VERDAD – LECTURA
Isaías 53,10-11
10El Señor quiso destrozarlo con padecimientos. Si él ofrece su vida por el pecado, verá descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá gracias a él.
11Después de las penas de su alma, verá la luz y quedará colmado. Por sus sufrimientos mi siervo justificará a muchos y cargará sobre sí las iniquidades de ellos.
El pasaje que hoy nos ofrece la liturgia, se encuentra dentro del llamado “libro de la consolación”. Una serie de capítulos del profeta Isaías, en los que el autor quiere transmitir esperanza, consuelo, confianza, ilusión a su Pueblo desterrado en Babilonia.
Nos presenta al Siervo de Yahveh, un personaje algo enigmático, que está llamado a ser instrumento en la obra de la salvación de Dios. Aunque en un principio, pueda parece que su misión está abocada al fracaso, que sufrirá incomprensión, persecución, desdicha, padecimiento, nada de esto tiene la última palabra; pues, ofreciendo su vida tendrá una larga vida y será colmado de bendición; la voluntad de Dios se cumplirá gracias a él.
Dios sobre todo quiere librar al hombre del pecado y de la muerte, que lo alejan de Él. Dios quiere, que el hombre entre en comunión con Él, quiere ser su amigo, su compañero de camino, su apoyo en los momentos de dificultad. Aunque el ser fiel a esta amistad con Dios, puede traerle consecuencias insospechadas: rechazo, calumnias, persecución.
Pero no sólo eso, sino que el amigo de Dios, ha de ser capaz también de cargar con las dolencias, las dificultades, las desdichas, congojas de los demás. Sí, lo mismo que Dios es nuestro compañero de camino, cuando nos encontramos en cualquier aprieto o apuro, quiere que nosotros hagamos lo mismo con aquellas personas que se encuentran en nuestro camino, aunque ello nos acarree problemas o incomprensiones.
Enlazando con el evangelio, se hace imprescindible que nos pongamos al servicio de los demás, sobre todo si tenemos algún puesto de liderazgo, sobre todo para ser apoyo, consuelo, soporte, cimiento del que más lo necesita. El discípulo de Jesús ha de convertirse en siervo, dispuesto a echar una mano en cualquier situación y a cualquier persona, poniendo en juego todas sus potencialidades, recursos y cualidades. Esto hará que sea luz para los demás y sentirá la satisfacción del deber cumplido, aunque nadie se lo agradezca. ¿Estamos dispuestos a hacernos siervos?
CAMINO – MEDITACIÓN
- ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
- ¿Qué significa para ti ser siervo del Señor?
- ¿Estás dispuesto a ser instrumento de salvación en la manos de Dios? ¿Estás dispuesto a dejarte modelar por Él?
- ¿Cómo afrontas las dificultades, los fracasos, las incomprensiones que aparecen en tu vida cotidiana, sobre todo por ser fiel a tus principios como seguidor de Jesús?
- ¿Eres luz, esperanza, consuelo, soporte para aquellos que se encuentran en dificultades?
VIDA – ORACIÓN
Salmo 17
Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, mi roca, mi fortaleza, mi libertador, mi Dios, mi roca donde yo me refugio, mi escudo protector, mi salvación, mi asilo.
¡Alabado sea Dios! Yo le invoco y salgo victorioso de mis enemigos.
Las olas de la muerte me envolvían, los torrentes del averno me espantaban, los lazos del abismo me liaban, se tendían ante mí las trampas de la muerte.
Clamé al Señor en mi angustia, alcé mi grito hacia mi Dios, y él escuchó mi voz desde su templo, mi grito llegó hasta sus oídos.
[…]
Oh Dios, tu camino es perfecto, la palabra del Señor se cumple siempre, él es el escudo de los que se refugian en él.
Este corto texto, del Segundo Isaías, solo se explica si lo adentramos en el contexto que rodeó al autor. Este discípulo de Isaías acompaña a Israel en el destierro de Babilonia y es consciente del pavoroso calvario que está sufriendo el pueblo en lo temporal y sobretodo moral– cómo cantar en tierra extranjera—. Tiene noticia también de las penurias de Moisés para alentar a aquel pueblo rebelde y no se olvida de sufrido Jeremías rechazado por las autoridades y arrojado a la piscina de la que le salva una mano piadosa. Hasta aquí podía llegar el pensamiento del Profeta pero detrás estaba la inspiración divina apuntando a algo más lejano y profundo, Jesús entregado e inmolado por la salvación del género humano. Hoy éstas expresiones tan duras— el Señor quiso destrozarlo con padecimientos—hieren la sensibilidad de muchos corazones que caminan al compás de la nueva cultura, renuente al sufrimiento que a toda costa quiere erradicar. Por otra parte tampoco entiende esa representación vicaria que contradice el principio» el que la hace la paga» incluso provoca escándalo el tratamiento tan excesivo de un Padre con su Hijo.¿ cómo conjugar amor con tanto sufrimiento si Dios le ama tanto?. El pensamiento filosófico lo ha plasmado en este veredicto:» no hay auténtico amor desligado del sufrimiento» y lo concentra en el amor de la madre siempre en puja con el hijo porque no se ajusta a los ideales que de él se ha formado o por las carencias que tanto le limitan; es en el hijo enfermo en quien más amor se derrocha y se com- padece. La Biblia se hace eco del trágico episodio de Abraham de sacrificar a su hijo, fue tal el dolor que hubiera preferido mil veces más suplantar al hijo en tal situación. Isaac fué liberado de la pira, en cambio Jesús muere en la cruz con horrendos dolores. Si en Abraham hay lucha entre obediencia y amor en Jesús llega al paroxismo:» no se haga mí voluntad sino la tuya » el amor vence y destruye todas las barreras. Otro aspecto desconcertante es el de «expiación» que a nuestra mentalidad suena a venganza como si el Padre necesitase la sangre del Hijo como tributo del pecado lo cual nos aleja del unico motivo que llevó a Jesús a la cruz, el amor. Esa sangre derramada, en la concepcion semita representa el don de la vida que Jesús ofrece hasta la última gota, es la vida en favor de los demás lo que a todos pide Dios y Jesús es la expresión más viva y elocuente de cómo debe ser esta entrega. A nosotros puede que no se nos pida un sacrificio cruento como a tantos mártires– hoy nos lo recuerdan los de Cordoba– pero si una disponibilidad a la causa del evangelio rayana a la de aquellos » locos por Cristo » que han sido todos los que han comprendido como hay que comportarse para llegar al Reino