“¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?” Lectio Divina del XVII Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B

VERDAD – LECTURA  

Evangelio: Jn 6,24-35

La liturgia de la Palabra del ciclo B suspende, momentáneamente, la lectura del evangelio de Marcos y nos ofrece algunos fragmentos del capítulo 6 del evangelio de Juan. Hoy, concretamente oramos con la continuación del episodio de la multiplicación de los panes y los peces.

Encontramos a Jesús en Cafarnaúm, después de que en la otra orilla haya realizado el signo de la multiplicación de los panes y los peces, como decíamos antes. Oramos con el comienzo del pasaje conocido como “el discurso del pan de vida” (Jn 6,26-59). Aunque más que un discurso es un diálogo entre la gente y Jesús. El tema central del mismo es el pan, a juzgar por las veces que se repite esta palabra en el texto (seis veces). Mediante este diálogo, Jesús quiere explicar el verdadero significado de la multiplicación de los panes a la luz del Éxodo, cuestionado por la gente que se acerca a él, pero visto desde la perspectiva del misterio de la Eucaristía.

La gente va a Cafarnaún a buscar a Jesús. Acaban de ver y experimentar uno de los signos realizados por el Maestro: la multiplicación de los panes. Buscan a Jesús, no por el signo en sí, sino porque les ha alimentado. El signo es una señal, una representación, de que el Reino de Dios está entre nosotros. Los contemporáneos de Jesús, en lugar de darse cuenta y apreciar el signo, lo que aprecian es que Jesús les ha dado de comer.

Y así, lo mismo que a sus contemporáneos, es posible que a nosotros nos surja la misma pregunta: “¿Qué tenemos que hacer para trabajar como Dios quiere?”, ¿Qué tenemos que hacer para llevar a cabo en nuestra vida la obra de Dios? ¿Qué significado tiene el deseo de que se cumpla la voluntad de Dios? La respuesta la da el mismo Jesús: “Creer en el que Él ha enviado”, creer en Jesús. Pero, ¿qué significa eso de creer en Jesús? Creer en Jesús, no es únicamente una cuestión intelectual o mental; no es estar convencido de una creencia, de un hecho, de una opinión, de una idea o de una doctrina. Creer en Jesús significa adherirse al plan de Dios, significa incorporarse al proyecto vital de Jesús, significa intentar hacer visible el Reino de Dios en nuestra vida cotidiana, significa hacer realidad el mandamiento del amor: “amaos unos a otros como yo os he amado” (Jn 15,12).

Porque creer en Jesús va más allá de lo meramente intelectual. Por eso, nos resulta tan difícil creer en él. Si sólo fuera aceptar una doctrina o una idea, podría llegar a ser fácil. Aun así, posiblemente nos surge la misma pregunta que a aquellos judíos que se encontraron con Jesús en Cafarnaúm: ¿por qué tenemos que creer en ti? ¿Por qué tenemos que fiarnos de ti? ¿Demuéstranos de alguna manera que podemos fiarnos de ti? ¿Qué haces tú para que creamos? Para ellos, la multiplicación de los panes ha sido simplemente un milagrito, un hecho extraordinario, sí; o si me apuráis un hecho incomprensible. Pero, otros también realizan ese tipo de actos. En la historia de Israel, el mismo Moisés realizo una obra similar; según ellos, alimentó al pueblo con el maná, con el llamado pan del cielo (Sab 16,20), es decir con el pan de Dios. Para que crean en Jesús, éste ha de realizar un hecho todavía más grandioso que el de Moisés.

Sin embargo, en realidad, no fue Moisés quien alimentó al pueblo de Israel. Fue Dios quien alimentó en aquel entonces al Pueblo de Israel, no fue Moisés quien elaboró el maná, fue Yahveh quien lo hizo realidad. El verdadero alimento nos lo da Dios. Aunque aquel alimento, el maná, no era capaz de proporcionar la vida eterna. El único capaz de regalarnos, proporcionarnos, facilitarnos la vida eterna es Jesús. El único que ha vencido al pecado y a la muerte con su pasión, muerte y resurrección es Jesucristo. El único que nos da vida es Jesús. Y una vida que dura y perdura para siempre.

La muchedumbre quiere de ese pan, y así se lo pide a Jesús: “Danos siempre de ese pan”. Nosotros también queremos alimentarnos de ese pan. Ese pan que da sentido a nuestra existencia. Ese pan que nos fortalece en nuestras dificultades. Ese pan que nos levanta cuando hemos caído. Ese pan que da la vida eterna. El pan de la Palabra y de la Eucaristía que es Jesús mismo. “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás”.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué versículo, frase, palabra ha llamado especialmente tu atención? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios con ello en este momento concreto de tu vida?
  • ¿Qué significa para ti creer en Jesús? ¿Cambia en algo tu modo de percibir y vivir la fe después de leer y meditar este pasaje? ¿Qué lugar ocupa en tu vida cotidiana tu fe en Jesús?
  • ¿Qué buscas en tu vida diaria, el milagro fácil, los hechos portentosos y extraordinarios o el signo de que el Reino de Dios está presente en medio de los acontecimientos cotidianos?
  • ¿Es la lectura de la Palabra de Dios y la celebración de la Eucaristía tu pan cotidiano?
  • Hazte a ti mismo la misma pregunta que le hacen sus contemporáneos a Jesús: ¿Qué has que hacer para realizar la obra de Dios? ¿Qué has de cambiar en tu vida o qué tienes que fortalecer para actuar como Dios quiere?
  • ¿Qué has de hacer para que le pan de la Palabra y de la Eucaristía llegue a otros?

ORACIÓN – VIDA

  • Hoy te invito a recordar (pasar por el corazón) tu experiencia de cómo Jesús, Pan de Vida, sacia tu hambre y tu sed de eternidad, de infinitud, de Dios.
  • Alaba a Dios desde esa experiencia que te regala, en tantos y tantos momentos de tu vida cotidiana.
  • Da gracias a Jesús por ser el alimento que te da la vida eterna.
  • Pide al Espíritu Santo que te fortalezca para ser signo del Reino de Dios entre las personas que te rodean y te ayude a acercar el pan de la Palabra y de la Eucaristía a los demás.

“A LA TARDE COMERÉIS Y A LA MAÑANA OS SACIARÉIS” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

VERDAD – LECTURA

Éxodo 16,2-4.12-15

En aquellos días,  2toda la comunidad de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto 3diciendo: «¡Ojalá hubiéramos muerto por mano del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos! Vosotros, en cambio, nos habéis traído a este desierto para hacer morir de hambre a toda esta muchedumbre». 4El Señor dijo a Moisés: «Mira, voy a hacer llover pan del cielo para vosotros. El pueblo saldrá todos los días a recoger la ración diaria, a fin de probarle si camina según mi ley o no. 12 «He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: a la tarde comeréis carne, y a la mañana os saciaréis de pan; así conoceréis que yo soy el Señor, vuestro Dios». 13Por la tarde salieron tantas codornices que cubrieron el campamento, y por la mañana había en torno a él una capa de rocío. 14Cuando se evaporó el rocío, apareció sobre la superficie del desierto una cosa menuda, granulada, fina, como escarcha sobre la tierra. 15Los israelitas, al verla, se dijeron unos a otros: “¿qué es esto?», pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: «Éste es el pan que os da el Señor para comer.

La verdad es, que nunca estamos contentos con casi nada, así le ocurre al pueblo de Israel en el desierto.

Éste ha sido liberado de la esclavitud de Egipto, gracias a la acción de Dios y se encaminado atravesando el desierto hacia su tierra. Aunque eso sí, se encuentran con las dificultades propias del lugar desértico: el calor, la falta de agua, la falta de alimentos y los peligros, ya sean de animales o de otros pueblo. Ellos, en lugar de tener una actitud proactiva, audaz, dinámica…, lo que hacen es ponerse a murmurar contra Moisés y Aarón.

Aunque, tal y como constata Moisés, a decir verdad, las murmuraciones no son contra ellos, sino contra Yahveh. El quid de la cuestión no está en la falta de alimento, de agua o en el excesivo calor, al contrario, se encuentra en la falta de confianza en Dios: ¿Dónde está Dios en este momento? Una constante que se manifiesta con frecuencia durante toda la travesía del desierto. Pues bien, Dios se encuentra en medio de su Pueblo, esa es la realidad y eso es lo que nos va a confirma la narración de hoy. Dios actúa en favor de su pueblo: le provee de la carne de las codornices por la tarde y de maná por la mañana. Esto último, no sabían exactamente que era. El maná era una especie de grano, que cae de la corteza de las ramas de una especie de cilantro, el cual tras ser molido y horneado tenía un sabor similar a una torta de miel. Sin embargo, aquello en realidad era el pan que el Señor daba a su pueblo Israel.

Como decíamos con anterioridad, Dios está siempre pendiente de su pueblo e intentando ayudarle. Pero, para ello es necesario, primero sentirse necesitado, segundo dejarse ayudar y, por último, poner en marcha los recursos necesarios para aprovechar esa ayuda. En lugar de murmurar contra los demás, contra las circunstancias, incluso contra Dios, hay que aceptar las situaciones de dificultad, hemos de pedir ayuda a Dios, pero también hemos de utilizar los recursos que tengamos a nuestra disposición para hacer frente a esa situación. Esta creo que es la gran enseñanza que hoy nos trae esta narración del libro del Éxodo.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Cómo afrontas las situaciones de dificultad en tu vida? ¿Te desesperas? ¿Murmuras contra la situación, contra los demás, contra Dios?
  • ¿Sientes la cercanía de Dios ante las dificultades cotidianas?
  • ¿Estás abierto a acoger la acción de Dios en tu vida?
  • ¿Te pones en acción ante las dificultades intentando salir adelante, o por el contrario te resignas manteniéndote inactivo?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 34

2Bendeciré al Señor a todas horas, su alabanza estará siempre en mi boca;

3mi alma se gloría en el Señor, que lo oigan los pobres y se alegren;

4alabad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos su nombre todos juntos.

5Busqué al Señor y él me contestó, y me libró de todos mis temores.

6Los que miran hacia él quedan radiantes y su rostro no se sonroja más.

7Un mísero gritó: el Señor lo escuchó y lo libró de todas sus angustias;

8el ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los salva.

9Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el hombre que se refugia en él.

“¿Podréis beber el cáliz que yo he de beber?” Lectio Divina del evangelio de la Solemnidad de Santiago, Apóstol – Ciclo B

Imagen de lbrownstone en Pixabay

VERDAD – LECTURA  

Evangelio: Mt 20,20-38

Nos encontramos con Jesús y sus discípulos viajando de Galilea a Jerusalén. Esta peregrinación es excusa para que Jesús vaya instruyendo a sus discípulos acerca del significado del seguimiento.

Es durante este viaje cuando la madre de los hijos de Zebedeo se acerca al Maestro, se postra y le hace una petición. La cual resulta un poco extraña, ya que la encontramos inmediatamente después del tercer anuncio, por parte de Jesús, de la pasión. Es decir, se están encaminando a Jerusalén para que Él sea ajusticiado, condenado a muerte y crucificado, aunque al tercer día resucitará.

Los discípulos, por lo que nos da a entender el evangelista no han entendido nada de todo esto. Ellos siguen pensando en un Mesías guerrero y rey, que cuando llegue al trono les dará un puesto importante a cada uno de ellos. Y es dentro de este ambiente, cuando la madre de los hijos de Zebedeo, se acerca a Jesús para pedirle que sus hijos ocupen los dos primeros puestos en su Reino.

Jesús no responde directamente a la madre, sino más bien a los hijos, puesto que son ellos los que han escuchado de la boca del Maestro lo que va a acontecer en Jerusalén: “No sabéis lo que pedís. ¿Podréis beber el cáliz que yo he de beber?” Ambos responden: “Podemos”. Creo que no sabían a qué se exponían. Pues bien, la respuesta por parte de Jesús es contundente: “Beberéis, ciertamente, mi cáliz; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo; es para quienes ha sido reservado por mi Padre”. Les aclara y creo, que también nosotros podemos sacar una buena conclusión, que quien decide el sentarse a la derecha o a la izquierda es el Padre y que el resto no tenemos nada que opinar y ni siquiera arrogarnos ese poder, pues el ser discípulos o el entregar la vida voluntariamente por el evangelio, no nos da derecho a nada.

La reacción del resto de los discípulos no se hace esperar, al contrario. Parece ser que todos tenían las mismas pretensiones. Jesús, por su parte, quiere explicarles las verdaderas aspiraciones que deben tener sus discípulos. Entre ellos no deben existir las mismas aspiraciones de grandeza que imperan en la sociedad. El que quiera ser grande en el Reino, debe hacerse servidor de todos. Es más, ha de estar dispuesto a dar la vida voluntariamente para la liberación de los hombres. Así lo hizo Jesús, así lo hizo el apóstol Santiago del cual celebramos hoy su fiesta, así lo han hecho infinidad de discípulos a lo largo de la historia. Hoy también a nosotros, nos pide Jesús que nos pongamos al servicio de los demás y que, si es preciso, entreguemos la vida por ellos. Y entregarla no sólo mediante un martirio cruento, sino en el día a día, en nuestro ambiente y entre las personas más cercanas a nosotros: “¿Seremos capaces de beber el cáliz que Él bebió?”

CAMINO – MEDITACIÓN

• ¿Qué versículo, frase, palabra ha llamado especialmente tu atención? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios con ello en este momento concreto de tu vida?

• ¿Has entendido verdaderamente en qué consiste el seguimiento de Jesús? ¿Lo asumes?

• ¿Buscas tú también en tu vida cotidiana los primeros puestos?

• ¿Estás dispuesto a ponerte al servicio de los demás en tu vida cotidiana como algo esencial de la vocación que has recibido para ser seguidor de Jesús?

• ¿Estás dispuesto, si fuese necesario, a entregar tu vida por la liberación de los demás? ¿Intentas darte y entregarte a los demás en tu día a día?

VIDA – ORACIÓN

  • Te adoro Dios mío y te amo de todo corazón por haberme creado y llamado a construir el Reino a mi alrededor.
  • Padre, te doy gracias la llamada al seguimiento de Jesús.
  • Me ofrezco a ti, Jesús, para seguirte y darme, intentando cada día beber tu cáliz, a favor de mis hermanos más necesitados.
  • Infúndeme tu fuerza, oh Espíritu Santo, para poder entregarme cada día al servicio del Reino y de mis hermanos.

“HAY QUE OBEDECER A DIOS ANTES QUE A LOS HOMBRES” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – SOLEMNIDAD DE SANTIAGO, APOÓSTOL (CICLO B)

VERDAD – LECTURA

Hechos 4,33;5,12.27-33;12,2

4 33En aquellos días, los apóstoles daban testimonio con toda firmeza de la resurrección de Jesús, el Señor. Y todos gozaban de gran simpatía. 512Los apóstoles hacían muchos milagros y prodigios en el pueblo; todos se reunían en el pórtico de Salomón. 27Los trajeron y los presentaron al tribunal supremo. El sumo sacerdote les preguntó: 28«¿No os ordenamos solemnemente que no enseñaseis en nombre de ése? Y, sin embargo, habéis llenado Jerusalén de vuestra doctrina y queréis hacernos responsables de la sangre de este hombre». 29Pedro y los apóstoles respondieron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. 30El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo de un madero. 31Dios lo ha ensalzado con su diestra como jefe y salvador para dar a Israel el arrepentimiento y el perdón de los pecados. 32Nosotros somos testigos de estas cosas, como lo es también el Espíritu Santo que Dios ha dado a los que lo obedecen». 33Ellos, enfurecidos con estas palabras, querían matarlos. 12 2El rey Herodes hizo morir a espada a Santiago, hermano de Juan.

El fragmento del libro de los Hechos de los apóstoles, con el que hoy oramos en la solemnidad del Apóstol Santiago, destaca la constancia y valentía de los apóstoles en la misión de predicar la resurrección de Jesucristo. Siendo, además, confirmados por los signos y prodigios que realizaban en medio del pueblo.

El texto destaca también, cómo toda la comunidad gozaba de simpatía, estima y, posiblemente, prestigio frente a todos los que entraban en contacto con ellos. Aunque esta situación no era generalizada, pues los dirigentes de la sociedad judía ya les habían advertido que no predicaran en nombre de Jesús antes de encarcelarlos.

Nuevamente, traen a los apóstoles ante el tribunal, constatando eso sí que han logrado llenar Jerusalén de la enseñanza de Jesucristo y el testimonio de su resurrección. De la cual, según les reprochan los miembros del Sanedrín, los hacen responsables a ellos.

La única defensa que utiliza Pedro, haciéndose portavoz de demás discípulos, es de carácter religioso, pero a la vez contundente: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Pero, no sólo eso, además dan testimonio de la resurrección de Jesús y de lo que Él vino a traer a la humanidad, que no es otra cosa, que la salvación, el perdón de los pecados y la vida plena, todo ello ratificado al exaltarlo Dios a su derecha. Pero, no son únicamente ellos testigos de esto, también lo es el Espíritu Santo. Por tanto, todo esto no es fruto únicamente de la imaginación de los discípulos, o de una doctrina aprendida, si no que nace de la experiencia y de la acogida del Espíritu Santo, que Dios concede a aquellos que se mantienen fieles a su Palabra.

Ante todos estos acontecimientos, y habiéndose quedado sin argumentos, los miembros del Sanedrín buscan la manera de acabar con ellos, para evitar que la Palabra sigan difundiéndose. Y, aunque, damos un salto en la narración del relato, vemos como se llevó a cabo esto con la ejecución de Santiago por parte del rey Herodes. Para llevar a cabo sus fines, intentan acabar especialmente con los miembros principales de la comunidad; recordemos que Santiago, el hijo de Zebedeo, el hermano de Juan lo es. Si que llama la atención la manera en que es ajusticiado Santiago: según la costumbre romana, aunque la sentencia la haya promulgado un rey judío. ¿Será que los dirigentes judíos ha excluido ya a los cristianos de su comunidad?

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • Tu, también, eres llamado a dar testimonio de Jesucristo entre los que te rodean. ¿Qué sientes al percibir esto? ¿Cómo intentas llevarlo a tu vida cotidiana?
  • ¿Qué sientes ante la frase: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”? ¿Qué piensas acerca de ello?
  • ¿Intentas en tu vida cotidiana alimentarte de la Palabra de Dios para dar testimonio de ella? ¿Te dejas, de alguna manera, transformar por el Espíritu Santo? ¿Lo invocas para que te ayude a ser testigo del Evangelio?
  • ¿Cómo afrontas las dificultades de la evangelización? ¿Te acobardas o por el contrario intentas encarar la situación de manera valiente?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 56

2Misericordia, Dios mío, que los hombres me acosan, todo el día me atacan y me oprimen; 3mis enemigos me acosan sin cesar, innumerables son los que me atacan.

4Cuando estoy lleno de miedo, yo me refugio en ti. 5En Dios, cuya palabra alabo, en Dios confío y ya no tengo miedo; ¿qué podrá hacerme un hombre?

[…]

9Tú cuentas los pasos de mi vida errante, mis lágrimas están recogidas en tu odre, todo está consignado en tu libro de notas.

10Todos mis enemigos retrocederán el día en que yo te pida ayuda; yo sé muy bien que Dios está conmigo.

11En Dios, cuya palabra alabo -en el Señor, cuya palabra ensalzo-, 12en Dios confío y ya no tengo miedo; ¿qué podrá hacerme un hombre?

13Yo mantengo, Dios mío, los votos que te hice, los cumpliré con la acción de gracias, 14pues tú me libraste de la muerte, preservaste mis pies de la caída, para que camine en la presencia del Señor a la luz de la vida.

“EL SEÑOR NUESTRA SALVACIÓN” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

VERDAD – LECTURA

Jeremías 23,1-6

1¡Ay de los pastores que dejan perderse y dispersarse al rebaño de mi pasto!, dice el Señor 2Por eso, esto dice el Señor, Dios de Israel, a los pastores que guían a mi pueblo: “Vosotros habéis dispersado mis ovejas, las habéis descarriado sin preocuparos de ellas. Pero yo me voy a ocupar ahora de vosotros -dice el Señor-, castigando vuestras malas acciones. 3Yo mismo recogeré los restos de mi rebaño de todos los países donde los dispersé y los haré volver a sus pastos, donde crecerán y se multiplicarán. 4Suscitaré para ellos pastores que las cuiden; no sufrirán más temor y angustia, ni se volverá a perder ninguno -dice el Señor-.

5Vienen días -dice el Señor- en que yo suscitaré a David un vástago legítimo, que reinará como verdadero rey, con sabiduría, y ejercerá el derecho y la justicia en la tierra. 6En sus días se salvará Judá, e Israel vivirá en seguridad. Y éste será el nombre con que le llamarán: «El Señor nuestra salvación»”.

Hoy vamos a orar con un fragmento del libro del profeta Jeremías. Este profeta es modelo de fidelidad y de entrega a la misión recibida de Dios. Su actividad profética se desarrolló en distintos periodos de la historia de Israel. En su libro, predominan los llamados oráculos o mensajes de condena, sobre todo hacia los poderosos de la sociedad, lo cual hizo que en algunos momentos su vida estuviera en peligro. Y aunque fuese, en principio, llamado a hablar de extirpar y destruir, lo fue también para proclamar mensajes de plantar y reconstruir. En el centro de su libro, nos ha dejado una colección magnífica de mensajes de salvación sobre Judá y Jerusalén, entre los que destaca el anuncio de una nueva alianza de Dios con su pueblo.

Podemos concluir que Jeremías contribuyó, en gran medida, al nacimiento y formación de un nuevo pueblo, el pueblo de la nueva alianza, después de la conquista de Jerusalén por el imperio babilónico y de la huida de la comunidad judía a Egipto. Lugar en el que murió el profeta.

El pasaje que hoy nos ocupa, precisamente es uno de esos mensajes de denuncia y condena, de los que hablábamos anteriormente. Dicho mensaje está dirigido a los últimos reyes de Judá y a los dirigentes del pueblo de Israel. Ellos tenían el deber de guiar al pueblo, ayudándoles a vivir en fidelidad la Alianza. Sin embargo, han hecho caso omiso a su misión, abandonando a los israelitas a su suerte; no se han preocupado de ellos e, incluso, los han incitado a alejarse de Yahveh. En una palabra, han dejado perecer al rebaño de Dios y lo han dispersado.

Según el profeta, estás acciones no pueden quedar impunes y tendrán sus consecuencias. Jeremías anuncia el cambio radical de la situación, que Dios transformará en favor de su pueblo. A partir de ahora, será Yahveh quien se ponga al frente de Israel para guiarlo hacia buenos pastos, donde crecerán y se multiplicará. Reunirá a los integrantes de su rebaño de todas las naciones y de todos los rincones de la Tierra. Y suscitará nuevos pastores que cuiden y protejan a los israelitas. Librará a Israel del temor y la angustia. Vienen días de felicidad.

Por tanto, a pesar de la aparente condena del mensaje inicial, creo que este fragmento del Profeta Jeremías nos abre a la esperanza: “yo suscitaré a David un vástago legítimo, que reinará como verdadero rey, con sabiduría, y ejercerá el derecho y la justicia en la tierra”.

No puedo resistirme a hacer una lectura desde el evangelio de este hecho. Jesús de Nazaret es ese nuevo Rey, Pastor, Guía del Pueblo. Él salvará no sólo a Israel, sino a toda la humanidad, nos traerá la vida plena y nos hará gozar de la felicidad por siempre. Su nombre: Emmanuel (Dios con nosotros) o, si preferimos, tal y como lo llama el profeta: “El Señor nuestra salvación”.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • Hoy puedes tomar el pulso a tu fidelidad a la Alianza que Dios ha hecho contigo. ¿Te mantienes fiel a ella? ¿En que momentos siente que eres infiel? ¿Qué acciones puedes emprender para mantener tu fidelidad?
  • No sólo los sacerdotes, los obispos o los religiosos son pastores del rebaño de Dios, todos nosotros somos en alguna medida líderes o guías para los demás. ¿En qué medida cuidas de las ovejas del Señor? ¿las llevas a verdes praderas de pastos abundantes o, por el contrario, las abandonas y no te preocupas de ellas, pensando que es cosa de otros?
  • También tú recibes de Dios la misión de denunciar la injusticia, el atropello del más débil, el mal cometido hacia los más desfavorecidos. ¿De qué manera acoges esta misión? ¿Qué acciones realizas para llevar a cabo esta llamada de Dios?
  • Jesús vino a traer esperanza, misericordia, libertad, amor, felicidad a toda la humanidad, ¿En qué medida, tú eres profeta de estas realidades? ¿De qué manera anuncias el evangelio del amor?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 23

1El Señor es mi pastor, nada me falta:

2en verdes praderas me hace reposar, me conduce hacia las aguas del remanso

3y conforta mi alma; me guía por los senderos de justicia, por amor a su nombre;

4aunque vaya por un valle tenebroso, no tengo miedo a nada, porque tú estás conmigo, tu voz y tu cayado me sostienen.

5Me preparas una mesa ante mis enemigos, perfumas con ungüento mi cabeza y me llenas la copa a rebosar.

 6Lealtad y dicha me acompañan todos los días de mi vida; habitaré en la casa del Señor por siempre jamás.

¿Es devoción u obligación? Lectio Divina del Evangelio del XV Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Por Yolanda Muñoz, Cooperadora Paulina

VERDAD – LECTURA  

Evangelio: Mc 6,7-13

En multitud de ocasiones, a los cristianos se nos acusa de “inventores” de nuestra religión. Sin embargo, al igual que los profetas del pueblo de Israel, sabemos que no somos nosotros los que tomamos la decisión, sino que es el Señor quien nos ha llamado o reunido (cf. Am 7,12-15), el que nos muestra su misericordia y nos da su salvación (cf. Sal 84,9ab-10.11-12.13-14).

Es el mismo Jesús quien nos llama, como «llamó a los Doce» y «los fue enviando de dos en dos», porque ser cristiano, no es ser para sí, sino ser para el otro. Y cuando un cristiano está, actúa, dice, etc., no lo hace en nombre propio, sino en nombre de la comunidad, en nombre del mismo Cristo que es quien le envía, «dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos».

Por tanto, no es un invento, ni una serie de devociones que los cristianos nos inventamos, sino que es una obligación que tenemos de salir «a predicar la conversión» a esos espíritus que están en el mundo. Una conversión que conlleva un cambio de vida radical, no sólo para aquel que recibe nuestro mensaje y lo acoge, sino también para nosotros mismos que, nos pide Jesús en el evangelio de hoy, hemos de abandonarnos en la Providencia. Y así lo vemos cuando les encarga a los Doce «que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto».

Los Doce se sabían comunidad y tenían claro ese concepto. La comunidad es el conjunto de personas que viven en común y ponen todo en común, para un fin: anunciar la buena nueva del Evangelio. Por eso, no hace falta llevar provisiones ni repuestos, porque «en la casa» donde entre uno de los de Cristo, esa casa, le proporcionará todo lo que necesita. Es pues, obligación del cristiano, predicar y acoger a los hermanos. Así lo entendieron los Doce y así salieron a predicar, echar demonios, ungir con aceite a los enfermos, con la confianza puesta en «Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bienes espirituales […] para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor» (Ef 1,3-14).

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha tocado el corazón?
  • ¿Has pensado alguna vez que ser seguidor de Cristo es una vocación, una llamada?
  • ¿Sabías para qué llamó Jesús a los Doce?
  • ¿Crees que esa llamada es también para ti?
  • Los Doce sabían qué era pertenecer a una comunidad. ¿Lo sabes tú también?
  • ¿Por qué los cristianos tenemos, ahora, menos claro que los primeros lo que supone ser comunidad?
  • ¿Podríamos decir que vivimos el cristianismo de forma demasiado personal y poco comunitaria?
  • Cuando lees este evangelio, ¿crees que estás fallando en algo?
  • ¿Sientes como una carga ser cristiano?

VIDA – ORACIÓN

Señor Dios, Tú que nos has llamado y reunido, y te has revelado a tu Iglesia, concédenos los dones que necesitamos para poder transmitir a otros las gracias que de Ti hemos recibido. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

“¿De dónde le viene a éste todo esto?” Lectio Divina del XIV Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B

VERDAD – LECTURA  

Evangelio: Mc 6,1-6

Nos encontramos en la sinagoga de Nazaret, Jesús allí con sus discípulos, el sábado, se puso a enseñar. Sus paisanos estaban sorprendidos, se asombraban de su sabiduría. Estamos ante gente que le conocía muy bien, sus familiares, sus amigos de infancia y juventud, aquellos que le habían visto crecer.  Hasta esta pequeña aldea de Galilea ha llegado la fama de Jesús como alguien que realiza prodigios o milagros, como queramos llamarlos.

La primera reacción de sus paisanos, como decíamos antes, es la de admiración u asombro. Sin embargo, inmediatamente les embarga la duda. Todos ellos le conocen bien. No es posible que el hijo del carpintero del pueblo, sea un enviado de Dios. Es el hijo de María. Todos ellos conocen perfectamente la formación que ha tenido, la vida que ha llevado, todos saben de qué familia proviene. Aunque haya marchado hace algún tiempo, y desde un punto de vista humano haya podido adquirir esa sabiduría; no, no puede ser, la gente no cambia tan radicalmente, no deja de ser el hijo de un artesano del pueblo.

Es precisamente esa falta de confianza, esa falta de fe, la que produce que Jesús no pueda hacer ningún signo salvífico, entre los habitantes de su pueblo. Sus paisanos están rechazando la oferta salvífica que Dios Padre quiere regalarles por medio de Jesús. Son precisamente sus prejuicios, sus ideas preconcebidas, su recelo lo que hace no ser capaces de acoger la salvación de Dios.

También Jesús se muestra sorprendido por su falta de fe. Pero es que, únicamente en su tierra es despreciado un profeta.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué versículo, frase, palabra ha llamado especialmente tu atención? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios con ello en este momento concreto de tu vida?
  • ¿En qué momentos te sorprendes a causa de la palabra de Jesús? ¿Te sorprende y asombra el evangelio?
  • ¿Tienes momentos de duda con respecto a la Palabra de Dios? ¿La acoges, la meditas, la guardas en tu corazón e intentas ponerla en práctica?
  • ¿En qué momentos de tu vida la Palabra te escandaliza? ¿Por qué crees que ocurre esto?
  • Algunas personas han recibido la vocación de ser anunciadores de la Palabra de Dios. Cuando te encuentras con ellos y te interpelan, ¿te dejas llevar por tus prejuicios? ¿por tus ideas preconcebidas? ¿Miras si son de esta familia o de esta otra? ¿Si viste de esta o aquella manera? ¿Si, según tu criterio, es persona de cultura o no?
  • ¿Estás dispuesto a acoger la salvación de Dios? ¿Cómo te vas a predisponer para ellos?

VIDA – ORACIÓN

Oración para pedir la gracia del Señor

Señor, somos muy poca cosa,

y te pedimos que alejes las tentaciones de nosotros.

Te pedimos que nos libres del mal,

y tú nos respondes diciéndonos

que ya tenemos suficiente con tu gracia.

¡Danos, Señor, un corazón abierto a tu gracia,

a tu fuerza para vencer el mal,

a tu misericordia y a tu perdón!

¡Haz que seamos capaces de reconocer que somos pecadores,

que no somos nada y no podemos hacer nada sin tu bondad!

Queremos ser humildes y reconocer que eres el Mesías, el Salvador.

¡Danos fe, Señor, para ser testigos tuyos en todo el mundo!

Si te damos la espalda, Señor, no servimos para nada.

Sabemos que tú eres el todo poderoso, que nos amas

y quieres que seamos tus testigos.

Por eso nos atrevemos a movernos por este mundo

poniendo amor en todo lo que hacemos,

poniendo paz en los lugares donde estamos,

siendo la luz que quieres que seamos entre los hombres.

Tú estás a nuestro lado en todo momento.

Esto nos hace fuertes, valientes y comprometidos con tu voluntad.

¡Ven, Espíritu Santo, para mantener y aumentar nuestra fe,

para hacernos perseverantes y pacientes, amorosos y humildes!

AMÉN.

Ignasi Miranda, Oraciones de tú a tú.

“TE ENVÍO A UN PUEBLO REBELDE” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

VERDAD – LECTURA

Ezequiel 2,2-5

2En aquellos días, el espíritu entró en mí, me hizo tenerme en pie y pude escuchar a aquel que me hablaba.

3Él me dijo: «Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a un pueblo de rebeldes, que se han rebelado contra mí, ellos y sus padres, hasta este mismo día. 4Hijos de cara dura y corazón de piedra son aquellos a quienes yo te envío. Les dirás: Esto dice el Señor Dios. 5Escuchen o no escuchen -puesto que son una raza de rebeldes-, sabrán que en medio de ellos se encuentra un profeta”.

Oramos con la narración de la llamada a ser profeta de Ezequiel. El cual había sido deportado, junto al pueblo de Israel por el Rey Joaquín a Babilonia (587 a. C.). La vocación que recibe es a ser profeta de esperanza, en medio de un pueblo de duro corazón. Israel se ha alejado de Dios y Éste se ha visto, casi, por así decir, obligado a intervenir de manera drástica para restaurar la relación con su Pueblo.

Ezequiel acoge y acepta dicha vocación, aunque tenga que anunciar un mensaje duro; pero ello dará pie a la conversión de los israelitas.

Yahveh se dirige a él como “hijo hombre”, en hebreo “Hijo de Adán”. Es decir, hecho de tierra, o lo que es lo mismo, frágil, débil, quebradizo. Pero el Espíritu de Dios ha sido derramado sobre él y le dará fuerzas para proclamar la Palabra de manera eficaz. Aunque, antes debe escucharla. Una lección para todos nosotros, antes de anunciar la Palabra, hemos de aprender a escucharla.

La misión del profeta no es fácil, debe enfrentarse a un Pueblo de corazón endurecido, de dura cabeza y corazón obstinado, que ha roto su relación con Dios.

Pero, el Profeta se levanta y va a anunciar la Palabra, a tiempo y a destiempo, le escuchen o no.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿En qué momentos de tu vida has roto tu relación con Dios? ¿Cómo te has sentido en esos momentos? ¿Qué has hecho para restaurar tu relación con Dios?
  • Es posible que Dios te envíe a anunciar su Palabra para que aquellos que te oigan se conviertan, ¿estás dispuesto a aceptar esta llamada que Dios te hace?
  • Antes de anunciar la Palabra, es imprescindible que aprendas a escucharla ¿estás dispuesto? ¿Qué acciones vas a emprender para ello?
  • ¿Estás dispuesto a anunciar la Palabra de Dios a tiempo y a destiempo? ¿Te escuchen o no?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 8

2¡Oh Dios, Señor nuestro, qué admirable es tu nombre por toda la tierra, tu majestad se asienta encima de los cielos!

3De los labios de los niños y de los que maman te has hecho una fortaleza frente al agresor, para reducir al enemigo y al rebelde.

4Cuando veo los cielos, obra de tus manos, la luna y las estrellas que creaste,

5¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que de él te preocupes?

6Apenas inferior a un dios lo hiciste, lo coronaste de gloria y dignidad;

7le diste el señorío de la obra de tus manos, bajo sus pies todo lo pusiste:

8ovejas y bueyes, todos juntos, y hasta las bestias del campo,

9las aves del cielo y los peces del mar, cuanto surca las sendas de las aguas.

10¡Oh Dios, Señor nuestro, qué admirable es tu nombre por toda la tierra!