VERDAD – LECTURA
19 En la tarde de aquel día, el primero de la semana, y estando los discípulos con las puertas cerradas por miedo a los judíos, llegó Jesús, se puso en medio y les dijo: «¡La paz esté con vosotros!».
20 Y les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
21 Él repitió: «¡La paz esté con vosotros! Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros».
22 Después sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo.
23 A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retengáis, les serán retenidos».
Nos encontramos al atardecer del primer día de la semana, al atardecer del domingo, los discípulos se encuentran encerrados con las puertas bien cerradas porque tiene miedo a los judíos; tiene miedo de aquellos que han matado al Maestro, a pesar de que Pedro y el otro discípulo han visto la tumba vacía, a pesar de que María Magdalena ha experimentado que Jesús vive y se lo ha comunicado a los discípulos, todavía están atemorizados.
Jesús ahora se hace presente en medio de la comunidad de los discípulos reunidos. Jesús está en medio de ello. ¡Jesús está vivo! ¡Jesús está en medio de nosotros! Por dos veces les dice: ¡La paz esté con vosotros! La tercera vez que les de la paz, signo de plenitud, será cuando Tomás se encuentre también con ellos.
Les muestra las señales de la pasión, les enseña las manos y el costado. A pesar de todo, la resurrección no ha borrado esas señales. La pasión, muerte y resurrección siempre van unidas. No podemos quedarnos anclados únicamente en la pasión y muerte de Jesús: ¡Él está vivo en medio de nosotros! Les muestras las manos que representan la fuerza de Jesús, manos libres que son signos de su victoria; el costado que es signo de su amor sin límites (Mateos – Barreto).
Al verlo los discípulos se llenan de alegría. Y les envía a la misión. Y, como hemos apuntado más arriba les vuelve a desear y a transmitir la paz. Una paz que no es únicamente ausencia de guerra. Una paz que es armonía, que es caridad, que es misericordia, que es igualdad, que es felicidad, que es comunidad. Jesús envía a los discípulos de la misma manera que el Padre le envío a Él, Jesús envía a los discípulos con la misma misión que el Padre le envió a Él.
Para poder llevar a cabo la misión les comunica el Espíritu Santo. Únicamente con Él y junto a Él, con su fuerza podemos emprender la misión y llevarla a término.
Pero, ¿a qué envía Jesús a los discípulos? ¿Cuál es la principal misión de los discípulos? A reconciliar al mundo con Dios, a llevar a todas las criaturas la misericordia de Dios, a perdonar a todos aquellos que queramos acercarnos a Dios, a pesar de nuestras debilidades, de nuestras fragilidades, de nuestras flaquezas, de nuestro pecado. Porque, “habrá más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse” (Lc. 15,7). Aunque habrá quienes acojan esa reconciliación y quienes la rechacen. Pero los discípulos nunca se deben de cansar de ofrecer el perdón y la reconciliación con Dios.
Jesús está vivo, Jesús nos envía, Jesús nos envía el Espíritu Santo para que sea nuestra fortaleza, nuestro acompañante en el camino, nuestro consuelo, nuestra energía, nuestra vitalidad. Abrámonos a su presencia y dejémonos conformar y configurar por Él.
CAMINO – MEDITACIÓN
- ¿Qué versículo, frase, palabra ha llamado especialmente tu atención? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios con ello en este momento concreto de tu vida?
- Al igual que los discípulos, también tú permaneces encerrado por miedo. ¿Cuáles son esos miedos? ¿Qué perturba tu vida? ¿Pones esos miedos en las manos de Jesús? ¿Te dejas invadir por el Espíritu? ¿Lo acoges en tu vida?
- ¿Intento vivir mi vida cotidiana llevando la paz de Jesús a los demás?
- ¿Reconoces la presencia de Jesús y del Espíritu en tu vida?
- ¿Te dejas iluminar, guiar, acompañar por el Espíritu para ser capaz de interpretar los acontecimientos de la historia desde una perspectiva cristiana?
- ¿Estas atento/a a las diversas manifestaciones del Espíritu Santo en los acontecimientos que se producen a tu alrededor?
- ¿Manifiestas y muestras a los demás el amor incondicional y gratuito del Padre? ¿De qué forma? ¿Infundes y ofreces paz y perdón?
VIDA – ORACIÓN
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre, don, en tus dones espléndidos. Fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas, y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tu le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento, riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al Espíritu indómito, guía el que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Pepe, he leído tu lectio divina del domingo de Pentecostes y me ha gustado mucho. Sobre todo las preguntas de la meditación. Te ayudan a rezar. Muchas gracias
Gracias Rosario, por tus palabras. Me alegra que te haya sido de ayuda. Un abrazote muy fraterno.
Buenas noches. Estoy haciendo los Ejercicios Epirituales de San Ignacio de Loyola y las preguntas de la meditación son una guía fabulosa para el examen de la lectura y de la oración. Gracias.
Gracia a ti, vctorarias. Me alegra que la lectio te sea de utilidad en tu vida. Dios te bendiga.