VERDAD – LECTURA
Evangelio: Jn 6, 41-51
El pasaje con el que hoy vamos a orar corresponde al capítulo seis del evangelio de Juan. Dicho fragmento gira entorno al discurso del Pan de Vida.
Los capítulos cinco y seis desarrollan el segundo viaje de Jesús a Jerusalén y su ministerio en Galilea.
La gota que colma el vaso para que los judíos se enfrenten a Jesús es precisamente, su autoafirmación como Pan de Vida bajado del cielo. Por eso, los judíos critican a Jesús.
Los judíos están en una clave muy distinta de la de Jesús. Ellos han percibido únicamente su parte humana. Para los judío es imposible que un hombre pueda tener la condición divina. Para ellos, el misterio de la encarnación es una imposibilidad. No es posible que Dios se encarne.
Pero es más, ellos le conocen muy bien, conocen a su padre, conocen a su familia, saben de su procedencia… Está usurpando el puesto de Dios, se está poniendo en su lugar. Es imposible que Dios se acerque de esa manera al hombre. Jesús está atentando contra el primer y segundo mandamientos de la ley de Dios.
Ante tal cerrazón es inútil discutir acerca del tema. Sobre todo, porque de quien más alejados están los judíos es precisamente de ese Dios en el cual dicen que creen. No han descubierto a Dios como Padre, no se han dejado alcanzar por la bondad de Dios, no se han abierto al amor de Dios, encarnado en Jesús de Nazaret. Están encerrados en sus propias normas y leyes que lo único que provocan es esclavitud y obligaciones.
Con respecto al tema de la resurrección, hemos de decir que estaba admitida por la corriente farisea del judaísmo, como un premio por la observancia de la ley. Jesús, claramente, advertirá que lo que salva no es la observancia de la ley, la resurrección no es premio de un mayor o menor cumplimiento de las normas o la leyes. La resurrección es fruto de nuestra unión a la persona de Jesús, únicamente dejándonos transformar por el Espíritu Santo y acogiendo la vida y la enseñanza de Jesús alcanzaremos la resurrección. Una resurrección que será comunicada por Jesús en el “último día”, en el día de la entrega libre de su vida.
Jesús universaliza la salvación: “todos serán discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende acerca de Jesús alcanzará la resurrección. Y no porque nadie haya visto al Padre. A Dios es imposible que lo veamos, pero no es imposible experimentar su amor. El amor de Dios lo experimentamos en el amor que entregamos a otras personas y que acogemos de ellas, especialmente de los más pobres y necesitados de nuestra sociedad. Aquel que sea capaz de dar y recibir amor, aquel que sea sensible a las necesidades de los demás y se deje ayudar por los demás, aquel que entregue su vida por los demás será “merecedor” de la resurrección. Al Padre sólo podemos acceder por medio de Jesús y de nuestra transformación, en la medida de lo posible, en otros cristos.
Quien crea en Jesús, quien viva la vida de Jesús, quien asuma y ponga en práctica las actitudes vitales de Jesús ese posee la vida eterna.
El pan de vida es Jesús, nuestro alimento es Jesús, nuestra savia vital es Jesús. Ningún otro maná será capaz de saciarnos.
Al igual que el maná no llevó al Pueblo a la Tierra prometida, la Ley tampoco es capaz de nutrir y alimentar el apetito que la humanidad tenia de Dios. Es Jesús quien sacia nuestro hambre y nuestra sed de Dios. Comiendo el alimento verdadero que es Jesús tendremos vida eterna.

CAMINO – MEDITACIÓN
• ¿Qué versículo, frase, palabra ha llamado especialmente tu atención? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios con ello en este momento concreto de tu vida?
• Para nosotros en muchas ocasiones también es escandaloso y difícil creer que Jesús sea nuestro alimento en su presencia eucarística ¿cómo vives estos momentos?
• Jesús nos hizo el gran regalo de su presencia real en la eucaristía, ¿cómo acoges y vives este regalo?
• ¿Intentas poco a poco unirte a Jesús, acogiéndole e intentando vivir sus actitudes vitales?
• ¿Te dejas transformar por el Espíritu Santo en un verdadero discípulo de Jesús?
• Para ser verdadero discípulo de Jesús y para conocerlo es imprescindible que tengamos momentos de encuentro con Él ¿dedicas algo de tu tiempo para estar con Jesús, sobre todo visitándolo en el sagrario?
• ¿Cómo vives la experiencia del amor de Dios manifestado en tu entrega a los hermanos y en la acogida de ese amor, especialmente de los más pobres y necesitados de nuestra sociedad?
• ¿Qué significa para ti, concretamente en tu día, entregar la vida por los demás?

ORACIÓN – VIDA
• Adora a Dios Padre, por el gran Misterio de la Encarnación de su Hijo. Dale gracias por el amor que tiene a todos y cada uno de nosotros, de manera particular.
• Da gracias a Jesús por el gran don de la eucaristía, por ser presencia real entre nosotros.
• Ofrece tu amor a Jesús para que él transforme tu vida y puedas llegar a ser verdadero discípulo que entrega y da su vida por los hermanos, especialmente por los más pobres y necesitados.
• Pide al Espíritu Santo que te ayude a ser un discípulo fiel de Jesús y te transforme en “otro cristo”.