que alegrarse con ella, por eso hay que gozar con ella. Dios ha devuelto a su Pueblo a su patria, a su tierra. Dios continúa estando en medio de su pueblo.

Dios promete a su pueblo alegría y consuelo. Alegría y consuelo que serán permanentes. Dios devolverá a Jerusalén todo su esplendor. Y Yahveh consolará a su Pueblo. Dios se dará a conocer a aquellos que lo aman.

A partir de ahora, Yahveh promete a Israel la paz. Un paz que se derrama abundantemente como un río, una paz que traerá bienestar, prosperidad, tranquilidad. Que será una bendición para el Pueblo elegido. Dios quiere transmitirle esperanza.

Dios promete a Israel que le va a consolar, que le va a cuidar como una madre a sus hijos. Este pasaje de Isaías nos muestra un Dios bondadoso, tierno, misericordioso, atento a las necesidades de los seres humanos.

Sería bueno, que hoy recordáramos a este Dios que con cada uno de nosotros se muestra cercano, que nos cuida, que nos ama y quiere estar a nuestro lado apoyándonos, sosteniéndonos, ayudándonos, siendo nuestro compañero de camino. Dios está con nosotros.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • Dios en su cercanía, en su proximidad al ser humano, le ofrece alegría y consuelo, sobre todo en los momentos difíciles, ¿eres consciente de ello? ¿Cómo percibes esa cercanía de Dios en tu día a día?
  • ¿Cómo vives los momentos de dificultad en tu propia vida? ¿Vives desde la esperanza o desde la desesperación? ¿Desde la alegría, desde la confianza, desde la superación, sabiendo que Dios está a tu lado?
  • ¿Eres transmisor de la alegría, de la paz, de la esperanza que Dios te regala?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 122

1¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»!

2Ya estamos en tus puertas, oh Jerusalén:

3Jerusalén, la bien edificada, la ciudad bien unida.

4Allí suben las tribus, las tribus del Señor, según la norma de Israel, para alabar el nombre del Señor.

5Allí están los tribunales de justicia, los tribunales de la casa de David.

6Pedid la paz para Jerusalén: «Que vivan tranquilos tus amigos,

7que reine la paz dentro de tus muros y la tranquilidad en tus palacios».

8Por mis hermanos y compañeros, diré: «La paz esté contigo».

9Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo la felicidad.