VERDAD – LECTURA
En aquel tiempo, Jesús se fue la monte de los Olivos. Pero, por la mañana estaba de nuevo en el templo. Todo el pueblo acudía a él; y él sentado, les enseñaba. Los maestros de la ley y los fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, la pusieron en medio y le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. En la ley, Moisés mandó apedrear a estas mujeres. ¿Tú que dices?” Decían esto para probarlo y tener de qué acusarlo. Pero Jesús, agachándose, se puso a escribir con el dedo en el suelo. Como insistían en la pregunta, se alzó y les dijo: “El que de vosotros no tenga pecado que tire la primera piedra”. Y, agachándose otra vez, continuó escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, se fueron uno tras otro, comenzando por los más ancianos, y se quedó Jesús sólo, con la mujer allí en medio. Entonces Jesús se alzó y le dijo: “Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?” Y ella contestó: “Ninguno, Señor”. Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete, y no peques más”.
Hoy en nuestra lectura del evangelio nos encontramos con una escena de lo que podríamos llamar la vida corriente de Jesús.
Acaba de estar en el monte de los Olivos, un lugar al que Jesús se retiraba frecuentemente a orar. Al amanecer, lo encontramos, de nuevo, enseñando. La gente esta a su alrededor escuchando su enseñanza. Ignoramos el contenido de dicha enseñanza. El caso es que la gente parece ser que le escuchaba con gusto, pues ya de mañana iban, precisamente al templo para escucharlo.
En esto, se acercan los maestros de la ley y los fariseos llevando con ellos a una mujer, que al parecer, ha sido sorprendida en flagrante adulterio, a la cual ponen en medio, entre Jesús y la gente del pueblo para que todos puedan verla bien. E interpelan a Jesús: según la ley debe ser apedreada (Lev 20,10; Dt 22,22.24: Aunque según estos textos de la ley deben ser ajusticiados ambos, hombre y mujer, puesto que los dos cometen adulterio). Ellos hicieron esto para probar a Jesús y tener de qué acusarlo, dijera lo que dijera, querían coger a Jesús en un renuncio. Jesús no dice ni que se aplique, ni que no se aplique la ley.
Jesús, con suma tranquilidad, se agacha y se pone a escribir en el suelo. Dicho gesto ha recibido innumerables interpretaciones, acerca de las cuales los expertos no se ponen de acuerdo. Algunos interpretan que lo que escribió Jesús fue la respuesta a su interrogante; otros aluden a un pasaje de la profecía de Jeremías, donde dice que los nombres de aquellos que se separan de Yahveh serán escritos en la tierra, con lo cual el viento o la lluvia lo harán desaparecer (cf. Jer 17,13). Según Secundino Castro, en su obra Evangelio de Juan, podría interpretarse como que al igual que la ley entregada a Moisé fue escrita por el dedo de Dios en la piedra, ahora Jesús escribe la suya en la tierra; es una ley que tiene en cuenta la debilidad de la persona; y se le da la oportunidad de borrar su pecado; es una ley para el hombre, que es terreno, frágil. Jesús no ha venido a condenar, sino a salvar (págs. 188s).
Ante la insistencia de los acusadores, Jesús se levanta y les dice: “El que de vosotros no tenga pecado que tire la primera piedra”. Ante lo cual, aquellos, comienzan a marcharse, “comenzando por los más ancianos. Es decir, los primeros en marcharse son los que más autoridad tienen, los más respetados, los que se pensaban que eran mejores. Ellos querían utilizar la ley para condenar al hermano. Pero, hay que tener en cuenta, que todos somos pecadores, y, por lo tanto, ninguno estamos en condiciones de condenar a nadie. Nadie ha condenado a la mujer.
Pero, este hecho no quiere decir que Jesús sea un permisivo; el ser humano tiene que hacer un esfuerzo para no pecar, para no quebrantar la ley, cuyo primer mandamiento es el amor a Dios y al prójimo: “Vete, y no peques más”. La ley de Jesús, la ley de Dios, tiene en cuenta la debilidad del ser humano y se basa en el principio de misericordia. Y nosotros tenemos que cumplir la ley, no por cumplimiento, sino por amor.
CAMINO – MEDITACIÓN
-
¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?
-
Trata de hacerte una idea clara de la escena, imagínatela con todos los detalles posibles. Toma conciencia de cada uno de los personajes, ponte en el lugar de cada uno de ellos, identifícate con los acusadores y con la mujer pecadora, ¿qué sentimientos afloran en ti?
-
¿En qué momentos de tu vida, te conviertes en acusador/a? ¿De qué manera lo haces? ¿Qué te mueve a hacerlo? ¿el cumplimiento estricto de la ley? ¿ayudar al hermano a cambiar? ¿la misericordia?
-
¿Acoges a todas las personas, especialmente a los excluidos de nuestra sociedad, sin etiquetarlas, sin juzgarla, tratando de ayudarlas a crecer? ¿Y en tu comunidad, grupo, equipo…?
-
¿Qué cambios hemos de realizar en tu vida para acoger a los excluidos de nuestra sociedad, de nuestra comunidad?
-
Acoger, no quiere decir, ser permisivos, hemos de mostrar y ofrecer la ley de Jesús lo cual implica esfuerzo, pero desde el amor. ¿Lo tienes en cuenta en tu vida cotidiana?
VIDA – ORACIÓN
- Bendito y alabado seas, Padre, por haber escrito tu ley en nuestro corazón y ofrecernos tu amor y misericordia.
- Gracias, Jesús, por interpretarnos la ley desde el amor y habernos entregado el mandamiento principal: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.
- Ayúdanos, Espíritu Santo, a saber perdonar al hermano y a no convertirnos en acusadores intransigentes, que busquemos siempre el bien de la otra persona, presentándole la vida y la vivencia de Jesús de Nazaret, sin algodones, pero con amor y misericordia, poniendo siempre a la persona en el centro.